Agustín GOIKOETXEA

El recuerdo a Santi Brouard tiene cabida en el Consistorio bilbaino

Treinta años después de que su cuerpo sin vida fuera velado en el Salón Árabe, el recuerdo a Santi Brouard ocupó ayer ese espacio solemne del Consistorio bilbaino en un sencillo pero a la vez emotivo acto en el que su hija Edurne dejó claro que su dolor y su sufrimiento «nunca van a ser utilizados para poner obstáculos en el camino a la paz. Justo lo contrario».

Día de emociones para la familia Brouard Aldamiz y todos aquellos que en su faceta militante o como médico conocieron a Santi Brouard. Treinta años después de que fuera abatido en su consulta pediátrica por mercenarios vinculados a los aparatos del Estado, quien fuera teniente alcalde de 1979 a 1983 recibió el homenaje de la actual Corporación municipal.

En el Salón Árabe, por el que miles de personas desfilaron tras su muerte hace tres décadas para rendirle homenaje, se reunieron además de sus tres hijos y otros familiares, concejales de HB que compartieron trabajo con Brouard como Manu Agirre y Tasio Erkizia, y otras personas que han seguido defendiendo las ideas abertzales y de izquierdas hasta hoy en día. La lista de cargos públicos de EH Bildu que acudieron fue abultada, como la de veteranos militantes de la izquierda abertzale.

También acudió Elena Bartolomé, compañera de Josu Muguruza, y otras representantes de la fundación Egiari Zor, que ya expresaron hace una semana en el parque de Ametzola su satisfacción por este acto institucional de recuerdo a la figura de Brouard.

Tampoco faltó Itxaso Atutxa, encabezando la representación del BBB del PNV, o la directora de Víctimas y Derechos Humanos de Lakua, Mónica Hernando, sin olvidar a miembros del Colegio de Médicos de Bizkaia.

En su salutación, el alcalde hizo referencia al nuevo tiempo que vive el país y mostró su convencimiento de que «el objetivo de la paz se encuentra más cerca que nunca». «Nos corresponde a todos trabajar para alcanzar la conquista de la convivencia para que la violencia nunca más anide entre nosotros», enfatizó Ibon Areso, al tiempo que abogó por trabajar por una «verdadera pedagogía de la convivencia democrática en actitudes, valores y comportamientos».

El primer edil defendió que, a través del reconocimiento de los hechos y el recuerdo, se pueden curar las heridas que ha generado el conflicto. «No estamos abriendo viejas heridas, sino tratando de cerrarlas, y no dejando en el olvido a todas aquellas personas y a sus familias, que fueron víctimas de una violencia sin sentido». A juicio de Areso, ello contribuirá a que «seamos una sociedad más justa, más tolerante, y en definitiva más democrática y civilizada».

A continuación tomó la palabra Edurne Brouard, que acudió acompañada de sus hermanos Santi y Tere, y que recordó al inicio de su intervención lo satisfecha que estaría su madre, Teresa Aldamiz, al ver que el Ayuntamiento por el que tanto trabajó su marido se acordaba de él. Lo agradeció, al igual que el homenaje que hoy se le tributará en la Cámara de Gasteiz.

Deseó que «no sean más que el inicio de un reconocimiento real que merecen todas las personas, todas y cada una de las personas que han perdido la vida en este conflicto, sin caer en el fácil apartar de estos reconocimientos a la gente en base a las violencias que las provocaron».

«Nuestro dolor nunca va a ser para la confrontación. Nuestro dolor y nuestro sufrimiento nunca van a ser utilizados para poner obstáculos en el camino de la paz. Justo lo contrario, esa es nuestra voluntad y así vamos a continuar», dejó claro la mayor de los hijos del destacado militante de la izquierda abertzale muerto en atentado.

Antes había afirmado que el reconocimiento es «la piedra sobre la que después tendremos que construir la verdad, y su consecuente justicia y reparación». «Es verdad -confesó Edurne Brouard- que nos va a costar contemplar entre todos, porque sin duda hay demasiadas verdades en las demasiadas violencias que ha sufrido este pueblo». Sus sentidas palabras fueron saludadas por los presentes, que no pudieron contener la emoción.