Raimundo Fitero
DE REOJO

Horarios

Casi sin quererlo visité al tiburón de «La noche en 24 horas» de TVE y lo noté un poco triste. No enseñó en ningún momento su sonrisa caníbal en su horario nocturno. Quizás era una noche tonta, solamente tenían un asunto turbio: la dimisión del fiscal general y es materia reservada, declarada por sus jefes del PP, asunto personal. El cinismo de toda la banda, con este jovencito Nicolás de TVE llamado Sergio Martín a la cabeza, está entrando en su fase más alterada y tóxica. Yo diría que el extraño caso del coche empotrado en la sede de Génova 13 forma parte del mismo guion. Un entretenimiento para ir creando el ambiente judicial propicio a la impunidad. Ahora están hasta contra los jueces del Supremo que reclaman un poco de respeto a sus sentencias.

Pero los horarios marcan. Parece que algunas empresas están ensayando unos horarios laborales más racionales. Entrar antes por la mañana y acabar antes la jornada de tarde. Dicen que ayuda a la productividad, a la conciliación familiar, a las buenas costumbres alimenticias, pero, mira tú, encuentran un problema para su aplicación generalizada de manera eficaz: el horario del prime time, el horario de máxima audiencia, que empieza (y termina) muy tarde. Y lo dicen sin cortarse ni un pelín, vinculando una decisión que debería ser respuesta a estudios, consensos, encuestas y pruebas a un elemento como la programación televisiva y los horarios de sus mejores series, programas o tertulias. No deja de ser reseñable este interés por convertir a la tele en el eje de casi todo.

Y en eso de los horarios, el desgobierno español, a través de sus muchos comandos, se mete nada menos que con «Sálvame», al que le han dado un plazo de pocos días para que cambie de contenidos, porque en ese horario, que consideran infantil, les parece que son poco adecuados.

Y yo me pregunto, ¿es obligatorio que los niños cuando llegan a casa vean la tele? ¿Es obligatorio ver ese programa? ¿No hay un mínimo respeto para la libertad de cada individuo, de cada tutor o de cada programador? No me gusta este tipo de mundo que crea Telecinco, pero aquí me solidarizo con la «familia» del programa porque esto es un acto de censura. Sin más.