Arantxa MANTEROLA

La patronal francesa no se conforma con las concesiones prometidas y pide más al Gobierno de Valls

El Primer Ministro ha conseguido, de forma muy ajustada, el visto bueno de la Asamblea Nacional para llevar a cabo su plan de ajustes que prevé importantes cesiones en favor de las empresas. Sin embargo, la patronal cree que son insuficientes y plantea nuevas exigencias para crear empleo.

Precisamente la víspera de la sesión parlamentaria del martes, el diario económico «Les Echos» filtraba un documento interno del Medef -principal organización patronal- en el que esboza une serie de medidas, tanto de orden fiscal como social y laboral, encaminadas a incitar la creación de un millón de empleos.

Entre dichas propuestas destacan la supresión de dos días festivos de los once que contempla el calendario laboral francés. Consideran que su profusión así como la complejidad que acarrea su organización y engarce en la actividad laboral suponen un «freno para el crecimiento económico y, por ende, para la creación de empleo». Con dicha supresión, los patronos calculan que la economía crecería alrededor del 1% y que se crearían 100.000 empleos.

Otra de las osadas medidas que recoge el documento es la de rebajar «de forma temporal» el salario mínimo -SMIC, actualmente en 1.445 euros brutos al mes- a las franjas de población más alejadas de la posibilidad de empleo. Las ayudas sociales podrían complementar el resto hasta llegar al SMIC. Con ello, según el Medef, se crearían entre 50.000 y 100.000 empleos.

Otros tantos generarían si se revisaran las tablas y baremos de las obligaciones sociales y fiscales de las empresas. Además, si se permitiesen el trabajo dominical y el nocturno «voluntario y consensuado entre trabajadores y patronos, vía convenios sectoriales o de empresa», anuncian que el número de nuevos empleos se incrementaría entre 50.000 y 200.000 en el sector del Turismo y entre 40.000 y 100.000, en el del Comercio y Distribución.

Horas a la carta

La patronal cree, asimismo, que el número de horas de trabajo no debería ser «impuesto» por le y demandan que cada patrón pueda negociar a la carta el tiempo de trabajo de su empresa, con lo que la semana de 35 horas establecida en 2002 por el Gobierno del socialdemócrata Lionel Jospin queda en entredicho. El único límite sería no superar la duración máxima europea que está establecida en 48 horas semanales.

Junto con ello, el Estado debería flexibilizar aún más las condiciones de contratación instaurando, por ejemplo, el contrato de proyecto. Esta vieja demanda de la patronal consiste en extender a todos los sectores de actividad este tipo de contrato de fin de obra aplicado, en particular, en el de la construcción. En opinión del Medef, el control sobre los esfuerzos de los parados para encontrar empleo debería hacerse «realmente» ya que -aseguran- «es prácticamente inexistente» en la actualidad». También reclaman más rebajas fiscales y más exoneraciones de cargas sociales.

Obviamente, los sindicatos han puesto el grito en el cielo ya que consideran que la pretensión de los empresarios es dinamitar la reglamentación laboral. Así, la reacción a la «bomba» de la patronal no se hizo esperar. Además de por el contenido, las centrales se han sentido ultrajadas por las formas ya el Medef ni siquiera mencionó nada al respecto en la reunión multilateral que habían celebrado en París para establecer la agenda social.

El dirigente de FO Jean-Claude Mailly achacaba el descaro de las pretensiones patronales a la actitud del gobierno que «últimamente tiene tendencia a acceder a sus reivindicaciones». La CGT alertaba de que «se está poniendo en un brete la democracia social» y su secretario general, Thierry Lepaon, exigía a Valls que «haga entrar en razón» a la patronal.

Hasta los afines al Pacto

Incluso los sindicatos que apoyan el Pacto de Responsabilidad del Gobierno se han sentido agraviados por las «provocaciones» del Medef. La CFTC por ejemplo, anuló el encuentro bilateral que tenía previsto para mañana con la organización patronal. La CFDT, por su parte, consideró «inaceptables» los planteamientos. «Antes de lanzar la negociación sobre el diálogo social, la patronal debía demostrar que se podía confiar en ella y esto es todo lo contrario» dijo indignado su máximo responsable, Laurent Berger.

LAB también considera que la patronal esta «crecida» por la actitud gubernamental y que lo que pretende es «agravar más la explotación de los trabajadores y conseguir más ventajas cuando el Ejecutivo acaba de conceder a los patronos más de 40.000 millones de euros en exoneraciones fiscales y sociales».

El sindicato abertzale se pregunta si estas filtraciones no son una treta para preparar el camino a otras medidas antisociales que el gobierno tendría en cartera para que, en comparación con las anunciadas por el Medef, parecerían «menos penosas».

Sea como fuere, lo cierto es que la onda expansiva del documento hizo que el patrón de patrones, Pierre Gattaz, pospusiera al día 27 la rueda de prensa que tenía prevista ofrecer esta misma semana, tras alegar que no era adecuado entrometerse en la ya cargada actualidad política.

Para calmar los ánimos, otro portavoz de la organización patronal manifestaba que se trata de un borrador de trabajo y que las posibles medidas que se plantean en él no se corresponden exactamente con las propuestas definitivas que el Medef pondrá sobre la mesa las próximas semanas.

En una entrevista tras la filtración -voluntaria en opinción de ciertos medios-, Gattaz matizó que su intención era «suscitar el debate». Ciertamente lo ha conseguido pero, de paso, ha puesto aún más en dificultad al tándem Hollande-Valls, que no necesitaba, precisamente, acalorar aún más los ánimos ni de los sindicatos ni del cada vez más numeroso sector crítico de su propio partido, que no apoyó su política en la sesión de la Asamblea Nacional del martes.