Joseba ITURRIA
ANÁLISIS | Críticas en el entorno realista

Todo cambio necesita un tiempo para conocer si da resultados

En más de cien años de historia jamás un entrenador de la Real se había encontrado en pleno agosto un ambiente tan negativo como ahora Arrasate a pesar de que en su primer año su equipo llegó a la fase de grupos de la Champions, a semifinales de la Copa y a la Europa League.

La Real ha comenzado la temporada con un ambiente muy extraño en su entorno, sobre todo focalizado en la figura de su entrenador. Es un error pensar que lo que se recoge en las redes sociales representa el sentir general de la afición, porque la mayoría de los aficionados no se manifiestan en ellas. Pero tampoco es bueno no admitir que hay un ambiente muy crítico en el entorno.

La apuesta realizada por el Consejo por Arrasate y la del entrenador por una forma de jugar y por unos jugadores representan un cambio que necesita un tiempo para adaptarse a ellos. El que firma este artículo también entiende que hay decisiones tomadas que no son acertadas y que no es bueno tanto cambio, pero el Consejo se ha ganado el derecho a equivocarse o, por lo menos, de tener un tiempo para comprobar si se han equivocado con sus decisiones. Bastante han acertado. Por eso es difícil entender el clima de crispación que rodea en agosto a un equipo que ha ganado los tres partidos jugados en Europa League y solo ha jugado y perdido uno de Liga. ¿Pero por qué no se les da un margen cuando las decisiones están ya tomadas y no hay marcha atrás?

La elección de Arrasate fue discutida desde el inicio. Montanier no quiso seguir en la Real, principalmente, porque el listón estaba demasiado alto y cualquiera que estuviera en el banquillo lo iba a tener difícil. El cuarto puesto genera expectativas muy altas y era imposible encontrar todas las circunstancias favorables que permitieron ir a la Champions. Sin Illarra, con lesiones y dos partidos a la semana, la Real cumplió la pasada temporada con el objetivo de pasar la previa y disputar la fase de grupos de la Liga de Campeones, de acceder a semifinales de Copa por vez primera desde 1988 y repetir presencia en Europa vía Liga por vez primera desde el equipo campeón (1982). Pero ni tan siquiera esos resultados positivos lograron que Arrasate tuviera el respaldo de los que se opusieron a la apuesta por un técnico de Zubieta.

Los problemas comienzan en enero cuando Arrasate decide fichar a Canales y retirar a un jugador clave en la forma de jugar del equipo como Xabi Prieto por dar más importancia a unos números físicos que a los realmente importantes, los resultados, que no invitaban a cambios. Además Griezmann, que había marcado quince goles en quince partidos, empieza a pensar en el Mundial y un futuro lejos de la Real y solo marca dos en los últimos diecisiete.

Sin Prieto en el once y sin los goles de Griezmann la Real pierde su fútbol y solo marca 20 goles en los últimos 17 partidos, cuando había metido 36 en los trece anteriores. Además la Real pierde el control de los partidos. Ante esa dinámica negativa, los técnicos deciden para esta temporada cambiar la forma de jugar del equipo y apostar por un 4-4-2 con rombo en el centro para recuperar el control de los partidos en ataque y responder con la acumulación de hombres a las deficiencias defensivas de los jugadores adelantados. Además apuestan por la renovación de Vela y fichan a Finnbogason en dos operaciones que implican solo por los traspasos 18,5 millones de euros, más variables, y a Granero para tener siete jugadores para el centro del campo con una inversión muy alta por su ficha elevada.

Ninguna de las dos apuestas realizadas en la delantera ha aportado porque Vela llegó de vacaciones con una fascitis plantar provocada probablemente por andar con chancletas y Finnbogason se lesionó en el partido de vuelta con el Aberdeen. Si un club realiza dos apuestas de tal calibre en el capítulo ofensivo y ninguna de las dos aporta es difícil marcar goles. La Real ha tenido que afrontar el inicio liguero y el primer partido con el Krasnodar sin los dos jugadores que han llevado el peso ofensivo del equipo las últimas temporadas -Griezmann y Vela- y sin Finnbogason. De los que han jugado como delanteros en los partidos oficiales solo Canales ha marcado un gol, a pesar de tener ocasiones más que suficientes para lograr más.

El cambio de sistema necesita un tiempo de adaptación. Arrasate decía que no hay gran diferencia entre el 4-3-3 y el 4-4-2, pero es muy diferente para los cinco jugadores más adelantados. Es un sistema complicado y los jugadores no lo dominan porque es nuevo para todos. Los dos vértices laterales del rombo tienen más exigencia defensiva porque deben cubrir las subidas de los laterales rivales, lo que acusa un jugador como Pardo, y los dos delanteros deben caer más a bandas, algo que perjudica a Agirretxe o Chory Castro, que no están acostumbrados a jugar así. Solo Canales ha agradecido el cambio de sistema y ha dado su mejor nivel desde que llegó como segunda punta.

Pese a todo, el equipo ha jugado bien en los dos partidos oficiales de Anoeta contra Aberdeen y Krasnodar. El problema es que la exigencia que rodea al equipo es muy grande, no hay la paciencia que necesita todo cambio y hasta los amistosos contra Tottenham o Chelsea se han convertido en una tragedia.

El problema de la apuesta por el rombo es que la primera plantilla se ha confeccionado para jugar de esta manera con siete jugadores, sin contar Elustondo, para las cuatro posiciones centrales y solo dos atacantes de banda, Vela y Chory, salvo que Canales se adapte a la izquierda para cubrir lo que aportaba Griezmann. Porque Xabi Prieto rinde mucho más en el centro que en banda. Las opciones para jugar con bandas crecen si se confía en Pablo Hervías y Oyarzun y hasta para eso es mejor la continuidad del técnico, que confía en estos jugadores. La clave no está en lo que diga el entorno. Arrasate puede ir en contra de lo que piense la gente, pero sus jugadores deben creer en el nuevo sistema.

El problema está en las cinco posiciones más ofensivas, que son las que más deben adaptarse al nuevo sistema, pero a Arrasate se le cuestiona principalmente por confiar en Zubikarai y Elustondo como central a pesar de que los dos han respondido a la confianza. El portero siempre ha demostrado su nivel bajo palos y con el pie y por arriba ha mejorado. El beasaindarra domina la posición de central porque ha jugado en ella en las categorías inferiores y tanto ahí como de pivote defensivo tiene unas condiciones óptimas para jugar de cara. Sus únicos problemas han llegado con las lesiones y por jugar más adelante, que es lo que le pasa ahora a Pardo. Los dos, como Arrasate, deberán responder en un ambiente difícil y la manera de cambiarlo es con su rendimiento y resultados. Pero para alcanzar resultados hace falta tiempo... Difícil espiral.