Víctor ESQUIROL
Crítico de cine
Udate

Al norte/sur del Edén

En el espacio exterior, la ausencia de gravedad hace que no exista la distinción entre arriba/abajo o izquierda/derecha. Las nociones orientativas básicas son totalmente relativas. Resulta que dependen del punto de vista del sujeto, fenómeno que, de hecho, se da igualmente en la contaminadísima atmósfera de nuestro sucio planeta. Aquí, norte, sur, este y oeste son conceptos mucho más inamovibles, pero solo porque la convención así lo ha querido. En realidad los puntos cardinales no importan, porque tanto el arriba como el abajo nos hacen mirar en la misma dirección.

Ejemplo práctico: una lancha motora va de Marruecos a España... y de España a Marruecos. Al mismo tiempo, un helicóptero parte de España, rumbo a Marruecos. Cuando llega ahí, reposta e inmediatamente después se dirige de nuevo a la casilla de salida. Los caminos de ambos vehículos se han cruzado, porque los trayectos son idénticos... y tres cuartos de lo mismo para sus respectivos ocupantes. Todo forma parte de la misma ecuación, con que poco o nada importa hacia dónde apunta la brújula.

Mucho menos cuando punto A y B comparten centro gravitacional. 16 kilómetros entre ambos, y en medio, el peñasco neblinoso de la controversia, que no pertenece ni a los primeros ni a los segundos, pero que juega un papel igualmente determinante. En un abrir y cerrar de ojos, el GPS también ha dejado de importar, y el pasaporte, y por supuesto el carnet de identidad. Ya no hay distinción entre europeos y africanos, o entre delincuentes y policías... mucho menos entre hombres y niños. Porque todo está igual de sucio; igual de contaminado.

Cinco años han pasado ya desde el último trabajo de Daniel Monzón. Un lustro desde aquel apabullante éxito titulado «Celda 211». Desde entonces, la promesa de Alberto Amman se ha desinflado y la cotización de Luis «Malamadre» Tosar se ha mantenido por las nubes... tanto como las ganas por ver el nuevo largometraje de tan inquieto cineasta. El principal enemigo de «El niño» está en casa, y no es precisamente fácil de derrotar. El (propio) éxito es, efectivamente, un boomerang peligrosísimo. Pero a Monzón, ya plenamente asentado en el thriller, no le tiembla el pulso. Justo lo contrario, pues su apuesta es, si cabe, mucho más ambiciosa que la anterior.

Primer motivo de celebración para una industria que ha entendido por fin que su cine de género sea seguramente el mejor argumento para desacomplejarse de una vez por todas. En este sentido, la labor del director y coguionista se ve perfectamente reflejada en una factura técnica impecable, prueba irrefutable de que se ha perdido el miedo a los grandes retos. Secuencias nocturnas de infarto, tomas que hacen de la grúa un arte exquisito, escenas de acción con las que apenas se necesita posproducción... Espectacularmente natural, como lo son monstruos contemporáneos de la talla de Paul Greengrass, Kathryn Bigelow o Michael Mann.

Y cuando parece que se vaya a confirmar el milagro, cuando parece que usando ingredientes propios vaya a alcanzarse un equilibrio perfecto entre la fórmula «Corrupción en Miami» y «The Wire» (como suena), lo que está arriba ahí se queda, y lo que está abajo, también. La propuesta se olvida del híper-contrastado magnetismo de Tosar para vender descaradamente el «nuevo» encanto nazarí de Jesús Castro. En un tiempo muerto que penaliza demasiado, los productores se reivindican, una vez más, como los mejores traficantes de carnaza cinematográfica. La mercancía está cortadísima, se ha perdido el norte y reaparece el riesgo a sobredosis de... lo de siempre.

Afortunadamente, Monzón sabe recuperarse a tiempo de tanta concesión. Todo vuelve a mezclarse, con menos intensidad que en aquella angustiosa «Celda», pero con una voluntad más firme a la hora de rascar, con mucha fuerza, a niveles hipodérmicos. Queda al final la que seguramente sea la mayor de las conquistas: un cine que se mueve por sus rutas como el mejor de los contrabandistas, logrando así que el entretenimiento genérico, sólido en la construcción (no tanto en la resolución) coexista con una conciencia social que para nada es carga; pues no pesa, sino que impulsa. Qué fácil parece... y qué pocos logran llegar a la otra orilla.

Ficha

T. original: »El niño».

Dirección: Daniel Monzón.

Guion: Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría.

Intérpretes.: Luis Tosar, Jesús Castro, Eduard Fernández, Sergi López, Bárbara Lennie, Ian McShane.

País: Estado español, 130 m.

Honi buruzko guztia: Udate