Joseba VIVANCO
Sin Aduriz en el campo el equipo sigue sin marcar

Otra vez a mirar hacia atrás

Una desastrosa primera mitad de los rojiblancos y el gol encajado lastró el resultado final del encuentro.

DEPORTIVO 1

ATHLETIC 0

En la ciudad en la que, se dice, nadie se siente forastero, el Athletic fue el mejor invitado posible para un Deportivo justito, que hizo otro tanto, pero metió un gol y se llevó los tres puntos, esos mismos que para los rojiblancos también eran vitales a tenor de sus aspiraciones de pelear por la plazas nobles. Triste, muy triste la imagen ofrecida por los de Ernesto Valverde, de manera especialmente sangrante en una primera mitad -nada nuevo bajo el sol- en la que dieron una pobre imagen, concedieron el gol que a la postre les derrotó, y fueron después incapaces de enmendar lo hecho con anterioridad. Leones que siguen dejándose puntos de manera incomprensible y que lastran cualquier cuenta de la lechera. Impropio de este equipo ofrecer unas prestaciones tan pobres y lastimeras, que coinciden, justificadamente o no, con la ausencia de Aduriz en la punta, sin el que el Athletic ha sido incapaz de marcar un solo tanto. Y casi lo arregló el joven Iñaki Williams, que tuvo en su cabeza la igualada a falta de tres minutos. Hubiera sido quizá justo por el empuje final, pero no por más.

Los pronósticos ya apuntaban a un partido trabado, feo, y visto el estado del terreno de juego hasta los más optimistas se dejaron convencer. Y lo fue, una primera trabada, fea, antiestética, y sobre todo mala, muy mala para un Athletic al que en esas circunstancias tan poco halagüeñas lo peor que le podía suceder era ponerse por debajo en el marcador. Y eso le pasó. Porque tanto fue el cántaro a la fuente, tantos balones aéreos fueron a la espalda de un tándem ayer San José-Laporte que parecían rivales más que compañeros, que al final cayó el gol deportivista con el que ambos se fueron a vestuarios. Mientras, Valverde volvía en la banda a dar muestras con sus ilustrativos gestos de que otra vez no lo veía nada claro, resoplaba, ladeaba la cabeza dando muestras de desaprobación, y ponía a calentar a Williamas, Beñat e Iraola nada más caer el gol local. Y es que por cambiar, uno hubiera sacado a los once titulares del campo de un plumazo. Porque merecer lo merecían.

Arrancó el choque alocado, con mucha colisión, imprecisiones, presión constante al rival por ambas partes, y una preocupante indecisión en la zaga rojiblanca para mostrarse con la contundencia necesaria. Jugaba muy adelantada su defensa, mal perfilada y lo aprovechaba el Depor con balones largos que avisaban. Pelotazos sin sentido, balones a ninguna parte, en ese antifútbol, Borja Viguera, ayer en punta, avisó, en fuera de juego, de que llevaba las botas cambiadas, y falló un mano a mano ante Fabricio. Más tarde, en jugada válida, bajó al piso un balón de Ibai y con todo para él, volvió a mandarla, con la mala, fuera. Lo bueno es que el Depor tampoco había acertado en las suyas, siempre propiciadas por balones a la espalda de la zaga bilbaina, hasta que Cavaleiro no falló en la que tuvo.

El Athletic recibía la puntilla a una primera parte en la que entre una cesión nada amistosa de De Marcos a Iraizoz, un lío del portero navarro que casi la pierde ante un rival, un saque de falta de Susaeta directamente fuera o un despeje de San José que golpeó a un compañero y casi propicia un contragolpe gallego, ni siquiera mejoró en su juego, sino que fue a peor. Un chut escorado y forzado de Viguera fue toda su artillería desde el gol, en veinte minutos. Horrible.

Querer y no poder

A Valverde le tocó recomponer en el descanso. Metió a Iraola por Susaeta, De Marcos pasó a la segunda punta y Unai se colocó en la derecha. Y más allá del cambio de piezas, el Athletic salió con otro brío, buscando -porque en ello va el sueldo- la portería rival en pos de un empate que el Depor no se lo iba a poner fácil. Cabeceó Viguera a las manos del portero, llegaron los primeros córners del partido, aunque en una y otra portería, y al menos los rojiblancos pusieron sobre el césped algo más de lo que habían hecho antes. Entre esas cosas, devolver al balón al pasto y olvidarse de los pelotazos, lo que favoreció esa mejora del juego de los leones, abriendo más a bandas y poniendo en evidencia la solidez de los coruñeses.

Querer y no poder, Valverde tiró de Beñat mediada esa segunda mitad, porque las ocasiones no llegaban por mucho empeño que ponían los suyos. Pero nada. Sin ideas. Su último cartucho, el joven Iñaki Williams, al que muchos apuntaban en la previa como titular en ausencia de Aduriz y Guillermo. A la desesperada, junto a Viguera en vanguardia, De Marcos e Ibai en bandas, para equilibrar un marcador que pintaba muy pero que muy mal. Quince minutos por delante para el chaval del filial que la tuvo en una cabezazo que se le fue alto por poco.

No le dio para mucho más al Athletic su empuje, porque claridad hubo muy poca. Al final, Undiano Mallenco le birló una última oportunidad a los leones por falta al cachorro cerca del área, y cabreo de postre para finiquitar un partido pésimo en la primera mitad, raspado en la segunda, pero decepcionante en líneas generales. Los de Valverde siguen con 19 puntos y solo uno en los últimos cuatro encuentros ligueros. Y Valverde insistiendo en que hay que mirar hacia atrás. Y es que así, imposible hacerlo hacia adelante.

El Celta perdió y suma 666 minutos sin marcar. Los rojiblancos no regresan a Bilbo sino que permanecen en tierras gallegas para preparar el choque de la ida copera ante el Celta, este martes a partir de las 17.00 en Balaídos. Los vigueses cayeron ayer en su visita al Sevilla por 1-0 y acumulan ya 666 minutos sin marcar, a pesar de que plantaron cara en el Sánchez Pizjuán tras quedarse con un jugador menos. El próximo rival liguero, el Elche, empató en casa ante un Villarreal que se adelantó 0-2.