Desde la patética aparición televisiva del rey Borbón padre, hace ya más de dos años, pidiendo disculpas tras haberse ido de cacería a Bostwana, los dirigentes políticos españoles consideran que están obligados a mantener este paripé. Paradójicamente, el monarca no pidió «perdón» por sus felonías africanas, como tampoco lo ha hecho nunca por ser uno de los pilares de la dictadura fascista española. Como se puede constatar en la hemeroteca, su escueto discurso hospitalario incluyó estas tres frases: «Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir». Así, no aclaró si su arrepentimiento era por ir de caza mayor sin consentimiento conyugal o por malgastar unos miles de euros más del erario público -en todo caso, una minucia comparándola con todo el dineral que nos viene costando su dilatada vida institucional-.

Ahora, tras destaparse la penúltima trama corrupta en la «España eterna», han seguido el ejemplo caraduras de tanto nivel como Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre. El método es sencillo: hacen una quedada con micrófonos y cámaras, se plantan delante después de haberse echado un poco de colirio en los ojos y dicen que sienten mucho que los «conocidos» y los «desconocidos» que militan en su partido sean unos presuntos delincuentes de tomo y lomo. Perfecto, por ejemplo, como tráiler de «Torrente 5»; ¿o sería al revés?

Lo curioso es que entre quienes han salido a aplaudir el arrojo de la lideresa pepera esté el portavoz ¡económico! del PNV en el Congreso español. Pedro Azpiazu calificó de «valiente» a Aguirre. «O es muy cínica o está diciendo la verdad», matizó después el lumbreras jeltzale, como cubriéndose las espaldas.

Otros se van a envenenar como se muerdan la lengua. Le puede pasar a José Luis Bilbao -ese que ha visto la corrupción tan de cerca pero que no va a contarlo en sus memorias-, que ayer pidió «disculpas» a los usuarios de Bizkaibus afectados por la huelga laboral. ¡Tan cínico que parece cianuro!