Mikel INSAUSTI DONOSTIA

«El corredor del laberinto» o la distopía generacional del experimento humano

De entre los debutantes que ya vienen sobradamente preparados se encuentra Wes Ball, quien demuestra un gran conocimiento del medio. Cumple con la espectacularidad del proyecto encomendado, manejando un ajustado presupuesto, cuya inversión se ha centrado en los gigantescos y laberínticos decorados. La película engancha tanto o más que la novela original de James Dashner, incluso aunque el lector avisado conozca ya los detalles del distópico desenlace.

La Fox ya tiene preparada la continuación, que al igual que en la saga literaria de James Dashner se titulará «Las pruebas». No es que haya precipitación, sino que el éxito económico de la primera entrega estaba asegurado de antemano debido a lo ajustadísimo del presupuesto, con lo que todo van a ser ganancias.

A pesar de que «El corredor del laberinto» tiene la apariencia de una gran producción, en realidad ha contado con lo que en Hollywood se considera una inversión media, exactamente de 40 millones de dólares.

Y lo llamativo es que el artífice del milagro es un debutante, pero que demuestra poseer ya un gran conocimiento del medio. Wes Ball ejercía de técnico de efectos especiales, hasta que sorprendió al mundillo cinematográfico con su impactante corto «Ruin», hecho para convencer a la industria de que podía hacer maravillas con un ordenador y muy poco dinero.

Los laceradores

En «El corredor del laberinto» el despliegue tecnológico no se nota mucho, porque lo más destacado son los gigantescos y laberínticos decorados construidos a escala. Lo único realmente futurista es el diseño de los laceradores, esas criaturas biomecánicas que vigilan de noche el laberinto, y que son como unas arañas robóticas de mordedura mortal.

En la película, al igual que en el libro, el protagonismo recae sobre el elemento humano. Los jóvenes del 2024 son sometidos a un experimento de supervivencia, de acuerdo con los preceptos actuales de la ciencia-ficción distópica y apocalíptica. Como quiera que «El corredor del laberinto» va dirigida al público adolescente, pertenece de lleno a toda la corriente inspirada en el clásico de William Golding «El señor de las moscas». Y, por supuesto, se le añade el suspense fantástico de «Perdidos», la serie de televisión creada por J.J. Abrams y Damon Lindelof.

No merece la pena perderse en la fútiles discusiones que inundan la red sobre si la película mantiene el nivel de la novela, porque puedo asegurar que engancha tanto o más, y te tiene clavado a la butaca durante casi dos horas, incluso conociendo de antemano los detalles del desenlace.

La versión cinematográfica cuenta con el aliciente de que la doctora que revela la información al grupo de chicos y una chica sometidos a la prueba del laberinto está interpretada por nada menos que Patricia Clarkson. Como para perderse los últimos instantes.