Gloria LATASA
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AZKEN PUNTUA

Gloria matutina

Cuando llega el viento, dicen, llega la yupipi –así llaman a la Gloria Matutina– y más tarde, llegarán las trombas de agua

Al norte de Australia, en el Golfo de Carpentaria, hacia el alba de algunas mañanas de septiembre y octubre (primavera Austral) una caprichosa nube surca los cielos y se convierte en el patio de juegos de los amantes del vuelo, capaces de «surfearla» como si se tratara de una ola marina. Cuando aparece, lo suele hacer de forma cíclica, llegando a poder verse durante varias mañanas seguidas.

La nube en cuestión es como un inmenso rodillo blanco (incluso, dos o tres rodillos, en ocasiones) próximo al suelo, que «vuela» a través de un cielo despejado. Su longitud puede llegar a alcanzar los mil kilómetros y tanto de largo como de ancho puede medir unos dos kilómetros. Mientras va girando en dirección opuesta a la de su desplazamiento, se mueve a velocidades próximas a los sesenta kilómetros por hora.

Su formación requiere unas condiciones meteorológicas previas en las que una buena brisa marina sople durante el día «inyectando» vapor de agua en la zona, mientras se alisa el aire a lo largo de la ruta que recorrerá el rodillo. Todo ello debe coincidir con una situación de estabilidad (altas presiones). Para las gentes del lugar, la brisa (del nordeste) y la aparición de escarcha en las neveras suele ser el aviso de su llegada.

Se trata de un fenómeno ondulatorio de enormes dimensiones que lo produce, al parecer, la convergencia de brisas. También se da en otros lugares (siempre en zonas marinas o junto a lagos) como en el centro de los Estados Unidos, en el Canal de la Mancha, en Berlín, en el este de Rusia o en casi todas las zonas marítimas de Australia. Sin embargo, es en el Golfo de Carpentaria donde es más espectacular, más «predecible» y repetitivo.

Todo un espectáculo que, si para los científicos representa curiosidad y para los pilotos un disfrute extraordinario, para los aborígenes significa la pronta aparición de la temporada de lluvias que comienza en torno a finales de octubre y que la nube rodillo se encarga de anunciar. Cuando llega el viento, dicen, llega la yupipi -así llaman a la Gloria Matutina- y más tarde, llegarán las trombas de agua.