Joseba VIVANCO
EL ATHLETIC JUGARÁ LA CHAMPIONS

Que pasen los mejores

El Athletic ya es de Champions. Dieciséis años después, el club rojiblanco está entre los elegidos. Y lo hizo no solo de manera merecida, sino holgada y noqueando a su rival, ante un San Mamés que no olvidará su gran noche.

ATHLETIC 3

NÁPOLES 1

Pitido final. Brazos arriba de los jugadores rojiblancos, auténticos leones heridos. Atrona el himno del Athletic, saludado por 50.000 gargantas ¡Eup! Bufandas en alto. Corro de los rojiblancos en el centro del campo. Fiesta. Un Athletic de Champions, ahora sí, por méritos propios, por merecimiento. Porque fueron mejores y porque fueron los que más lo quisieron. Porque el fútbol se lo debía. Aquellas finales... Y el fútbol se lo tenía reservado. «Creo que es la consagración de una filosofía. Creer en lo que haces. El club da un paso de gigante. Sobre todo para que los chavales de la cantera crean que con esa filosofía se puede llegar muy arriba. El club ha jugado finales en los últimos años, y eso es lo mejor para que los chavales vean que se pueden hacer cosas importantes», palabra de Julen Guerrero esta semana, el autor del último gol de los bilbainos en la máxima competición continental.

Qué noche la de aquel día, dirán dentro de muchos años. En que este Athletic culminó una andadura que tuvo otras estaciones por el camino, como Old Trafford, como Madrid, como Bucarest... Frente a un Nápoles paciente que golpeó cuando menos se lo esperaba, surgió el león herido. «Todo el mundo tiene un plan hasta que le das la primera hostia», decía Mike Tyson en los años que ganaba en el primer asalto y se iba a casa. El Athletic supo encajar bien el primer gancho, mucho mejor que una grada que se quedó petrificada con el gol italiano, pero luego le soltó una hostia, y otra, y otra, hasta tres, hasta noquear a un Nápoles cicatero, peligroso, pero hamarrategi.

Había sonado el largamente anhelado himno de la Champions en un San Mamés entregado desde minutos antes pero que guardó un sepulcral silencio para escucharlo sin distorsión alguna, sabedor de la vivencia única, del momento histórico para muchos. Vibró la grada, literal, cada butaca, cada asiento con la música de los mejores equipos del continente, hasta que cesó y entonces 50.000 gargantas vociferaron un estremecedor «Jo ta ke, irabazi arte!». Rodó la pelota y pelotazo arriba de Laporte a banda derecha, el carril por el que los rojiblancos iban a horadar una y otra vez la zaga napolitana. Amagaron los de Rafa Benítez en los primeros minutos con alguna contra, un disparo alto de Callejón, hasta que el Athletic, algo impreciso, comenzó a templar nervios, mover la pelota sabedor de que la paciencia italiana en algún momento debía revertir en prisa, pero ni por esas. El Nápoles apenas sí inquietó la meta de Iraizoz en es ta primera mitad, algunas faltas laterales, pero ni de lejos quiso entrar en conflicto con el Athletic por la pelota.

Los leones comenzaron a moverse bien entre líneas, bien Beñat, bien Muniain, se trataba de meter miedo a los azurri, de que la presión no iba solo con los de casa. Y lo consiguió. Siempre por banda derecha, De Marcos y Susaeta progresaban con facilidad, pero nunca encontraron rematador. Tuvo que ser en un córner y el más pequeño de todos. Saca Beñat y Muniain, solo, remata fuera con todo para él. No se la esperaba el `19', como tampoco Laporte en un balón centrado que no acertó a rematar en el segundo palo. Mandaba el Athletic. El Nápoles, a lo suyo, paciente. Y eso no era bueno. Tan malo que sin volver la gente a sus asientos tras el descanso, Hamsik aprovechó un mal rechace rojiblanco para desde la frontal colocarla lejos de Iraizoz.

San Mamés enmudeció. Nadie se lo esperaba. Segundos de silencio... Largos, larguísimos. Los mismos que tardó el Athletic en cambiar de marcha e ir decidido a por el partido. Y lo que hasta entonces había sido un juego al gato y al ratón se convirtió en cacería. Avisó Balenziaga con un chutazo lejano y no perdonó el más avezado del área, el `zorro' Aduriz. Córner que saca Ibai y el donostiarra, solo en el segundo palo, templa, nervios de acero, y la clava. Las bufandas salieron disparadas en la grada. Estaban deseando hacerlo. Un gol que espoleó a los rojiblancos. San Mamés explotaba. Pitido ensordecedor, ¡que bote San Mamés! Desatados. Abajo y arriba.

Y en esa locura en la que se tornó el juego, el Athletic volvió a golpear. Balonazo largo de De Marcos, portero y defensa que no se entienden y Aduriz aprovecha para llevársela, orientarse, mirar al tendido cual torero, y anotar. El acabose ¿no? Todavía faltaba el cachorro Unai López para doctorarse, tocando una pelota que Ibai aprovecharía -otro listo- para hacer el tercero. Tuvo Aduriz el cuarto. Daba igual. El Athletic era de Champions. El fútbol, ese reino de la lealtad humana ejercida al aire libre, que diría el escritor italiano Antonio Gramsci anoche se hizo carne.

Ernesto Valverde: «Hemos ido adelante y tenido fe, como siempre»

El vestuario ha sido una fiesta total, descargando toda la tensión de estos meses. Se lo merecen de largo», reveló un Ernesto Valverde comedido en sus palabras pero eufórico por dentro y agradecido a cada palabra a sus jugadores. «Es una emoción terrible, hay que reconocer lo que han hecho hoy estos jugadores ante un equipo de Champions. Y ahora vamos a codearnos con los mejores», señaló el técnico rojiblanco que reconoció que es «una alegría inmensa estar mañana en ese bombo». El entrenador asumió que con el gol de los napolitanos era normal ver que el partido podía escaparse, pero «el equipo ha demostrado empuje, ha seguido haciendo lo que hace siempre, ha ido hacia adelante y no ha perdido nunca la fe, pero como en otras remontadas en San Mamés». Un estadio, un público al que el gasteiztarra también quiso reconocer su apoyo, fundamental, dijo, para darle la vuelta al marcador. «Tenemos que agradecer haber estado en esta noche que todo el mundo recordará», invitó a la afición. El mismo asume que sufrió, que lo vivió inquieto, pero es que, reiteró, «estamos hablando de la Champions y de un rival como el Nápoles».J.V.