Raimundo Fitero
DE REOJO

Prudencia


Se sienten escalofríos al ver cómo los familiares y amigos de unos supuestos agresores sexuales salen de una sede judicial ante el archivo de la denuncia presentada por una joven en la madrugada de un día de fiestas en Málaga. Los mismos escalofríos que ver el ejército de blancos armados hasta los dientes que se defienden de jóvenes afroamericanos que protestan pacíficamente mientras se suma otro episodio similar con los mismos ingredientes: joven afroamericano muerto violentamente por la policía a muy pocos kilómetros de Ferguson. No hay pasos atrás. El portavoz de la policía es un agente afroamericano que se expresa con bastantes dificultades. Y por último el vídeo en el que se asiste a un supuesto preludio de la supuesta decapitación de un periodista norteamericano secuestrado por parte de un miembro del llamado Estado Islámico también provoca un vuelco en el esófago.

Los medios de comunicación deberíamos tener mucha prudencia al acusar, dar por buenos los partes de las comisarías, las filtraciones de los abogados defensores, los vídeos llegados sin suficiente certificación de autenticidad. Cuando se trata de la violencia sobre las mujeres esa prudencia debería convertirse en toma de postura sin fisuras. Puede haber una falsa denuncia, pero como bien ha dicho el cafre de alcalde malacitano, son miles las violaciones las que se cometen cada día. Por eso hay que darle la importancia necesaria y estar alerta. En este caso, la prudencia nos obliga, precisamente, a guardar el debido respeto de silencio y rabia contenida. La escena de los aplausos es generadora de miedo. Y asco.

Ahora mismo, no se sabe si ese vídeo del periodista acabó como dicen que acabó o si se trata de un acto propagandístico, que es lo más posible, aunque uno ya no sabe a quién puede favorece la difusión y publicidad de este vídeo de un extrema puesta en escena minimalista que rezuma tragedia. El supuesto ejecutor que empuña el arma blanca habla en un inglés perfecto. Un dato. Por lo tanto, no nos precipitemos y permanezcamos atentos a la pantalla para ver de qué estamos hablando exactamente, aunque en estos casos se debe uno bañar en prudencia helada para no decir lo que piensa.