Arantxa MANTEROLA
FOMACIÓN DE TELEPILOTOS

Drones, aeronaves en toda regla y no juguetes

Cada vez es más frecuente toparse con esa especie de miniaeronaves llamadas drones en cualquier comercio o hipermercado. En su vertiente lúdica se trata, sin duda, de un fenómeno muy en boga, pero también a nivel profesional supone una tecnología emergente y con gran potencial.

Emmanuel Jupiter y Valérie Bettega, presidente y directora general respectivamente de la sociedad 640 Production, han abierto un centro de formación e información en Bidarte para quien quiera convertirse en telepiloto de drones. Según los expertos, el oficio tiene futuro porque el dron civil está cada vez más presente en el paisaje industrial francés.

El Estado francés fue el primer estado europeo en abrir su espacio aéreo a los drones civiles y es el segundo donde más vuelos se realizan. No en vano fue también el primero en establecer, en abril de 2012, una reglamentación bastante estricta y completa al respecto pero que, según Bettega, debería ser «mucho más clara y comprensible porque resulta bastante complicada. De hecho, está en el límite entre la actividad lúdica y la profesional».

La principal diferencia entre las dos actividades es que en la segunda se comercializan las imágenes obtenidas por este sistema y que para ello es obligatorio tener un diploma, lo que obviamente no se exige a los no profesionales. Sin embargo, los dos formadores consideran que hay una falta real de información a los consumidores sobre las obligaciones legales ligadas a la utilización de los drones, que tienen que ver, sobre todo, con la utilización del espacio aéreo y la protección de la vida privada.

Es por ello que la Federación Profesional de Drones Civiles de la que forman parte trabaja para que la información a cualquier utilizador de drones sea obligada. Con ese objetivo, la agencia 640 Production se dedica también a la información y propondrá, a partir de enero de 2015 en la Tecnópolis Izarbel de Bidarte, diferentes sesiones para que los utilizadores, tanto los del ámbito lúdico como del profesional, dispongan de toda la información para una práctica segura de la actividad. Los dos formadores apuntan a este respecto que , por ejemplo, conocer el mapa OACI (Organización de la Aviación Civil Internacional) resulta de gran utilidad para los no profesionales.

10 días de formación

Para obtener el diploma de telepiloto profesional hay que seguir una formación teórica en la que, evidentemente, está integrada la relativa a la reglamentación y otra parte práctica y técnica del propio aparato. La formación que ofrece 640 Production tiene una duración de unos diez días como media. Consta de unas 70 horas, de las cuales cuarenta están dedicadas al pilotaje o vuelo. La parte teórica puede convalidarse cuando se dispone ya de un diploma teórico para ULM. En caso contrario, hay que pasar un examen en Pau o Burdeos. «Hasta ahora podía hacerse en Biarritz, pero lo van a suprimir», precisa Bettega.

El coste del cursillo viene a ser de unos 2.019 euros y, por el momento, lo están impartiendo de manera individualizada.

La Dirección General de la Aviación Civil establece cuatro escenarios con sus respectivas reglas. El primero para los vuelos fuera de las aglomeraciones donde se permite izar el dron como máximo a 150 m de altura en un radio de 100 metros. El segundo escenario posibilita un radio de un kilómetro, pero a una altura máxima de 50 metros y también fuera de poblaciones o aglomeraciones humanas. El tercero establece los mismos límites que el primero, pero puede realizarse sobre espacios poblados. Por último, el cuarto escenario, para el que es necesario una autorización especial y el carnet de piloto de aviación, permite vuelos largos de hasta varios kilómetros, es decir, sin que el aparato esté dentro del campo visual del piloto. Suele utilizarse, por ejemplo, en la supervisión de vías ferroviarias.

En los tres primeros escenarios, el peso del dron no debe superar los cuatro kilos y, además, a partir de los dos es obligatorio que cuenten con un paracaídas. En el cuarto escenario se pueden pilotar drones de hasta 25 kilogramos máximo.

Para hacer volar un dron sobre poblaciones también hay que contar obligatoriamente con una autorización prefectoral que, en función de los departamentos, puede ser válida para seis meses o un año. En el caso de París existe una excepción, ya que el vuelo de drones sobre la capital está totalmente prohibido.

En cuanto a los seguros, los pilotos profesionales deben tener cubierta la responsabilidad civil mientras que los no profesionales no tienen tal obligación. Los dos formadores aseguran que, «ante el auge de estos aparatos, dentro de no muchos años todos estos requisitos legales, administrativos y técnicos serán homologados a nivel europeo».

Explicados todos estos aspectos, Bettega y Jupiter proponen observar un vuelo a las afueras del centro Izarbel, si bien las clases prácticas las suelen efectuar normalmente en Senpere para evitar los problemas con la torre de control del cercano aeropuerto de Biarritz.

Franck, uno de los alumnos que está formándose en estos momentos los acompaña. Se muestra muy ilusionado con su futuro oficio y no cree que la actividad sea muy cara: «Si tenemos en cuenta que alquilar un helicóptero para tomar imágenes cuesta unos 4.000 euros la hora, por ese precio se puede adquirir ya un dron», dice.

Además, como indica su profesor, «aparte del de la foto y el vídeo, cada vez se están abriendo más campos de aplicación de esta tecnología en la agricultura, análisis de aguas, control de torres eólicas, seguimiento de obras civiles, observación de poluciones o de toxicidades en empresas y también en volcanes activos, etcétera. Y aquí en el País Vasco, donde tenemos montañas y mar, las posibilidades son inmensas».

Un insecto metálico

El zumbido peculiar que emite la pequeña aeronave recuerda el origen del nombre dron (drone en inglés significa zángano). El que utilizan para la demostración es un hexacóptero (6 hélices) si bien el más corriente es el quadracóptero y, en el caso de profesionales, también el octocóptero, que es ya un aparato relativamente pesado y que no puede usarse sobre ciudades.

En su parte inferior, lleva una especie de cestillo donde va colocada una pequeña cámara GO-PRO que posee un giroestabilizador para, precisamente, estabilizar las imágenes. Mediante el GPS, el dron emite la imagen que capta a un monitor que cuenta con un dispositivo de telemetría para saber en todo momento la altura y la distancia a la que se encuentra. La autonomía de vuelo es relativamente corta, entre seis y diez minutos, el tiempo que dura normalmente un vuelo. «Todavía faltan avances en este aspecto porque las baterías de litio se vacían muy rápido», precisa Emmanuel Jupiter.

Durante la exhibición del vuelo, el comentario general entre los periodistas que descubren el uso del aparato es que «parece un juguete». «No lo es», corrige rauda y contundente Bettega.

Los militares israelíes, que son los maestros en la materia a nivel mundial, bien saben que la formadora está en lo cierto.

Si se utilizan co fínes lúdicos no se consideran drones

La normativa española solo considera drones a aquellas aeronaves telepilotadas con fines comerciales, es decir, aquellas que ofrecen servicios, principalmente de vídeo y fotografía aérea, pero también cada vez más de otro tipo, como control de edificios, exploración de siniestros, detección de incendios, etcétera.

Si simplemente se va a pilotar para uso lúdico, legalmente es considerado como un vehículo de radiocontrol y la normativa que se le aplica es la de la Real Federación Aeronáutica de España y la vigente en la correspondiente comunidad autónoma. Sin embargo, en los casos de utilización lúdica tampoco está permitido el vuelo sobre núcleos urbanos o habitados, ni en alturas superiores a los 100 metros. En recintos cerrados, al no incidir en el espacio aéreo, no está regulado. La legislación definitiva, que está ahora en preparación, regulará también el uso de los drones para fines deportivos y de ocio. A.M.

El Estado español no tiene aún una ley especifica, pero ha regulado el uso

Tras muchos meses de espera, sobre todo tras la nota informativa de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea que prohibió prácticamente el uso comercial de los drones, el Estado español se dotó en julio pasado de una normativa provisional por decreto que, obtuvo carácter oficial de ley el 4 de octubre. Solo unos días más tarde, el 23 de octubre, se inició la fase de información pública de la ley que definitivamente regulará la «utilización civil de las aeronaves pilotadas por control remoto» y que, lógicamente, derogará la normativa vigente ahora.

Como en el caso del Estado francés, los usuarios se quejan también de que es bastante confusa y restrictiva. Así lo considera Fernando Linares, gerente de la empresa Sqdrones, que es la única en la CAV que ofrece una formación para obtener la titulación oficial para pilotar drones. «Hay otro centro en Gasteiz -Erle-, pero están en una fase experimental y más centrados en el ámbito educativo que en el comercial», matiza el gerente, añadiendo que también su empresa diseña y fabrica drones y ofrece diversos servicios.

El próximo curso lo impartirán en el centro Don Bosco de Donostia a partir del 12 de enero y la matrícula está aún abierta. Tiene una duración de unos 8 días, unas 60 horas prácticas. La formación consta de tres partes -conocimiento de la normativa legal, parte técnica y práctica-, tiene un coste de unos 950 euros y se obtiene la licencia básica de piloto con la opción del «avanzado», como lo denominan en el argot profesional.

A diferencia de la escuela 640 Production de Bidarte, Sqdrones no prepara para la parte teórica, donde se logra el certificado ATO que se obtiene en la Escuela Oficial de Vuelos.

Con la licencia básica se pueden pilotar drones de hasta 25 kilogramos a 120 metros de altura y en un radio visual de 500 metros. «Si el dron pesa menos de 2 kilos puedes alejarte un poco más, pero para ello se necesita el título `avanzado' y está prohibido volar sobre ciudades o aglomeraciones humanas, salvo con permiso especial o el permiso particular en el caso de sobrevolar espacios privados», explica Linares.

Para pilotar drones a partir de 25 kilos es obligatorio contar con el título de piloto comercial más una especialización en la conducción de aeronaves pilotadas por control remoto. A.M.