La carrera de Naomi Kawase siempre ha estado ligada a los festivales y desde el mismo instante que su nombre comenzó a sonar a nivel internacional tras convertirse en la ganadora más joven de Cannes con su ópera prima “Suzaku” (1997). Con el transcurrir de los años, Kawase se ha convertido en una garantía para las programaciones de los festivales porque su mirada se acopla a la perfección a ese tipo de cine que tanto suele irritar al espectador medio occidental y tanto seduce a buena parte de la crítica. En cuanto Kawase se pone a filmar, abandona el reloj y el concepto tiempo pierde su sentido porque el movimiento de las manecillas parece molestar a una autora dotada de una gran sensibilidad a la hora de desarrollar tramas enmarcadas en una naturaleza que adquiere grado protagónico. Poética e íntima, “Still the Water” simboliza el  despertar a la vida de dos adolescentes y, al mismo tiempo, un adiós a la vida en perfecta comunión con la naturaleza. Todo ello dictado por el tempo que marca el rugido de un mar que deja a un lado su aspecto más embravecido en cuanto los adolescentes comparten un baño en sus profundidades y un viento que es capaz de susurrar canciones japonesas ancestrales y mostrar toda la cólera callada que un joven es capaz de guardar para sí.