Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

Piratas modernos

Que me reciclen si no estoy de acuerdo con el artículo de Aleix Vidal-Quadras en un órgano del «Tea Party» sobre el clan Pujol «y sus increíbles hijos», como les llama el fatxa Ángel Expósito en la COPE! Debe de ser que los extremos se tocan. Igual es eso...

Viene a decir quien ya no está en Vox que las veleidades independentistas del nacionalismo burgués catalán han cruzado la raya permitida por el inconfeso nacionalismo español -los nacionalismos siempre son los «periféricos», es sabido- que ha levantado la veda que existía sobre las «trapisondas y las corruptelas» del gran Ubú (J. Pujol Soley) y el CNI y la Udef se han puesto a sofaldar las conclusiones del clan con la luz verde del Gobierno. Y ello con la clara intención política de torpedear la línea de flotación soberanista catalana.

Se basa V-Q en la sospechosa ceguera de los sucesivos ejecutivos centrales en los últimos 30 años ante el cobro de comisiones por parte de Convergencia, «que no tenía por qué interrumpirse si no se hubieran dado circunstancias realmente extraordinarias». Algo que se ha dado y ha roto la omertà, o sea, roba pero no me toques las bolas en el Congreso (con Felipe en el Gobierno). Un pacto entre piratas,con perdón de estos últimos, como se verá.

Le parece a Aleix que ha sido la falta de respeto de los nacionalistas catalanes a las reglas del juego «entre mafiosos» (sic) la que ha acarreado la perdición al «Español del Año» (para Anson en «Abc»). Mientras todos bebían ansiosos -continúa Aleix- del abrevadero público, nadie se metía con el vecino, pero en el momento en que Convergencia se lanza al «delirio rupturista» poniendo en peligro la estabilidad del conjunto (=del chiringuito), se acaban los chistes y empieza la guerra (sucia). Los nacionalistas catalanes, que formaban parte -a la Cambó manera- del tinglado de la antigua farsa que es ya la transición, quieren romper la baraja (marcada) buscando un nuevo reparto del botín.

Los barcos piratas operaban bajo un código de conducta establecido pero no escrito. Es decir, no era universal, y cada galeón iba a su bola. Pero básicamente solían respetar unos principios mínimos: si no hay botín, no hay paga; si lo hay, se reparte en común, aunque proporcionalmente. Si un pirata roba a otro, a un «colega», se le condena a muerte. Ah, y todos a calafatear el barco.

Tiempos románticos de piratas del revolucionario poeta Espronceda. Tiempos decentes, tiempos aquellos... No como estos modernos aficionados sin principios.