Joseba VIVANCO

El Athletic toca fondo

Pésima imagen de los rojiblancos ante un rival bielorruso que casi siempre le superó, tanto por juego como por intensidad. Los de Valverde, muy flojos en defensa y sin ideas, no tuvieron capacidad de reacción.

BATE BORISOV 2

ATHLETIC 1

Hay una costumbre en Bielorrusia que dice que cuando tenemos que volver a casa porque se nos ha olvidado algo, antes de salir de nuevo por la puerta hay que mirarse en un espejo. El Athletic aterrizó en Borisov sabedor de que había olvidado el fútbol que le había caracterizado hasta hace no tanto. Y allí, a miles de kilómetros, se miró al espejo y siguió sin reconocerse. Y como dice una de las leyes de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal. Y salió. Y quien más quien menos tiembla con solo pensar lo que puede ser la visita el domingo al Bernabéu. Se acaban los descalificativos. El Athletic ha tocado fondo, porque es imposible hacerlo peor. O quizá sí, porque por lo visto ayer, este equipo no tiene capacidad de reacción para salir del bache en un corto espacio de tiempo. Ernesto Valverde reclamaba una buena noticia. Pues recibió la menos deseada. Porque más allá de perder ante la que se suponía `cenicienta' del grupo, y no solo situarse colista de su grupo de Champions, pone en riesgo su presencia en la Europa League como, mal menor, tercer clasificado. Dios, qué tortura de partido el vivido anoche.

Hasta ahora, la defensa rojiblanca era lo único potable que podía salvarse de los últimos encuentros. Sobria, sin conceder apenas remates a la portería de Iraizoz. Ayer fue una verbena, lo mismo que la medular y habrá que salvar al solitario Aduriz, que además de fabricarse un buen gol que hizo albergar esperanzas en medio del desierto, se fajó a destajo para igualar una contienda que siempre estuvo cuesta arriba y que pudo ser peor. El BATE, que ante el Porto en la primera jornada solo realizó un disparo a puerta, sumó más de una veintena de remates en las mismas narices de un Iraizoz que salvó unas y vio cómo con la mirada desviaba otras, incluido un latigazo al poste cuando aun el marcador era de 0-0.

Ernesto Valverde apostó por Iraola en banda, Ibai Gómez por Susaeta, y repetir con Beñat más retrasado y Rico apretando la salida del equipo rival. Y nada funcionó. Ni nada ni nadie. Un par de disparos lejanos y desviados del de Igorre fue la pólvora de los rojiblancos en una primera mitad en la que apenas tuvo el control sobre la pelota, dejó que el rival llegara siempre suelto a su área y terminó cediendo en el luminoso a los veinte minutos. Córner peinado en el primer palo y remate en el segundo de un jugador libre de marca.

Txingurri, en la banda, tragaba saliva y fruncía el ceño hasta la celafela. Aquello no funcionaba. De Marcos, Susaeta y Toquero salían a calentar. Minuto 28, primer saque de esquina favorable al Athletic, lo saca un inédito Ibai y lo manda fuera directamente. Patético. Un balón al poste de Iraizoz fue el preludio del segundo tanto, otra vez la defensa blanda, chut dentro del área, roza Iraola y descoloca a Iraizoz, vencido.

Sin ideas, el Athletic no dio visos de reacción. Lento, sin intensidad, perdiendo cada duelo individual, ni un balón aéreo, mal en las transiciones, peor en los pases. Y en medio de ese desatino, Muniain le hizo el boca a boca al partido, trazó un balón para Aduriz que, matador del área, se revolvió y la cruzó a la red.

Un gol que permitió soñar con algo mejor, con una reacción en la segunda mitad que, por desgracia no fue tal, ni siquiera con las entradas de De Marcos y Susaeta. El BATE, intenso, serio, con un juego de combinación que saltaba las líneas rojiblancas como el cuchillo a la mantequilla, con un Signevich -7 remates- que fue una pesadilla constante para la zaga bilbaina, pudo sin despeinarse apalizar a los rojiblancos. Literal. Entre el minuto 50 y el 59 malogró no menos de seis ocasiones de gol. El Borisov Arena hacía la ola. No era para menos. Y a pesar de ello, Susaeta la tuvo en un chutazo que despejó con apuros el portero local. El Athletic achuchó, con corazón. El que le puso Toquero, el recurso cuando las cosas van requetemal. Triste, muy triste. Nos recordó a aquel Athletic de Praga. Lángido, apático, sin alma. Y la cosa no pinta bien. Y todo en 32 días, los que han pasado desde la victoria ante el Napoli.

Empate. Un gol del colombiano Jackson Rodríguez en el descuento fue lo mejor que le pudo pasar al Athletic, ya que ese tanto igualó un partido que el Porto perdía ante el Shakhtar. Los locales iban 2-0 por delante en el marcador y los de Julen Lopetegi consiguieron igualar. Los lusos serán el próximo rival de los leones, el día 21 de octubre, en el estadio Do Dragao.

«Esto no puede seguir así», hace autocrítica Aduriz

«Yo soy el máximo responsable», cargó culpas Ernesto Valverde en sala de prensa después de asumir que «hace tiempo que no hacíamos un partido tan malo. Hemos sido un equipo irreconocible. Ha sido un paso atrás. Somos mucho peor que hasta hace unos días y esto no puede ser». Y es que reconoció que la entrada al partido de su equipo fue muy floja y que el BATE hizo más para ganar, por lo que le felicitó. El técnico sí se lamentó de la falta de intensidad de sus jugadores, de que el rival ganara cada duelo, de que el equipo sufriera con cada contra, de jugar «sin opciones». Y añadió: «Este resultado nos deja tocados, es un paso atrás en toda regla, hace mucho que no hacíamos un partido tan malo». Precisamente, «aun tenemos opciones, pero si jugamos como hoy, ninguna», se mostró tajante. Aritz Aduriz tampoco es de los que se muerden la lengua. «Hay que sentarse, reflexionar y darle la vuelta» a la situación por la que está pasando», declaró el goleador del Athletic. «Hemos estado francamente mal, nos han superado en todo», reconoció el ariete. «Hay que dar una vuelta de tuerca ya porque hoy ha quedado demostrado que esto no puede seguir así. Hay que sentarse, reflexionar y darle la vuelta a esto», insistió. Aduriz abogó porque su equipo mantenga la «confianza» en lo que «siempre ha hecho» y, además, se animó como mal menor al ver cómo ha quedado el grupo tras el empate entre ucranianos y portugueses. «Dentro de lo malo estamos vivos, es una pequeña esperanza y vamos a esperar hasta el final», alentó.