Nagore BELASTEGI
TRAS LAS ÚLTIMAS DENUNCIAS EN EUSKAL HERRIA

Intentos de secuestro de menores, ¿cruda Realidad o pura sicosis?

Será difícil que haya algún lector que no se haya visto sacudido por alguna de estas «noticias», difundidas por los medios convencionales o -más frecuentemente- por mensajes llegados al móvil. En los dos últimos meses han proliferado rumores de intentos de secuestro de niños: Berrobi, Okondo, Oteiza... ¿Realidad? ¿Bulo? Las diversas policías no confirman un solo caso. Pero las redes sociales hacen imparable el fenómeno.

Todo empezó con los secuestros reales de niñas en la madrileña zona de Ciudad Lineal, por los que ha sido detenido ya un hombre acusado de pederastia. Inmediatamente empezaron a circular por todo el Estado noticias (¿realidad, rumores, bulos?) de supuestos intentos de secuestros. Euskal Herria no fue una excepción. Uno de los primeros puntos donde saltó la alarma por un presunto intento de rapto fue Bera, o Elizondo según otros mensajes. La Policía Foral de Nafarroa abrió diligencias, a pesar de que no existía denuncia. Tras investigar en los pueblos no se encontró evidencia alguna ni ningún testigo directo, por lo que la historia quedó desmentida.

El caso con más impacto mediático, y con el que más tiempo lleva lidiando la Ertzaintza, es el de Berrobi, que se dio a conocer el 12 de setiembre. Una niña de 9 años iba por la calle cuando un Nissan blanco «con los números 1 y 2 en la matrícula» paró, sus ocupantes bajaron del mismo y se afirma que intentaron retener a la pequeña, aunque esta mordió a uno de ellos en el brazo y consiguió escapar. Luego contó lo sucedido a la madre de una amiga, a la que se encontró en la calle un día en que apenas había gente paseando porque hacía mucho calor. Es por eso que la Ertzaintza no ha encontrado testigos.

Más recientemente, la Ertzaintza ha recibido una denuncia en Sopuerta. Al parecer, dos hombres se acercaron al frontón municipal del barrio de Mercadillo y abordaron a un niño de 8 años que se encontraba solo porque estaba jugando al escondite con unos amigos. Le prometieron un teléfono móvil si les acompañaba al coche, pero el niño desconfió. Pronto comenzó a circular un mensaje en las redes sociales informando de otro aparente intento de secuestro en el mismo barrio, en el que estarían implicadas tres personas que se desplazaban en una furgoneta blanca. No hubo denuncia, pero la Ertzaintza realizó una investigación. «Las indagaciones realizadas hasta el momento, que entre otras actuaciones han incluido el visionado de cámaras de seguridad y entrevistas con personas del entorno del menor, no han permitido corroborar los hechos descritos», concluye.

Pasados dos meses desde los primeros sobresaltos, no hay un solo caso confirmado policialmente en Euskal Herria, según ha podido constatar GARA. Los expertos consideran normal que ante la noticia de un pederasta que secuestró y abusó de cinco niñas pequeñas en Madrid todos los padres estén alarmados e intenten proteger a sus hijos indicándoles que no hablen con desconocidos adultos y que ante cualquier situación extraña cuenten lo ocurrido. Pero lo que se presenta como solución a la vez crea un problema. Tanto la Policía Foral como la Ertzaintza han seguido recibiendo denuncias incluso después de la detención del acusado de los ataques de Ciudad Lineal, en Cantabria el 24 de setiembre. La espiral no para; al contrario, parece crecer.

¿Cómo se expande un bulo? Según la Policía Foral, puede ocurrir que alguien invente una historia para crear alarma o bien que unos hechos reales sean interpretados erróneamente: «Es posible que los chavales sean influenciables, que oigan cosas y después den a las situaciones una dimensión mayor de la que realmente tienen». De todas formas, recomiendan que ante cualquier aviso «se tomen precauciones como acompañar a los chavales al colegio».

Al margen de esos casos que ya se han descartado, hay algunos que la Policía todavía está analizando puesto que ha habido denuncia de por medio y son recientes. Es el caso de Oteiza; el 22 de octubre dos hermanos de 7 y 9 años relataron que un hombre les había invitado a subir a su coche cuando salieron del colegio, pero ellos rehusaron la invitación y huyeron corriendo. Los padres matizaron después que, por ejemplo, quizás podría tratarse de un amigo de la familia al que no conocieron, pero que ante la duda hicieron bien en no montarse en el coche.

El caso es que la alarma no tardó en desatarse en toda la zona, por lo que es un episodio paradigmático. Los niños dijeron que el hombre del coche tenía barba. Las redes sociales no tardaron en hervir con el asunto. Muchos vecinos de esta zona de Lizarraldea y otros puntos recibieron mensajes como este por whatsapp o correo: «A ver chicos, acaban de comentar en la parada del autobús sobre el tema del coche negro que anda a vueltas intentando coger críos. Si alguno veis un coche, un Peugeot negro, con alguna pegatina roja que llame la atención, es un señor de barbas y ayer estuvo sacando fotos de las puertas de las casas de Zirauki. Cuando veáis algo, llamáis a los forales». Días después, un hombre con esas características fue retenido, aunque luego quedó en libertad al descartarse cualquier acusación. Tras todo ello, la Policía Foral no solo investiga ya el caso de Oteiza, sino también otros en Gares y Mendigorria, en un radio de 20 kilómetros.

Una semana antes había saltado el caso de una niña que se dirigía a su centro escolar en Okondo cuando una mujer se bajó de una furgoneta y comenzó a hablarle: «Niña, ¿a donde vas? te llevamos» o «Acompáñanos al Ayuntamiento, que no sabemos ir», mientras le agarraba del brazo. Se afirma que utilizó su mochila para separarse y huyó. La Ertzaintza cree que no se trataba de un intento de secuestro, sino de un delito de coacción a un menor. Ve probable que los ocupantes de la furgoneta estuvieran intentando algún robo y solo quisieran asustar a la niña. El propio Ayuntamiento desmintió la tesis y alertó de que se estaba creando una alarma social.

Los casos mencionados, por tanto, o bien se han descartado o están en investigación pero en ningún caso confirmados. Las policías intentan transmitir un mensaje de tranquilidad para frenar una sicosis que parece ya evidente. Las redes sociales, muy útiles en tantas ocasiones, distorsionan la realidad en otras. Por ejemplo, poco después de que se diera a conocer el caso de Berrobi, se difundió por whatsapp la fotografía de un chico al que se acusaba de sentarse al lado de un colegio a mirar a los niños. En la foto solo puede verse a una persona hablando por el móvil, como podría hacer cualquiera. No consta que haya sido requerido policialmente.

Otro mensaje muy ampliamente difundido alude a un presunto intento de rapto a un niño de 10 años en Lekunberri. Con todo lujo de detalles: «Desde un coche oscuro, con dos hombres delante y otra persona detrás diciendole: `Mira, mira que cachorrillos tenemos'». Se adjunta en el mensaje una foto de un chico y una chica, que en realidad son dos acusados de trata de personas en Chile. En otro mensaje se amplia la «información» indicando que iban en una furgoneta granate y que habían intentado el mismo truco en Donostia y Etxarri.

La interconexión multiplica el riesgo: foros de cuadrillas, de padres o madres de una misma gela escolar... Con mejor o peor intención, se acaban reenviando mensajes que, a pesar de no ser verdaderos y muchas veces ni siquiera verosímiles, incluyen descripciones de vehículos y personas y terminan llegando a miles y miles de personas. Algunos los creen, otros no, pero los difunden igualmente «por si acaso». A este tipo de bulos que corren por las redes sociales se les conoce como «hoax», y son las leyendas urbanas modernas. No hay más de momento.

Cuando los medios agravan la alarma

Un problema añadido surgen cuando son los medios de difusión convencionales los que se hacen eco de estos rumores incluso antes de que sean mínimanente confirmados. El tratamiento no es homogéneo, porque cada uno tiene sus reglas y prácticas. ``Noticias de Gipuzkoa'', por ejemplo, publicó a toda plana en portada y con un tamaño de letra más grande de lo normal ``Una niña muerde y huye de su raptor en Berrobi''. Existía denuncia y por tanto no era un bulo, pero la dimensión dada a la noticia multiplicó la alarma sobre un caso que en ese momento era claramente dudoso. La familia de la niña no quería hablar con la prensa y pidió que se tratara el tema «con el mayor cuidado posible y no de manera sensacionalista». Sin embargo, al día siguiente Berrobi volvió a ser portada, con proliferación de mensajes alarmistas, una infografía del lugar, testimonios de personas cercanas que expresaban temor... Más recientemente, ''Diario de Navarra'' también presentó el caso de Oteiza como intento de secuestro, aunque paradójicamente en relación con el titular le daba un espacio escaso. En los mensajes de las redes es habitual que se cite como prueba de veracidad que el caso referido ha salido en los periódicos o las televisiones. GARA