Endika Zapirain Aranburu
Analista
GAURKOA

Decidir: dinamizar y acelerar el proceso

La ley en España es muy volátil, depende de los intereses de los partidos mayoritarios. No constituye un mandato divino. Por eso, considero un error defender la ley a ultranza o ponerla por encima de todo. Es digno de elogio que hombres, mujeres y jóvenes, grupos sociales y políticos estén trabajando y luchando por todos los derechos de las personas, grupos y pueblos. Gracias a esta lucha, se han logrado la consecución de derechos básicos y su desarrollo. Hasta hace poco tiempo, era ilegal el uso y disfrute de muchos derechos actuales. Tomar conciencia de la importancia de la lucha y el trabajo en la defensa de derechos individuales y colectivos es fundamental.

Observamos con interés los acontecimientos que se están desarrollando en Escocia y Catalunya. Estamos expectantes de la evolución y del desenlace final de la segunda. Los unionistas de allí y de aquí se afanan en descalificar a los aspirantes a disponer de un estado propio. Lo hacen de forma impropia: «no se han dado cuenta de las grandes ventajas de permanecer juntos»; Better Together (mejor juntos), dicen los unionistas británicos.

Los escoceses por la independencia saben que para Escocia es mucho mejor la opción de un estado propio. Un estado propio les permitiría la gestión global del Gobierno del país en materias tan importantes como la economía, la acción social en todas las áreas afectas y la energía. Lo que determinaría el mantenimiento y la mejora del bienestar de los que viven en Escocia.

Escocia, a pesar de llevar trecientos años unidos al Reino Unido, se ha planteado con naturalidad la posibilidad de independizarse; para lo cual, se ha abierto un debate plural entre las dos posiciones, que se ha desarrollado con naturalidad, intensidad y respeto mutuo. Al final, han sido los y las ciudadanas quienes han decidido.

¿Hay diferencia entre Reino Unido y España? La diferencia entre Reino Unido y España es abismal. Existe un concepto diferente de democracia. Allí el sistema democrático es estándar. En España, el sistema es una especie de democracia orgánica. En el franquismo la democracia orgánica se sustentaba en dos pilares: el Movimiento Nacional y los poderes fácticos. Ahora se sustenta en los mismos poderes fácticos y en el «Movimiento Nacional» que ha cambiado, ahora es más sutil, sui géneris. Antes era de partido único, la Falange, y disponía de ciertos cuadros de coordinación. Ahora el «Movimiento Nacional» se compone de varios partidos, principalmente de PP y PSOE. No tienen cuadros de coordinación específica, pero funcionan con evidente eficacia.

Funcionan al unísono en materias transcendentes. En aquellas que consideran importantes para España y para sus propios intereses. Algunos ejemplos: La Monarquía borbónica; la indivisibilidad de la patria, la suya, la española; la sumisión y obediencia sin condiciones a la Troika europea y demás poderes fácticos de España...

En base a estas aptitudes, el «Movimiento» -PP y PSOE- no permite una ley que dé cauce a las aspiraciones de los pueblos o naciones españolas para determinar su futuro democráticamente.

Apelan a la ley para impedir que la consulta en Catalunya se pueda celebrar. Es patético observar a personas adultas y aparentemente de inteligencia suficiente que apelen una y otra vez a este argumento. Cuando es obvio que depende exclusivamente de ellos. Se trata simplemente de modificar/adecuar la ley vigente, adaptándola a la situación actual, democratizándola. O sea, elemental.

No es de recibo, que estos partidos -PP y PSOE- pretendan hacerse dueños del destino de los ciudadanos y pueblos del Estado español, a su antojo, según su concepción e intereses. Es decir, como un auténtico «Movimiento Nacional», en defensa de sus propias esencias e intereses. Sin contar con las instituciones, grupos y ciudadanía de esas áreas.

Esta situación es tan irregular desde cualquier punto de vista, que no podrá mantenerse. La ciudadanía terminará dándose cuenta de que estas actitudes no se corresponden con posiciones mínimamente democráticas. Desde el interior de los propios partidos, habrá cada vez más contestación, porque no puede satisfacer a ningún demócrata que se precie. Se consolidarán otras alternativas.

Provocadores de independencias: Los estados centralistas son los impulsores de los movimientos independentistas. Efectivamente, en todos los casos, los planteamientos por la independencia se sustentan en el hartazgo de la región o nación afectada. No han sido tratadas con el respeto y la consideración que merecían. Más bien todo lo contrario.

Esto es una constante. En Escocia se planteó la independencia por la insatisfacción que sentían con Londres. No se sentían considerados y tratados debidamente y además, cada vez con más intensidad, sentían el riesgo de empeorar su estatus y bienestar actual en diversas áreas. Ante lo cual se plantearon seriamente independizarse.

En Catalunya, exactamente lo mismo: Insatisfacción total. Lo que era una aspiración de algunos grupos, especialmente de ERC, ha pasado a ser el movimiento mayoritario y asumido por la Generalitat. De tal manera que el movimiento por la independencia se ha hecho irreversible. Catalunya será independiente. Tal vez pase más tiempo de lo deseado, pero llegará ese momento.

En Euskadi, demasiado obvio, estamos hartos de tanta injerencia y ñoñez. El Gobierno español toma decisiones en cualquier materia que afecta directamente al autogobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos, sin más miramientos. Es lamentable que desde Madrid, con una torpeza y falta de inteligencia política monumental, actúen sin contar con las instituciones vascas. Una vez más el «Movimiento Nacional», sin contemplaciones. Pero esta forma de actuar se volverá contra ellos, no solo en las urnas, también, en el sentimiento y convicciones independentistas. Es elemental: cuando se está metiendo el dedo en la llaga, con saña, una y otra vez, se termina harto, dolorido y agotado. Es inevitable sentir ganas de correr, de escaparse de este disparate, hacia otro estatus.

Euskadi/ Euskal Herria: Es lamentable que sea necesario luchar por el reconocimiento de un derecho básico. ¿En base a qué principio, mandato humano o divino, puede oponerse alguien, persona, grupo o institución de cualquier especialidad y responsabilidad, a un derecho tan elemental? La Judicatura debería oponerse radicalmente a este sistema de abuso grosero del poder político. Es inamisible que el PP y el PSOE mantengan leyes obsoletas para impedir que una nación, pueblo, comunidad, pueda decidir su futuro libremente. Este es el caso de Catalunya y Euskadi.

Hay que superar esta situación haciéndole frente, logrando el reconocimiento efectivo del derecho. En todo caso, es imprescindible movilizar a la gran mayoría de la sociedad vasca. Una manifestación en forma de cadena humana como la precedente Gure Esku Dago, que sea tan importante que trascienda a Europa y otras áreas. La experiencia anterior de esta plataforma, fue muy positiva no solo en el gran número de personas que se movilizaron, sino también en la propia organización. Lo que se pudo observar in situ fue muy satisfactorio.

Ahora hay que seguir sin descanso en la lucha y el trabajo por el derecho a decidir. Hay que acelerar el proceso. Hay que movilizar a todas las personas, hombres, mujeres y jóvenes con conciencia democrática suficiente.

Conviene recordar que todos los logros alcanzados, en cualquier lugar, en la consecución de derechos básicos, ha sido a base de lucha, a menudo intensiva. Jamás se ha otorgado un derecho importante, graciosamente, por el poder de turno.