Raimundo Fitero
DE REOJO

Dragón

Va funcionando cada vez mejor en Cuatro, «Adán y Eva» donde los concursantes o participantes andan desnudos, conviviendo e intentando encontrar algo que hacer que les pueda dar audiencias a su productora y canal para afianzarse en la parrilla. El mecanismo es muy simple, simplón, pero son los elegidos quienes le dan algo de interés. Son los productores y guionistas quienes deben buscar en todas las agencias de representación los individuos de ambos sexos que puedan tener un desnudo televisivo que no asuste ni por mucho ni por poco. Es decir no buscan modelos, no están en los cánones de la perfección de la moda, sino gente más o menos normal, que no tenga problemas en aparecer en pelotas, con enfoques desde todos los ángulos.

Pero de repente apareció un vasco y se acabó con el cuadro y el equilibrio. Se llama Coman, tiene sangre de Guinea Ecuatorial, lleva pelo de rasta, un cuerpo bien cuidado de color ébano y entre las piernas un «dragón negro». No conocía esta manera de llamar al pene, polla, rabo, minga y un largo etcétera, pero por las imágenes ofrecidas por el programa y por la cara de las dos participantes que les tocó compartir playa y planos con él, la cosa tiene su enjundia. Por ejemplo y de repente, una tal Esther, que se proclama sin complejos bisexual, se pone a bailar capoeira, o algo similar. El simpático Coman, con unos ojos azules deslumbrantes, dice que va a hacer una especie de resumen de todas sus sangres y culturas dancísticas y empieza a moverse de manera extraña sonando un aurresku. Inenarrable. La propia Esther dice que no se enteró de mucho porque los ojos se le iban a un mismo punto. Apareció una segunda mujer, y los ojos se le iban también al mismo punto, ese lugar donde se apoya el jambé, de donde crecen las mitologías africanas. Y con el «dragón negro muy desarrollado» se quedaron soñando los cámaras, las audiencias y las chicas que se dedicaron a jugar sin concretar. Las tomas falsas de este programa correrán por las redes como material de máxima audiencia. No sabemos cómo descifrar lo de la música folklórica para ilustrar un baile con tres puntos de apoyo, pero la audiencia creció buscando al dragón.