Josu MONTERO
Escritor y crítico

Pesquisa

En cierto modo toda buena novela es una novela negra. Hay un enigma que resolver y la novela no es sino la pesquisa que busca desentrañarlo; el novelista sería así el detective privado y solitario que indaga a través de las palabras, que tira del hilo del lenguaje en busca del criminal. Él mismo es el asesino perseguido, y el escritor lo sabe o lo intuye; pero casi nunca se encuentra, y es preciso volver a intentarlo con otra novela. La literatura sería así un asunto en el que se dirime la peliaguda cuestión de la identidad. ¿Quién soy? Si el novelista es serio y competente convertirá esa búsqueda particular en el enigma fundamental que nos envuelve a todos y cada uno de nosotros. Y Patrick Modiano lo es. No hace ruido. Su estilo es bien noir: seco, sobrio, preciso, escueto. Lleva siempre las riendas muy tensas para que no se desborde la emoción. Sus novelas se desarrollan alrededor de un vacío al que las palabras intentan dar forma, una forma borrosa, nebulosa, pero por ello mismo verdadera. El suyo es un estilo elíptico porque sabe que las líneas vitales perfectamente delimitadas y explícitas son falsas, mentirosas. «Siempre es alguien que busca a alguien o que intenta recuperar las huellas de alguien», dice Modiano de su obsesión. En Modiano el pasado no es pasado, nunca termina de pasar; en esas arenas movedizas caminamos precariamente en pos de alguna pista. «El escritor recula para enfocar mejor las cosas». Nacido cerca de París en el 45 sus nómadas padres fueron figuras intermitentes; el padre, un judío italiano dedicado a extraños negocios; y su madre, flamenca, intentando hallar su camino en el teatro. Su infancia con la abuela belga o con extraños y variopintos amigos de sus padres o en instituciones de acogida. «Si toda aquella época sigue aún muy viva en mi recuerdo se debe a las preguntas que quedaron sin respuesta».