Koldo LANDALUZE DONOSTIA
Elkarrizketa
DAMIÁN SZIFRON Y LEONARDO SBARAGLIA
DIRECTOR Y ACTOR DE «RELATOS SALVAJES»

«`Relatos salvajes' coloca a sus personajes ante un espejo grotesco de la realidad»

Seis relatos, seis crónicas cotidianas a través de las cuales el cineasta Damián Szifron aporta una perspectiva de nuestra realidad mediante un encadenado de conductas tragicómicas que derivan hacia una situación límite. Estos son los engranajes de «Relatos salvajes», una de las películas más aclamadas de la reciente cinematografía argentina.

Satisfechos por la labor realizada, el cineasta Damián Szifron y el actor Leonardo Sbaraglia desgranaron para GARA los entresijos de la película «Relatos salvajes» durante la reciente edición de Zinemaldia.

¿Qué fue primero, el título o la película?

D. Szifron: Esa es una cuestión muy interesante ya que lo que tú me comentas suele estar asociado a la literatura. En muchos casos ocurre que un escritor desarrolla una historia a partir de un título. En mi caso no fue así, tenía en mente las historias que iban a dar forma a la película, pero curiosamente, hubo un detonante que ayudó a determinar el rumbo de las mismas. La palabra `salvajes' que figura en el título sirvió para dar el sentido final que yo quería dar a las tramas.

Se dice que hay novelas que son muy cinematográficas. En el caso de «Relatos salvajes», podría considerarse como una película muy literaria.

D.S. Esa es una perspectiva que me gusta mucho y me alegro que pueda ser considerada de esta manera porque la estructura narrativa de las historias que conforman la película cuentan con un engranaje muy enraizado en la literatura. En ese sentido, cuento con la ayuda de un gran amigo que es un excelente guionista y él se encarga de supervisar lo que le envío. Siempre tuve presente los cambios que me remitió y en concreto aquellos que tenían un fuerte componente literario. En relación a los modelos en los que me inspiré cinematográficamente, son evidentes los episodios televisivos de Alfred Hitchcock o las «Historias de Nueva York» que rodaron Coppola, Allen y Scorsese.

El episodio protagonizado por Ricardo Darín también podría hacernos rememorar a aquel desorbitado Michael Douglas que protagonizó «Un día de furia».

Lo que busqué en ese episodio fue crear una sensación de `aire comprimido', que aumenta progresivamente hasta perturbar al personaje. Todo ello parte de lo insensato que resulta la concentración de vehículos en Buenos Aires. Es una historia calmada y el estallido de violencia que padece el ingeniero resulta bastante silencioso. Creo que este episodio protagonizado por Darín es el que mayor `solidaridad' logra por parte del espectador porque hay un menor distanciamiento con el que interpreta, por ejemplo, Leonardo Sbaraglia.

El tempo de la película está muy bien definido, la duración de cada uno de los episodios. ¿Fue algo que estuvo presente desde el inicio del proyecto o surgió porque sí?

D.S. Es cierto, los cuentos que aparecen en la película aparecen en el mismo orden en que fueron imaginados. En el prólogo busqué brevedad y contundencia y el último es el más largo, dura más de media hora, ya que incluye un buen número de giros dramáticos que derivan hacia un final muy explosivo. El resto de los episodios rondan los 20 minutos y en ellos busqué variedades dramáticas de todo tipo; contrastes que diesen diversidad a las historias y personajes. Las escenografías también varían porque una de ellas transcurre en una noche de tormenta, otra bajo el sol, en una boda o en una carretera. Además, creo que en la película prevalece, de algún modo u otro, otro nexo común, el abuso del poder y del obligado deseo a rebelarse ante este abuso y ante quienes lo ejercen los cuales, lógicamente, siempre están asociados a las escalas altas de las instituciones o las empresas. Creo que esta afirmación se podría resumir en lo que ocurre en el penúltimo episodio. Su protagonista es una persona acostumbrada a desenvolverse en la trastienda del poder, tiene dinero y una gran prepotencia empresarial a la que se acoge para resolver problemas complejos. Recuerdo que trabajamos mucho en la idea de que esta situación límite puede provocar que una persona puede perder su poder, prestigio y romper esa unidad familiar que siempre ha defendido. En esa situación, el protagonista se adentra en una nueva escenografía macabra e inmoral.

Cuando hablamos de «Relatos salvajes» resulta obligatoria una referencia a la violencia.

D.S. Sí, es una violencia consecuente con las acciones y emociones que inspiran a los personajes y en cada uno de los puntos límite que en los que se encuentran. Me gusta la gran diferencia de clímax, tonos y géneros en los que tiene lugar estos estallidos que pretenden amoldarse a cada una de las condiciones del ser humano cuando este se sitúa ante su propio espejo y su reflejo puede resultar grotesco.

Sbaraglia, Szifron ha señalado que su personaje implica cierto distanciamiento de afinidades con el espectador.

L. Svaraglia: Creo que las propias connotaciones de los seis relatos exploran una diversidad que puede resultar incómoda para el espectador. En estas historia hay un rompimiento de las normas establecidas y están habitadas por personas abocadas a romper un límite tanto moral como físico. Son 6 relatos que no están unidos entre sí, sino que son 6 tramas que tienen como elemento el límite que atraviesan los personajes. La historia que interpreto podría recordar a la película de Spielberg, «Duel. El diablo sobre ruedas». También tiene connotaciones de western y es un enloquecido duelo enmarcado en una escenografía angustiosa. Por ello, tal vez, no requiere en exceso de la complicidad del espectador.

¿Cómo valora su participación en este proyecto?

L.S. Para mí ha sido un gran honor participar en él porque, a pesar de no coincidir en las escenas, está protagonizado por buena parte de los mejores intérpretes argentinos. Cuando me llegó el guion de la película, topé con un material excelente y muy bien calculado dramáticamente. Su pulso dramático es admirable y deja muy claro que Szifron es un narrador con un talento técnico y argumental de gran altura. La película es muy honesta en su declaración de intenciones, es como una gran montaña rusa repleta de situaciones imprevisibles. Un frenesí de emociones en el que lo cómico puede resultar grotesco y temible. Tal vez puede ser visionada como un buen reflejo de lo que vivimos en nuestra rutina cotidiana.