Joseba Leizeaga
Ilustratzailea
KOLABORAZIOA

Terrorismo

A nosotros y nosotras nos aterrorizaban las acciones y las amenazas de los aparatos del Estado, y los propios aparatos del Estado, como Guardia Civil, Policía, Servicios Secretos, Ertzaintza, grupos parapoliciales, controles, represión, tortura...

La primera vez que escuché la palabra terrorismo fue en mi niñez, en los años 70; yo tenía entre 10 y 12 años. Fue en un festival, que organizó el Colectivo de Refugiados Políticos Vascos, en el frontón Jai-Alai de Donibane Lohizune, en el que actuaron Gorka Knör y Lluis Llach. Previamente a la actuación musical, intervinieron dos oradores, Xabier Añua y Juan Mari Bandrés. Las palabras de Xabier Añua rompieron el silencio e irrumpieron con nitidez y potencia en un frontón abarrotado de gente: «Dicen que ETA es terrorismo, pero ¿qué es el terrorismo? Terrorismo es aterrorizar al pueblo -y preguntó- ¿A quién teme el pueblo?». El frontón rugió.

Ha llovido mucho desde entonces, ha corrido mucha sangre, en este período además hemos sido testigos de la cultura maniquea del terrorismo. Es en la actualidad, cuando seguimos siendo víctimas de esa cultura del terrorismo, cuando se ha manipulado y retorcido hasta la saciedad ese concepto desde el maniqueísmo que he sentido la necesidad de analizar y concretar el concepto del terrorismo. El verdadero estímulo fueron las palabras de un edil donostiarra del Partido Popular en el programa de máxima audiencia de ETB2 «Sin ir más lejos», dirigido por Klaudio Landa, el pasado 11 de noviembre. Ante la pregunta directa de un tertuliano jeltzale sobre si consideraba que los sucesos ocurridos el 3 de marzo de 1976 en Gasteiz eran terrorismo, el edil donostiarra contestó que no. Añadiendo como argumento que las Fuerzas de Seguridad del Estado no hacen terrorismo. Y se quedó tan ancho. Por lo tanto, según el edil popular donostiarra, un hecho es o no es terrorista según quién sea su autor. Ante tamaña manipulación, veamos cuál es el significado real del concepto terrorismo, y para ello, no he visto mejor medio que acudir al diccionario de la Real Academia Española. Terrorismo, según la RAE, es: «Dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror». Esta definición es clara, no deja lugar a dudas, es neutra, no es nada maniquea, y es bastante más precisa que la que soltó el señor concejal. Pero a ese señor le escucharon miles de personas.

Reconozco que gran parte de la sociedad vasca y gran parte de la sociedad española se han sentido aterrorizadas ante ETA, sus acciones y sus amenazas. Reconozco que ETA practicó el terrorismo hacia ese sector social, pero eso no significa que considere que ETA es una organización terrorista. Considero que ETA no es una organización terrorista, pues el objetivo de ETA no ha sido el terrorismo, sino que este ha sido una consecuencia de su actividad, una herramienta, no un objetivo. Pienso que para un análisis serio es conveniente aclarar esto.

De hecho, otro gran sector de la sociedad vasca, entre los que me incluyo, y otro gran sector de la sociedad española jamás nos hemos sentido aterrorizados por ETA. A nosotros y nosotras nos aterrorizaban las acciones y las amenazas de los aparatos del Estado, y los propios aparatos del Estado como Guardia Civil, Policía, Servicios Secretos, Ertzaintza, grupos parapoliciales, controles, represión, tortura... Del mismo modo, no considero que los aparatos del Estado sean organizaciones terroristas, sino que el terrorismo ha sido una consecuencia de su actividad, una herramienta, no un objetivo. Pero el análisis más superficial muestra que entre ambos terrorismos existen diferencias insalvables.

Por un lado, el terrorismo de ETA no es indiscriminado, es selectivo. La amenaza a sus objetivos o posibles víctimas es sistemática e indiscriminada, sí, pero las acciones son dirigidas a víctimas concretas, son selectivas. Aunque ETA amenazó a todos los guardias civiles, por ejemplo, no actuó contra todos ellos. De hecho, el número total de víctimas de ETA a lo largo de todo el conflicto armado lo corrobora. Pero si observamos por otro lado el terrorismo de los aparatos de Estado, sufrido por las personas que lo padecimos, es diferente. Al igual que ETA, la amenaza es sistemática e indiscriminada, todos somos sospechosos, todos terroristas, todo es ETA. Pero en este caso, las acciones no son selectivas y sus víctimas son indiscriminadas. En este caso también, las cifras lo corroboran. Lo corroboran las miles de personas detenidas, las miles de torturadas, las miles de heridas y golpeadas en manifestaciones, las miles de humilladas y amenazadas en controles policiales... Este tipo de terrorismo ha sido sistemático e indiscriminado, tanto en sus amenazas como en sus acciones. La diferencia es clara.

Por mi parte, pienso que sería deseable que, mejor antes que tarde, los responsables de ese otro terrorismo masivo, diario, indiscriminado y sistemático que padecimos y seguimos padeciendo el sector social que no vivimos aterro- rizados por ETA reconozcan estos hechos y asuman su responsabilidad respecto a ellos.

No me quiero despedir sin recordar que este maniqueísmo del terrorismo fue programado, planificado e implementado mediante el Plan Zona Especial Norte o Plan ZEN del General Andrés Casinello. Ese era uno de sus objetivos.