Pablo CABEZA BILBO
Elkarrizketa
Jon e Iñigo Garcia
Guitarra/voz y trombón de Big Boy

«Queríamos crear un mundo valiéndonos de la música, la imagen y la literatura»

El pasado año continúa con su reguero de discos profundos y rompedores, que deben tener su continuación en 2015 por poseer un discurso sólido y merecedor de más futuro. Uno de esos discos pertenece a Big Boy, que con su álbum debut homónimo ha propuesto doce canciones extrañas, llamativas y originales. Desde Zumaia, el sexteto afronta el rock de manera conceptual, valiente y libre.

Big Boy es un sexteto de Zumaia integrado por Jon Garcia, guitarra y voz principal. Con 18 años se le pudo escuchar tocar la guitarra en Atxantatu y más tarde la batería en Nidel. Ahora su tiempo es Big Boy y el circo Soka! (compañía de acrobacias aéreas, teatro, música y circo. http://sokazirko.wix.com/soka). Uhin Loiola es el responsable de la batería y percusión. También pasó por Atxantatu y Nidel, donde fue el vocalista. Durante una década fue percusionista en la Banda Municipal de Zumaia, también tocó en el grupo de percusión Africana Ttakunpa y formó un grupo de música experimental junto a Jon Mantxi (Gora Japon) llamado Alfombra. Iñigo Garcia (hermano de Jon), comenzó a tocar el trombón hace unos 20 años. Fue componente de la Banda Municipal de Zumaia. Durante varios años formó parte del grupo Ajopuerro Colinegro junto con Jon y Uhin. Jose Luis Barredo toca el clarinete y lo hace desde hace veinticinco años. Es parte asimismo de la Banda Municipal de Zumaia. Barredo también toca en Big Boy el órgano, la trompeta y el bajo eléctrico. Otros veinticinco años lleva tocando Iker Hazas el bombardino. Es también miembro de la Banda Municipal de Zumaia. Harkaitz Bastarrika ha sido profesor de bajo y guitarra en las escuelas municipales de Getaria y Agurain y actualmente es profesor de bajo, guitarra y conjunto instrumental de la Escuela de Música de Zumaia. Ha participado en diversos grupos de jazz (una decena), funk, música latina, flamenco y música brasileña como bajista, guitarrista y cantante.

Los hermanos Garcia comienzan a grabar prototipos de canciones en el estudio de Jon al inicio de 2012. Con el paso de los meses los esbozos van tomando cuerpo. Se comienza a vislumbrar la idea de formar un grupo. Jon le expone la idea a su amigo y compañero de formaciones Uhin, quien tras escuchar las primeras canciones se anima y rubrica el imaginario contrato que le proponen. Los primeros temas se conciben para guitarra y trombón, así que se inclinan por investigar en esta dirección: reforzar vientos. Iñigo es amigo de Iker y Jose Luis. De nuevo aplican el truco de la seducción: les enseñan los primeros prototipos y la pareja pica, ya son otros Big Boy. Con los ensayos, perciben que necesitan un miembro más. Alguien que pudiera tocar el bajo y la guitarra. Se apunta Aimar Loinaz, antiguo compañero del grupo Nidel (actualmente guitarrista del grupo Nooxbleed), pero termina abandonando por falta de tiempo. La puerta se abre para Javier Pecharroman, otro viejo amigo guitarrista, pero este también lo deja. Finalmente se une a la banda Harkaitz. Debido a que su instrumento principal es el bajo, las canciones vuelven a sufrir ciertos cambios que el grupo tilda como «positivos».

Redondeada la comunidad, comienza el tiempo de los ensayos en serio y la labor de creación. Iñigo les enseña la historia vista en YouTube del elefante Big Boy y se quedan con el nombre para la banda en el inicio de 2013. El trombonista incluso llega a contactar con el primer domador del elefante que giraba sobre una pata, Buckles Woodcock.

«Big Boy» es uno de los grandes discos de los últimos años en EH. Nunca se ha mezclado de esta forma un trombón, una guitarra clásica, otra salvaje y distorsionada, un bajo tan espeso y atrevido, unas voces tan desalmadas, narraciones, ritmos étnicos... Del Mediterráneo a la Europa del Este, del funk al aire latino, del cine en blanco y negro al progresivo de los setenta. «Baga biga», «Eskutitza», vaya solo de bajo, «Dron dron», el hercúleo corte ocho sin título, «Errusia», tan grande, «Gyroscope», tan delicada y ruda, tan caliente y gélida, tan fina de guitarra, de garganta visceral, «Pelukafro», reina negra del disco, de tanto telefilme basado en barrios negros de mala reputación, «Mr. Jackson», tan épica... Son composiciones e interpretaciones de una calidad y valentía como para creer que nuestra escena por fin va madurando y atreviéndose a diversificar el legado.

A Big Boy le toca luchar contra la preferida evidencia que se vive, pero quien busque otras emociones, este es su grupo.

Cuesta imaginar cómo este concepto de banda se les explica a los componentes que van llegando, cómo se les sugiere de qué manera contarán las cosas o qué aire tendrán ante tanta mezcla a pesar de la unidad. El ideario.

Iñigo Garcia: Nunca hubo una intencionalidad clara a la hora de componer los temas, fue algo espontáneo y casual. La idea inicial se fue gestando en el estudio con composiciones que eran muy básicas en cuanto a instrumentación, guitarra, trombón y algo de percusión, y ese ha sido en consecuencia el germen y el espíritu de todas las canciones que hemos desarrollado.

Jon Garcia: Como bien dices, más que cantar lo que hacemos es contar. Las melodías de las canciones las llevan los instrumentos. El tipo de música que empezó a surgir, una música que siempre nos pareció una especie de banda sonora, nos sugería la posibilidad de incluir en nuestros conciertos pequeñas proyecciones, que a su vez iban ligadas a las historias que se cuentan en las letras. Queríamos crear un mundo valiéndonos de la música, la imagen y la literatura, intentado dar la misma importancia a los tres campos. Y así, poco a poco, se fue gestando nuestro ideario.

La edición incluye un cedé y un deuvedé con formato de documental, en este caso falso documental. Lo narrado y lo grabado posee un aspecto muy profesional: alta definición, cuidada fotografía, buen sonido, excelentes tomas... Esto no es un videoclip, es cine.

I.G.: Nos hacía gracia la idea de grabar un documental sobre un grupo sin trayectoria, como si se tratara de una banda importante. El formato del falso documental nos permitía también narrar historias creando puentes con las letras del disco. Por otro lado, el tipo de música que desarrollamos nos venía muy bien para componer la banda sonora del documental, en la que además del formato intrínseco a este hay partes muy ficcionadas. Comencé a escribir el guion junto con el inicio de la grabación del disco y ambos proyectos se fueron desarrollando en paralelo. Aunque no somos actores, teníamos claro desde un principio que los papeles los teníamos que interpretar nosotros, ya que el documental trataba sobre nuestro grupo.

J.G.: También es cierto que algunos de nosotros tenemos experiencia y medios en este campo. Jose Luis es cámara profesional y tiene una productora audiovisual (Berde Produkzioak), y ha participado en numerosos proyectos audiovisuales de cine y televisión como director, cámara y director de fotografía. Iñigo también ha escrito y dirigido varios cortometrajes, y, por último, yo soy técnico de sonido y también tengo experiencia en este campo. El hecho de que el equipo formado para la grabación fuéramos nosotros mismos logró que la grabación fuera más sencilla, ya que no somos actores profesionales, pero aun a riesgo de que la actuación no quedara como tal, creímos imprescindible interpretar el papel de nuestros personajes. Tampoco todo salió a la primera, precisamente. Con todo, tanto la grabación del disco como la del documental ha sido posible por el trabajo altruista realizado por Jon y su estudio, Gartxi Estudioa, y Jose Luis y su productora.

¿De dónde sale la idea de la vuelta de la guerra, la URSS, el elefante Big Boy...?

I.G.: La historia del documental está formada por videos que ya proyectábamos en los conciertos. Y el guion es una especie de fusión entre nuestra vida real, estos videos y alguna idea más. Uno de estos videos es un elefante de circo que realiza un ejercicio espectacular girando sobre una sola pata, un elefante llamado Big Boy (el elefante del millón de dólares). Documentándome para la realización del guion conseguí ponerme en contacto con su domador y poco a poco conocí toda la vida del elefante, que fue muy intensa tal y como se cuenta en el documental. La idea de la guerra, la URSS... va ligada un poco también al espíritu frío de varios de los temas del disco. Es verdad que nos atraen un poco esas latitudes que muchas veces las sentimos lejanas y exóticas. También potentes y con mucha fuerza.

Resulta muy complicado situarles: música clásica, progresiva, toques de jazz, a veces una pincelada latina, otra mediterránea, también del Este de Europa... y visiones muy fílmicas.

I.G.: Cada uno escuchamos música muy diferente. Algunos venimos de la clásica, otros del jazz, de la música latina y afrocubana, e incluso del heavy... También somos muy cinéfilos. Supongo que esta es la razón por la que en el disco confluyen tantos estilos o recuerde a músicas tan diversas.

Estamos ante un disco conceptual, muy al estilo de las creativas aventuras de los años setenta. Incluso el estilo encaja en la época desde su contemporaneidad.

J.G.: Efectivamente. Tanto el disco como el documental se complementan; y basándose en una idea global, tratan de crear entre ambos un mismo mundo. Los temas del disco, las letras, el documental, crean puentes entre sí formando una unidad.

Cedé y deuvedé, doble portada, digipack... y solo diez euros.

I.G.: La idea es que el disco fuese lo más accesible posible, con recuperar lo invertido nos valía. El disco se puede escuchar en bigboytaldea.bandcamp.com.

Portada y proyecciones.

I.G.: Actualmente en los conciertos, además de hacer las proyecciones habituales, estamos proyectando el documental antes del concierto, siempre que la sala lo permita, y funciona muy bien porque crea expectativa sobre el grupo. La portada es de Iñigo, y creada a partir de dos dibujos que diseñó para el documental y las proyecciones.