Jesus Valencia
Educador social
JO PUNTUA

Los 365 días del año

En los tórridos días de este septiembre visitamos dos cárceles andaluzas. El encuentro con los amigos allá dispersados reafirmó lo que todos sabemos. Las interminables horas del regreso invitaban a la reflexión; quizá fueron los olivares infinitos o el olor fuerte de alguna almazara los que evocaban la metáfora del viejo trujal que conocí en mi infancia.

Las olivas recolectadas (referente simbólico de los presos y presas en esta alegoría rural) eran sometidas a un doble proceso de estrujamiento: la maceración y el prensado. El primero consistía en triturarlas hasta convertirlas en una masa aceitosa; perdían su forma pero no su riqueza. En la segunda fase -distribuida la masa en serones superpuestos- era sometida al prensado (el equivalente a la dispersión). Aquel proceso no suponía una violencia ruda y breve; se trataba de una presión prolongada y silenciosa. No se detenía hasta que la masa desprendía -gota a gota- toda la riqueza que almacenaba y quedaba reducida a un deshecho negruzco al que llamábamos «huesillo».

Hace 25 años comenzó el «prensado» de la dispersión y los responsables de la misma están empeñados en continuar con ella. Quienes la soportan todavía no han sido reducidos al despreciable huesillo, pero es mucha la riqueza vital que se les va arrebatando: las muertes provocadas dentro y fuera de los penales arrastran un largo reguero de accidentes (el último tan reciente), de enfermedades, de separaciones cruentas, de expolios económicos y de desalientos anímicos. También hace 25 años que sectores solidarios de este pueblo se alzaron de mil formas para detener el maldito engranaje. No lo han conseguido pero tampoco han desistido, a pesar de que los guardianes del artilugio persiguen a quienes lo intentan desmontar.

Hace unos meses se presentó en Euskal Herria otro nuevo organismo que pretende acabar con la dispersión. Sare no se proclama heredero de nadie, pero sí recoge el impulso liberador que late cada vez con más fuerza en nuestra sociedad. Hace dos días reafirmó su propósito de acabar con la dispersión aunando las muchas y variadas sensibilidades que comparten dicho objetivo. Estuvimos y estaremos con Sare. El 11 de enero casi 140.00 personas fuimos capaces de inundar Bilbao desbordando peñascos y Velascos. La prensa de la dispersión funciona los 365 días del año; el mismo tiempo que debiera de mantenerse activo nuestro compromiso solidario.