Fermin MUNARRIZ DONOSTIA

René Burri, esa mirada cercana

Era uno de los grandes de la fotografía del siglo XX. Con su cámara documentó buena parte de los acontecimientos trascendentales de la segunda mitad y retrató personajes sobresalientes de la política, la arquitectura y al arte. Pero ante todo, plasmó la vida con cercanía. También en Euskal Herria, a donde viajó de la mano de GARA. Falleció el lunes en su domicilio de Zurich a los 81 años.Fermin Munarriz I Donostia

«En realidad, mi relación con Pablo Picasso nació por una secuencia de casualidades que parte de aquí, del País Vasco...». Corre el año 1997 y René Burri va desgranando sus recuerdos en el camino de vuelta de Gernika hacia el hotel Vista Alegre de Bilbo, donde se aloja por unos días. Ha venido a visitar la villa foral en el 60º aniversario del bombardeo.

El fotógrafo suizo mantuvo una estrecha amistad con el pintor español; la cadena de circunstancias comenzó cuarenta años antes, en el verano de 1957, cuando Burri, entonces recién incorporado a la agencia Magnum, viajó a tierra vasca para documentar la presencia del dictador Franco en Donostia. La cosa se complicó y el joven fotógrafo fue apaleado por la misma Policía que aterrorizaba a la población local. Y se largó lo más rápido que pudo hacia Hendaia.

Una vez en marcha, continuó camino hasta Nimes, donde tenía noticia de que podía estar Picasso. El azar le llevó a un hotelito en cuyo comedor, nada más entrar, se topó de frente con el artista y otros doce comensales. El genio malagueño interpeló a aquel joven desconocido y atribulado para que se sentase con ellos en la mesa porque el número 13 le daba mal fario. Fue el inicio de una larga relación y de decenas de retratos memorables. También de trabajos sobre el peregrinaje del emblemático «Guernica».

La conversación sigue por los vericuetos que llegan a tejer redes de complicidad por una simple casualidad, hasta que aparcamos ante el hotel reservado para Burri desde París por otra persona. Para nuestra sorpresa, está ubicado en la calle Pablo Picasso, número 13.

Burri visitó Gernika en 1997 por motivos de trabajo. La amistad común con el fotógrafo vasco Clemente Bernad y con Carolina Martínez, que mantenía contacto con él desde su etapa laboral en Magnum, posibilitó que de aquella visita fructificara también una interesante entrevista para «Egin» con uno de los grandes talentos de la fotografía de todos los tiempos. Y una experiencia impactante. Verle trabajar era comprobar que ante él siempre ocurrían «cosas». Como por un orden natural.

Burri nació en Zurich en 1933 y desde muy joven demostró interés y aptitudes para las disciplinas artísticas, lo que le condujo a la Escuela de Artes Aplicadas de su ciudad natal. Aquel paso le llevó al mundo del documentalismo y este a la fotografía. Con apenas 22 años y el padrinazgo de Henri Cartier Bresson, en 1955 accedió como asociado a la agencia Magnum, reservada ya a las más selectas promesas de la fotografía documental. Aquello le abrió las puertas al mundo en el sentido más literal de la palabra. Desde 1959 fue miembro pleno.

Su cámara captó guerras (Seis Días, Corea, Pakistán, Vietnam, Líbano...) y lugares como la China de Mao, la Alemania Oriental del bloque socialista o la Cuba revolucionaria. Fue precisamente en un viaje a esta isla en 1963 cuando tomó una de sus fotos más famosas, la del Che Guevara, entonces ministro de Industria, fumando un puro con la mirada lejana. Y Burri nunca ocultó sus simpatías por quienes transforman el mundo. Ni su mirada cercana al entorno que le rodeaba.

Artistas de todo el mundo

Ante el objetivo de Burri pasaron también personajes como Nasser, Arafat, Castro, Churchill, Gorbachov, Sadat, Reagan, Gadafi, y artistas de diferentes disciplinas como Le Corbusier, Pablo Casal, Ingrid Bergman, María Callas, Ives Klein, Alberto Giacometti, Pablo Picasso o... Jorge Oteiza.

Sí, fue precisamente el artista oriotarra el motivo de la nueva visita de René Burri a Euskal Herria unos años más tarde. El encuentro de Gernika había dejado un poso de empatía y colaboración, que se manifestó incluso con un bello collage con su foto del Che y la bandera cubana que el fotógrafo elaboró con sus acuarelas.

El año 2000, con motivo del número 100 del dominical «Zazpika» de este diario, se quiso rendir honor al más grande los artistas vascos, autor además del logotipo de este periódico y cómplice en la fundación del mismo. ¿Y quién más apropiado para ello que otro grande del arte de la imagen y uno de los más prolíficos fotógrafos de artistas de proyección mundial?

Oteiza accedió encantado. René recibió en París la propuesta de GARA y no dudó un segundo: «En breve estaré allí». Unos días más tarde, ambos estrechaban sus manos en Zarautz con este periódico como anfitrión.

Fueron unas jornadas de trabajo ajetreadas. Burri siguió a todas partes a un Oteiza todavía intenso pero ya algo cansado, que jugaba teatralmente con las imágenes del Che fumando los mismos puros que con tanto deleite -pero sin tragar el humo- consumió el artista vasco hasta el final de sus días.

El reportaje vio la luz el 24 de diciembre de 2000 con unas excelentes fotografías de un Oteiza pletórico y un collage extraordinario de portada, obra de quien creaba con la foto y con el pincel, porque Burri nunca abandonó su pasión por el arte. Y en el interior, el genial suizo confesaba que su experiencia con el oriotarra «ha sido sorprendente; es un hombre de gran intensidad».

René era grande, en cuerpo y en talento, excelente conversador, cordial, culto, sutil y elegante. Y cercano. Como su mirada, como sus fotografías, que forman parte ya del legado cultural de la humanidad.