No, los programadores de Sitges no se equivocaron al seleccionar «71» para un festival de cine fantástico y de terror, por más que pueda extrañar la presencia en el mismo de una película sobre las revueltas en Irlanda del Norte de principios de los años 70. Después de verla hay que reconocer que acertaron, porque la ópera prima del realizador televisivo Yann Demange pertenece de lleno al género survival, tanto en cuanto versa sobre la supervivencia de un soldado inglés perseguido por las calles de Belfast. Para ello el producto ha sido vaciado de su trasfondo político, del que solamente conserva la apariencia documental o de cine militante, tomada prestada de la muy superior «Bloody Sunday», de Paul Greengrass.

Se trata de un thriller de acción ambientado en un contexto bélico, ya que el conflicto irlandés sirve de escenario para desarrollar el conocido argumento de las películas de guerra con combatiente perdido en las líneas enemigas, el cual trata de regresar con su ejército en medio del fuego cruzado. El guion de Gregoy Burke no dista mucho del que Ken Nolan escribió para Ridley Scott en «Black Hawk derribado».

Al carecer de consistencia ideológica la película se queda, para regocijo de la prensa de derechas, en una tierra de nadie. Es todo lo contrario de Ken Loach, y aquí sí se nota demasiado que «71» es una producción inglesa que, para no tomar partido por las víctimas civiles irlandesas de lo que a todas luces históricamente fue una invasión militar, se decanta por un distanciamiento tramposo en el tiempo para jugar a la ceremonia de la confusión. A tal fin desdibuja los bandos enfrentados, con tal de hacer una interesada abstracción de la violencia venga de donde venga. Militares, confidentes, activistas, espías, policías y unionistas se entremezclan en una atmósfera nocturna en la que todos los gatos son pardos y la traición campa por doquier. El objetivo es hacer victimismo única y exclusivamente con el joven recluta inglés enviado al frente como carne de cañón.