Pablo GONZÁLEZ

La Ucrania proeuropea se enfrenta al frío sin fondos para combustible

Las nuevas autoridades de Kiev tienen que resolver varias cuestiones antes de que la ciudadanía vuelva a la senda de la protesta. Las temperaturas son cada vez más bajas y el Estado ve como es incapaz de pagar por la energía que le hace falta al país. La economía no ayuda a la recuperación. Menos de un año después de que el anterior presidente fuera depuesto, la situación del país es cada vez peor, y sigue por esa senda.

La elección de la vía proeuropea se le está haciendo, por el momento, muy cuesta arriba a Ucrania. La situación real del país y la deseada se encuentran cada vez más alejadas. Las autoridades ya no gozan del mismo nivel de comprensión por parte de sus ciudadanos que meses atrás. Para evitar que surjan nuevas protestas, las autoridades necesitan solucionar varios problemas, cada cual más urgente.

El primero que debe afrontar, por su urgencia, es la llegada del frío y la carencia de fondos para comprar el combustible que necesita el país. El presidente, Petro Poroshenko, ya ha anunciado que espera llegar pronto a un acuerdo para garantizar el suministro del gas ruso. Sin embargo, dada la postura prooccidental del Gobierno, se prevé que en esta ocasión Moscú va a ser un socio comercial difícil de convencer a la hora de buscar una rebaja en su precio.

Por estas fechas, el termómetro sube pocos grados por encima del cero durante el día; por la noche baja a valores negativos. El Ayuntamiento de Kiev asegura que el 99% de las viviendas tienen calefacción desde inicios de esta semana. La terca realidad dice que no, que cerca de una quinta parte de los hogares de la capital todavía pasan frío.

Mucho peor es la situación en los edificios públicos. Hace una semana, solo el 12% de las guarderías y el 8% de los hospitales tenían calefacción. Los porcentajes han subido en la última semana, pero no drásticamente. Alena, una madre de 33 años, lleva a su hija a una guardería donde a día de hoy la temperatura en las aulas no supera los 15 grados.

Los universitarios ucranianos van a tener que estudiar este año también los sábados, por lo menos hasta finales de año. Así, se espera que todas las clases del primer semestre acaben para finales de diciembre, cuando aún está garantizado el suministro de gas gracias a las existencias en los depósitos ucranianos. Un combustible que, por cierto, fue almacenado en verano y todavía no ha sido abonado al principal suministrador, Rusia. En enero los universitarios ser irán de vacaciones de invierno y en febrero y marzo las clases serán a distancia.

Descalabro de la economía

Todo eso es consecuencia tanto del empeoramiento de las relaciones con Rusia como del descalabro de la economía ucrania- na. Los pronósticos del Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo dicen que solo durante este año el PIB ucraniano caerá en un 7%. Otras fuente hablan incluso de una retracción mayor de la economía.

Durante los primeros meses de las protestas, mientras todavía seguía en el poder Viktor Yanukovich, la grivna, moneda nacional de Ucrania, cayó un cerca de un 10%, llegando al cambio de 9 grivnas por cada dólar. Esa fue una de las razones por las que se calificó de mala la gestión económica de aquel Gobierno. En setiembre pasado, el dólar ya estaba a poco menos de 15 grivnas. El Banco Central limitó la compra de divisas a 200 dólares por persona al día. Además fijó el cambio a 13 grivnas por dólar. El resultado es que a día de hoy es muy difícil comprar dólares o euros. Además, el cambio en el mercado negro es sustancialmente mayor al fijado por las autoridades.

La caída de la moneda viene acompañada del crecimiento de la inflación. La oficial es del 20%, aunque puede alcanzar casi el doble a finales de año. Todo ello ha hecho que el poder adquisitivo real de la población se haya derrumbado. Y más teniendo en cuenta la subida de las tarifas. El agua caliente se ha encarecido un 50%, la calefacción hasta un 98% en algunas regiones, el agua un 93% y el gas un 73%. Solo la electricidad ha subido moderadamente, un 30%, pero teniendo en cuenta el déficit energético general, es cuestión de tiempo que la subida sea mayor.

Dinero europeo a cambio de reformas impopulares para los políticos

El Ejecutivo de Kiev necesita ante todo financiación. En esta ocasión, a diferencia de otras, solo parece que hay una parte dispuesta a prestar el capital necesario para que Ucrania afronte sus obligaciones inmediatas. Los países occidentales, sobre todo la UE, son los únicos dispuestos a apoyarle económicamente.

Si durante años Ucrania ha mirado a Bruselas o a Moscú dependiendo del momento, ahora ha perdido esa capacidad. Rusia mantiene una postura agresiva hacia el nuevo Gobierno de Kiev y no está dispuesta siquiera a hacer una rebaja en el precio del gas. Además apoya a la sublevada región del Donbass, hasta el punto de anunciar que reconocerá las elecciones previstas allí para el domingo.

Sin embargo, la UE también ve lo desesperante de la posición ucraniana. Diplomáticamente los europeos están por la labor de dar un apoyo total a Ucrania, y lamentan la intención rusa de reconocer esas elecciones, por no hablar de todas las sanciones adoptadas con anterioridad. Pero para prestar capital financiero, Bruselas pide reformas para combatir la corrupción. Es decir, Bruselas quiere garantizar que el dinero prestado no se disuelva sin dejar rastro.

¿Cuáles son las reformas más inmediatas en ese sentido? Eliminar la inmunidad parlamentaria, para que cualquier cargo pueda ser procesado por corrupción; reformar el sistema judicial para que los casos de corrupción tengan consecuencias reales, y modificar el sistema electoral para que los cargos elegidos sean cada vez menos millonarios y gente que mire más por el interés común del país. GARA