Dejen que les cuente la película. El gaztetxe de Leitza organiza por cuarto año su Concurso de Cortometrajes, en el que gana uno titulado «Zakarrak botatzen». En poco más de tres minutos y medio, el corto narra la salida de casa de un joven con una mochila al hombro previamente surtida de sprays y tirachinas; se le ve hacer un par de pintadas; es amonestado por el portavoz de Sortu, Pernando Barrena, porque «no son tiempos» para esas cosas; es sorprendido por la Policía y emprende la huida; y, finalmente, se observa a los agentes salir corriendo del pueblo perseguidos por un grupo de jóvenes. Todo ello en blanco y negro y con banda sonora estilo cine mudo.

Pues bien, parece que a la Guardia Civil no le ha gustado la peli y ha decidido, motu proprio, darle al guión un giro: se ha disfrazado de Charles Bronson en «Yo soy la justicia» y ha imputado a nuestro «Buster Keaton leitzarra» como presunto autor de un delito de apología del terrorismo. Fin de la parodia, comienza la realidad.

El cuerpo militar dice que, además de parodiar la presencia de las FSE en Leitza, en el corto se puede ver al protagonista realizar una pintada en una pared y «posteriormente se comprobó que en el mismo lugar de la grabación `se podía leer Gora ETA y Askatasuna'». Lo único cierto es que -pueden consultar el vídeo en NAIZ-, primero, el actor imputado garabatea el logo pro-amnistía creado por Chillida junto al texto «Amni» y después, en otro muro, escribe «Gora» y una «E» que ni siquiera llega a completar porque le sorprenden los agentes de la ley y el orden.

Y como por estos lares ya conocemos cómo van las de terror, quizás Dani Rovira debiera empezar a preocuparse por su liderazgo al frente de la manifestación -ilegal, ¿no?- de «Ocho apellidos vascos». Incluso todo el equipo del exitosísimo film podría acabar en la Audiencia Nacional acusado de colaboración si la Guardia Civil averigua que, durante su estancia en Leitza para el rodaje, normalmente comían en la herriko taberna.