Joseba VIVANCO
ATHLETIC Champions League

La Champions queda grande

Dos errores puntuales dilapidan las intenciones rojiblancas de no salir derrotados de su viaje a Oporto.

FC PORTO 2

ATHLETIC 1

En la Ribeira del Duero se entonaba a coro durante toda la mañana un pegadizo ``Y por qué no vamos a ganar, y por qué no vamos a soñar''. Al final, ni lo uno ni lo otro. Pero la afición, esa que se desplazó a Oporto a apoyar al equipo, vio cómo lo suyos no están ahora mismo para campar por Europa. Así de claro. Se puede soñar, pero más difícil es ganar. El Athletic de anoche en nada se parece al de hace tres años, al de hace uno, más bien trata de sortear lo mejor posible este viaje de Champions, hacerlo sin desmerecer, intentando dejar el pabellón lo más alto posible, pero sabedor de que a día de hoy, en esta tesitura, esta competición le ha venido grande. Lástima. Porque este tranvía, como el de Oporto, solo pasa una vez cada muchos años.

Este Athletic está a años luz de aquel que maravilló por Europa y habrá que atenerse a ello. Ayer, contemporizó todo lo que pudo hasta que obligado por el marcador en desventaja tuvo que echarse arriba hasta equilibrar un luminoso que al final se decantó de parte local, quizá porque lo buscó con más ahinco y no fue a salvar la cara que es a lo que viajó el Athletic.

A los leones se les ha puesto muy cuesta arriba la Champions. Al menos pasar de fase. Ahora, si les quedan arrestos, deberán conformarse con pelear la Europa League, sobre todo gracias a ese 0-7 que le endosó el Shakhtar al BATE y que hace más hiriente el papel de los rojiblancos en la máxima competición europea.

Ilusión y decepción

Lo que mal empieza mal acaba. Es una máxima que cualquier chaval que empieza en esto de dar patadas al balón aprende desde que es un enano. Laporte cogió el balón en su zona de seguridad, avanzó como es habitual en él, y cuando se vio presionado y se percató de que no había muchas opciones se la dio a un Susaeta apurado, de espaldas, que la perdió sin culpa alguna y a partir de ahí el Porto trenzó una combinación que acabó con Héctor Herrera colocando el balón, libre de oposición, lejos del guante de un Iraizoz que hasta entonces había estado inédito. Era el minuto 44. Sacar de centro del campo, un par de pases y a la caseta. En un instante el Athletic había echado por la borda todo el trabajo de una primera mitad en la que supo contener la ofensiva portuguesa, aunque ello fuera en detrimento de su propio ataque.

Ernesto Valverde avisó de que habría cambios en el once inicial y vaya si los hubo. Etxeita por Gurpegi, De Marcos vuelta al lateral y una medular de granito con Iturraspe, San José y Rico algo más adelantado pero no mucho. El Athletic en la buena onda del año pasado hubiera salido más atrevido, pero el actual no está para florituras. Porque no las hubo en esa primera mitad. El Porto tuvo dos o tres intentonas que murieron en nada, en tanto el Athletic optó por taparse los pies a riesgo de dejar destapada la garganta. Las dos cosas no se podían a la vez, así que Txingurri apostó por la primera y toda la artillería rojiblanca se limitó a un disparo lejano de San José que se estrelló en la cepa del poste portugués para sorpresa hasta del propio navarro, y es que por ahora el Athletic es el único equipo de Primera que no ha enviado el balón a la madera en lo que va de temporada.

Así que un Athletic que bastante tenía con defenderse, con esperar que Aduriz `cazara' algo arriba, se encontró con un error de cálculo que acabó en gol. Justo un minuto antes de irse al descanso. Quiso más el Porto, maniató bien su movilidad el Athletic, fue una primera mitad de esas que se dicen `tácticas' -¿y qué partido no es táctico?-, que terminó favorable a los colores locales en una jugada en la que el visitante tenía el balón en su poder y mirando al cronómetro. Fatal

Valverde maniobró. Y vaya. Dos cambios, Muniain y Beñat adentro; Aduriz y San José, fuera. El Athletic se fue a presionar arriba, a meter en problemas al hasta entonces reservado Porto, y ahí los portugueses sufren. No daba muchos síntomas de peligro el equipo bilbaino, pero un pase al hueco de Beñat a Guillermo, acaba con el cachorro consagrándose en Champions, recorte, y cruce a la red. Éxtasis en una parroquia rojiblanca hasta entonces demasiado callada, que había agotado sus gargantas en la ribera del Duero, y que renació para hacer frente a los cánticos de los incansables Super Dragoes. Igualada, y el Athletic que quería más, como el ``A por ellos'' que ya entonaban los suyos.

A los de Lopetegi les entraron las prisas, el Athletic hasta vio que con un poco más, quién sabe, empezaba a soñar con un mejor botín. Pero el encuentro se enloqueció, los portugueses parecían más necesitados, espoleados por su inasequible afición, y mientras Tello amenazó y Muniain le daba la réplica con un disparo cruzado, de nuevo aquello de que lo que mal empieza, mal acaba se hizo patente. Óscar De Marcos trató de sacar el balón jugado en lugar de enviarlo al quinto anfiteatro, Ibrahimi lo aprovechó, caracoleó y cedió a un Quaresma que acababa de entrar para que finiquitara el choque.

Se acabó el partido y quién sabe si la andadura rojiblanca por la Champions League...