EIBAR 0

REAL MADRID 4

Es imposible mejorar una obra maestra pero siempre existe la posibilidad de firmar una digna versión. Lo intentó ayer el Eibar, rememorando el trabajo más recordado de Luis García Berlanga, con el que coincidió en su desenlace. También de Ipurua se marchó Mister Marshall sin dejarse nada de lo que había soñado la hinchada azulgrana a lo largo de la semana. Y también los eibarreses supieron consolarse, disfrutando de lo vivido y confiados en un futuro mejor.

Claro que, al contrario de lo que sucediera en aquel imaginario Villar del Río, los visitantes sí se bajaron del coche. Y se vistieron de corto, saltaron al césped y tiraron de su mejor arma, una pegada incontestable, para engordar sus espectaculares estadísticas. Tuvo que hacerlo, como tuvo que esforzarse para aguantar el empuje de su rival e incluso confiarse a la fortuna en algún momento y los reflejos de su cuestionado guardameta en algún otro. Y tuvo que hacerlo porque en esta versión de la obra de Berlanga, el equipo de Gaizka Garitano sustituyó los trajes de folclórica y las flores en las ventanas -de colorear calles y grada ya se había encargado la afición- por el pico y la pala. Y por el fútbol, que no es el Real Madrid el único que sabe mover el balón.

Al menos en el primer tiempo, mientras el marcador se mantuvo en números que permitían mantener la esperanza de frenar el arrollador ritmo madridista. Con un once cuya única incógnita se limitaba al hombre en punta -Garitano se decantó finalmente por Manu-, el Eibar saltó al campo con un primer objetivo evidente. Extremar la concentración en unos minutos iniciales que estaban costando caros últimamente y que ante un equipo como el merengue podían resultar definitivos. Lo consiguió, pese a un sustillo a cargo de Bale, hasta el punto de convertir el encuentro en un tú a tú, en el que lo mismo tenía que lucirse Xabi para despejar un chutazo de falta de Bale junto al larguero, que tenía que rememorar Casillas sus tiempos de santidad para abortar la mejor acción de los armeros. Una espectacular arrancada de Capa por la derecha con un buen remate de Saúl que el portero madridista sacó con la punta del pie cuando Ipurua ya lo estaba celebrando.

Pero el gol cayó del lado de siempre. Y de una forma que tampoco es totalmente inhabitual en el Real Madrid, con empujoncito arbitral. Porque tras la jugada de Carvajal por la derecha y antes de que James enviara el balón a las redes, Benzema tocó el esférico en fuera de juego. Pero hay que contar con ese tipo de infortunio en general y contra ciertos rivales en particular. Lo tenía asumido el Eibar, que siguió jugando como hasta entonces, obligando a mantener la tensión a un Real Madrid que no suele necesitar demasiado para golear una vez abierta la brecha. Parecía que los armeros conseguirían, al menos, llegar vivos al descanso pero a un minuto de marcharse a vestuarios, otra acción por la derecha, ahora entre Carvajal y Bale, permitió a Cristiano Ronaldo anotar el segundo y dejar el partido sentenciado.

También de eso fue consciente la escuadra armera, muy desmejorada en la segunda parte. El reto se veía imposible y, aunque no llegó a arrojar la toalla, algo ciertamente impensable en este equipo, el Eibar notó el baño frío de la realidad. La concentración bajó algunos grados, multiplicando la amenaza madridista y permitiendo a los hombres de Carlo Ancelotti controlar el encuentro sin, esta vez sí, prácticamente despeinarse. Apenas fue capaz de acercarse el Eibar en esta ocasión a la portería de Casillas, que prácticamente solo vio el balón en una volea de Arruabarrena que despejó la zaga y una postrera ocasión de Lekic. Todo lo contrario de lo que sucedía en el área local donde, pese a dar la sensación de que el Real Madrid no quería, o no podía, cebarse, el peligro rondaba con cierta frecuencia.

Claro que, aún así, el tercer gol madridista llegó en otra jugada dudosa. Un error flagrante de Bóveda, que hasta entonces había firmado una gran actuación, permitió a Marcelo llevarse el balón, pero pareció salir antes de que le llegase a Benzema para fusilarlo. Lamentablemente, todavía quedaban veinte minutos, en los que parecía más probable la puntilla visitante que la reacción local. Y así fue. Aunque el Eibar mantuvo el tipo lo suficiente para no verse arrollado, el Real Madrid tuvo la oportunidad de anotar el cuarto. Esta vez de penalti, por mano de Albentosa, y por mediación de Cristiano Ronaldo, que ya puede decir que ha marcado ante todos los equipos de Primera.

Acabó el partido, acabó el sueño, sigue la Liga.