Beñat Zaldua
EL PROCESO SOBERANISTA CATALÁN

Apuntes para el optimismo

Son días de nervios en Catalunya, otra vez. El soberanista de a pie, aquel que al amanecer del 9 de noviembre se presentó ante los colegios electorales dos horas antes «por si acaso», no entiende cómo lo que resulta tan fácil en la calle parece casi imposible en los despachos de Artur Mas y Oriol Junqueras, incapaces hasta ahora de llegar a un acuerdo. Solo faltaba que la encuesta de ayer diese la victoria por primera vez al No en un hipotético referéndum sobre la independencia. Hiperventilación prenavideña entre la buena gente de la ANC.

Pero pueden estar tranquilos, porque el mundo no se acabará este 2014. Y tampoco parece que vaya a hacerlo el proceso independentista. Veamos. Uno: la diferencia entre el Sí (44,5%) y el No (45,3%) en el referéndum no es ni siquiera de un punto. Paradójicamente, el 9N activó el No, un toque de atención para no acomodarse. Dos: no habrá tal referéndum. Tres: siendo la opción alternativa unas elecciones, vemos que un nuevo Parlament tendría de uno a cinco diputados independentistas más que ahora. Cuatro: olviden lo dicho hasta ahora, alguien dejó escrito que las encuestas son como la mortadela, nadie sabe de qué está hecha, pero todo el mundo se la come.

Así pues, ampliemos el foco. Esta semana hemos visto cómo ERC permitía la tramitación provisional de los presupuestos del Govern, mientras CiU accedía a explorar la prórroga presupuestaria que pide ERC. Y más allá de las declaraciones de Mas sobre alargar la legislatura, lo cierto es que no encontrará mejor momento para adelantar elecciones. También egoístamente le interesa hacerlo, para aprovechar el impulso del 9N y de la querella en su contra. Además del CEO y del sentido común, igualmente las encuestas internas que maneja Convergència, según se dice en los mentideros, apuntan a una relativa recuperación de los conservadores.

Otra cosa es que Mas aproveche el viento a favor para presentar a Junqueras como responsable de la falta de acuerdo y apure lo máximo para convocar las elecciones, sabiendo que, de momento, la espera desgasta a los republicanos. Es parte de un juego político que Junqueras ha ofrecido en bandeja al president.

Y por último, está el asunto del calendario. Contra lo que se ha dicho, Artur Mas tiene prácticamente todo el mes de enero para convocar las elecciones y que se celebren dentro del primer trimestre del año. Ya habrá tiempo para hiperventilar pasados los turrones.