Koldo CAMPOS
Escritor
AZKEN PUNTUA

Vive quien participa

Hace más de dos mil años lo expresó el filósofo Confucio: «Si lo oyes, lo olvidas; si lo ves, lo recuerdas; si lo haces, lo aprendes». Hace doscientos años, de otra manera, tan hermosa como la del chino, también lo dijo el maestro venezolano Simón Rodríguez: «Enseña y tendrás quien sepa; educa y tendrás quien haga».

Aunque ninguno de los dos pensadores la citara por su nombre, había una palabra, un verbo presente en las dos reflexiones: participar.

Ambos aludían a la necesidad de implicarse porque para aprender haciendo es indispensable participar. No desde lejos, para saberlo o recordarlo, sino con todos los sentidos, porque somos lo que hacemos. Hacer resume y trasciende los aportes que nos brindan los sentidos. Hacer implica nuestra voluntad, hacer es nuestra decisión.

Y no hay un solo objeto, obra, pensamiento, no hay nada que no haya sido el resultado de distintas ideas, criterios, aportes... Nadie puede hacer solo, sino con los demás. De ahí la necesidad de la participación en cualquier proceso de educación, de desarrollo, de vida.

Quienes nos gobiernan bien lo saben y a ello es que se debe su empeño por aislarnos, por dividirnos, por convencernos de la conveniencia de mantenernos al margen.

Hasta ayer, participar era necesario. Hoy comienza a ser imprescindible. Y este verbo que como mejor se conjuga es en gerundio, además de ser imprescindible, nos abre las puertas, porque va de la mano de esas otras hermosas palabras que como unir, compartir, ser solidario... solo mientras seamos capaces de pronunciarlas van a hacer posible que sigamos vivos.