Raimundo Fitero
DE REOJO

La parca


Existe un programa de difusión mundial que se titula «1.000 maneras de morir» y que en ocasiones podría emparentarse con otro programa también de difusión por todas las plataformas universales que empieza a ser culto para algunos, que se llama «Los vídeos más idiotas». Lo significativo es certificar que es posible hacer humor o mostrar maneras increíbles en las que algunos seres han muerto y no faltar al respeto. El serial de las mil muertes tiene un formato repetido: se anuncia la muerte, se explica los detalles acompañados por la opinión de un especialista médico y sobre ello se acumulan algunos comentarios que le dotan de distancia y resaltan la crueldad que puede tener el destino. O la casualidad como elemento imprescindible en algunos accidentes.

Sí, produce repelús, hablar de muertes de una manera tan ligera. Cuando vemos morir por los bombardeos asesinos a decenas de palestinos en Gaza, cuando las cifras de muertos por ébola son tan exuberantes se forma en nuestra cabeza una arquitectura de defensa que nos hace evitar un pensamiento trascendente para quedarnos en lo anecdótico. Y sucede que en todos los casos, aunque sea por bombardeos, accidentes de aviación se muere de uno en uno e intervienen tantos factores aleatorios en ciertas disfunciones que nos coloca ante lo absurdo.

Dos ejemplos muy simples que han ocupado nuestros noticiarios: en Madrid, en una terraza de un bar, unos jóvenes han pedido la cuenta y de repente se desprende parte de un balcón del edifico y cae sobre ellos, matando a uno y dejando herido al acompañante. ¿A quién reclamar? No me refiero a los asuntos de seguros e indemnizaciones ni a los reproches por el mantenimiento y demás, que es obvio, sino esa pregunta de sus allegados sobre el minuto o segundo antes o después que le hubiera salvado la vida.

O un tal Brad Parker, que haciendo uso de las redes sociales y de los medios de comunicación se encarama a una de las paredes de escalada de Yosemite en California y le pide matrimonio a su novia. Todo muy feliz, muy dulzón pero inmediatamente algo no funciona y cae al vacío y muere. Nunca se sabe dónde está la parca escondida esperándonos. ¿Morir es solo dejar de vivir?