Pablo CABEZA BILBO

«La chanson» recupera clásicos de la canción francesa austera y del pop

Un doble cedé titulado «La chanson» recuerda que desde hace cinco décadas la canción francesa mantiene su identidad tanto con el recuerdo a los grandes nombres como a los jóvenes que desde el presente mantienen ciertas constantes de lo que hace décadas se denominó «la chanson francesa». Género de recia estructura y textos profundos. Una apuesta que en Euskal Herria influyó notablemente a músicos como Xabier Lete, Imanol, Mikel Laboa o Rafa Berrio.

De Jacques Brel a Carla Bruni, de Georges Brassens y Serge Gainsbourg a Olivia Ruiz y Benjamin Biolay, de Jane Birkin y Sylvie Vartan a Vanessa Paradis y Jenifer, más Boris Vian, Maxime Le Forestier, Georges Moustaki, Nino Léo Ferré, Françoise Hardy, Yves Montand, France Gall..., así hasta algo más de cuarenta canciones en un viaje temporal por la canción francesa que propone el doble cedé «La chanson», donde se unen cinco generaciones de músicos ligados por la personalidad en la forma de entender la canción de autor y el pop.

Los antecedentes de la chanson son remotos, de siglos, con la chansonnier (canciones ácidas, humorísticas, críticas... de cabaret principalmente) como referencia más próxima en el tiempo. La crítica social y política, las reflexiones, llegan a los años cincuenta y sesenta a una generación de autores con márgenes profundos. Es el tiempo de Jacques Brel, Aristide Bruant, Léo Ferré, Serge Gainsbourg, Georges Moustaki, Alain Souchon, Charles Trenet, Boris Vian, el anarquista Georges Brassens, Serge Gainsbourg, Nino Ferrer, Yves Montand... Son músicos con personalidad, canción de autor, pero tampoco representan un movimiento compacto.

A esta tendecia que cuida los textos y orienta su musicalidad hacia el valor del texto, se les une en la década de los sesenta una generación de corte pop muy influyente. No hay existencionalismo, se prefiere el amor y temas livianos. Son los días de Françoise Hardy, France Gall, Brigitte Bardot, Sylvie Vartan, Jane Virkin, Clothilde, Jacquéline Taïeb, Stella, Dalida...

Toda esta corriente yé-yé contó también con su versión masculina, aunque sin el poder de las musas femeninas. El caso de Claude François (de notable éxito durante los sesenta y setenta) fue curioso. Escribió junto a Jacques Revaux la canción «Comme d'habitude», que trataba del desamor creado tras la ruptura del noviazgo con France Gall, conocida por aquellos años sesenta con la lolita francesa. El canadiense Paul Anka escuchó de forma casual la canción. Se quedó con la melodía y pensó que la letra había que cambiarla, que merecía algo más profundo.

La canción pasó de hablar de unas relaciones sentimentales a unas reflexiones sobre la existencia realizadas por una persona que repasa su vida y las decisiones tomadas sin arrepenti- miento alguno. Todo lo hizo con convicción y «a su manera». La revisión terminó en manos de Frank Sinatra que la grabó en 1969 baj0 el título de «My way». La revitalización de aquel «Comme d'habitude» no obtuvo una repercusión fuerte en sus primeros años, pero con el paso del tiempo se convirtió en un clásico del repertorio de Sinatra. De hecho, su interpretación es tan impresionante que convierte «My way» en una de las mejores canciones de todos los tiempos. Claro, que pocos o nadie han tenido la voz de Sinatra.

Mientras tanto, el 11 de marzo de 1978 el rubio Claude François moría electrocutado en su bañera al tocar un enchufe con las manos mojadas, «a su manera».

Incluso, en 1989, el régimen de Mijaíl Gorbachov se refería a su política de no intervencionismo en los asuntos internos de los demás países firmantes del Pacto de Varsovia como la «Doctrina Sinatra», debido a que la URSS reconocería a tales países el derecho de implementar políticas «a su propia manera» aludiendo a la línea «I did it my way» del tema de Sinatra, en realidad de Paul Anka en texto. Es, por cierto, la canción más cantada en los sepelios de Estados Unidos.

Las cuarenta

«Chanson» (Universal) es el doble cedé que recoge la historia de la canción francesa a lo largo de cinco décadas. Resulta bastante completo, pero no puede reunir todos los nombres de la época; en parte, por imposibilidad física y, de otra, por derechos de otras compañías.

Con todo, no faltan los artistas más notables y sus canciones más populares: Jacques Brel y «Ne me qitte pas», Serge Gainsbourg y «La chanson de Prévert», Georges Brassens (de los más influyentes) y «La mauvaise réputation», Boris Vian y «Le Déserteur», Serge Reggiani y «Votre fille a 20 ans», Georges Moustaki y «Ma solitude», Leo Ferrer y «Paname», Yves Montand y «A bicyclette», Eddy Mitchell y «Couleur menthe a ll'eau», Maxime Le Forestier y «Mon frère», Jacques Dutronc y «Et moi et moi et moi», más Nino Ferrer, Renaud, Daniel Balavoine, Henry Salvador...

El segundo cedé cambia de rumbo y compila el lado más pop de la canción francesa desde los sesenta el presente y con algunas cosas curiosas. Serge Gainsbourg y Jane Birkin abren con la célebre «Je t'aime moi non plus». La actriz, y en menor medida cantante, Catherine Deneuve interpreta «Dieu fumeur de havanes», con Serge Gainsbourg como invitado. La familia Gainsbourg sigue presente con el clásico «Bonnie & Clyde», que lo interpretan Lulu Gainsbourg (hijo del matrimonio de Serge con la modelo y cantante Bambou) y Scarlett Johansson. Lulu, que es clavado a Johnny Depp, grabó en 2011 «From Gainsbourg to Lulu», en el que consiguió que colaborasen el propio Depp, Shane McGowan, Rufus Wainwright, Iggy Pop, Vanessa Paradis, Marianne Faithfull... y Scarlett Johansson .

Benjamin Biolay, Zazie, Carla Bruni, Dalida, Barbara, Sylvie Vartan, Jenifer, Claude François, Juliette Gréco y otros completan obra.

La chanson dentro de la escena vasca a lo largo del tiempo y homenaje euskaldun a serge gainsbourg

Con la canción francesa se podría viajar en el tiempo hasta el siglo XV en busca de antecedentes, pero en lo que refiere a su reciente influencia en diversos países de Europa, la historia despega en los años cincuenta para mantenerse, con los obvios cambios de estilo o adecuaciones, hasta el presente. El clásico «Ne me quitte pas» se daba a conocer en 1959, con letra y música de Jacques Brel y «Le Métèque», 1968, pegaba fuerte gracias a Georges Moustaki. Al año siguiente, en una mezcla de tradición y aventura pop «Je t'aime... moi non plus», con letra y música de Serge Gainsbourg, triunfaba en buena parte del mundo incluso con sus prohibiciones. La versión más conocida fue la realizada por Gainsbourg y Jane Birkin. Pero la canción francesa de corte pop ya había conocido el éxito con «Tous les garçons et les filles», 1962, popularizada por Françoise Hardy. Previamente, en 1945, «La vie en rose», surgía de la voz de Édith Piaf.

En Euskal Herria el pop francés, a pesar de su éxito, no penetró globalmente en la escasa escena vasca de los sesenta, pero sí lo hicieron nombres como Georges Brassens, Maxime Le Forestier, Jacques Brell o Moustaki, de tal forma que su estilo literario, su sentido de la crítica y la recia estética caló con cierta profundidad en músicos como Imanol, Xabier Lete o, aunque en menor medida, en Mikel Laboa.

La conexión directa de la chanson con Euskal Herria queda reflejada en la edición por parte del sello navarro Nola! de «Live au djazet», doble vinilo de 1989 de George Moustaki, que nacido en Alejandría se instala en París en 1951, quedando subyugado por George Brassens. Moustaki e Imanol aparecen juntos en el cedé «Discopolis 5000. Radio 3», donde se interpreta «Zergatik».

En 2007, Juancar Landa, de Sanchís y Jocano, le dedica un homenaje a Serge Gainsbourg con el disco «Gainsbourg gainbegiratuz», un cedé donde participan, entre otros, Txuma Murugarren, Mikel Markez, Rafa Berrio ( el más purista), Giorgio Bassmatti, el propio Juancar, Sanchís, Mikel Aguirre (La Buena Vida), Jone Gabarain (Le Mans)... o Gari.

No parece que el nuevo siglo mantenga lazos, pero la historia dibujó imperturbables conexiones entre diferentes generaciones de «cancioneros» de uno y otro lado. P.C.