Mikel INSAUSTI
Zinema kritikaria
CRíTICA: «Autómata»

Las leyes de la robótica revisadas en clave distópica

Al hablar de la película «Autómata» se da por sentada su condición de película de bajo presupuesto, sin que nadie sepa realmente a día de hoy lo que ha costado. Según las fuentes las cantidades difieren, oscilando entre los cinco y los quince millones de dólares, lo cual supone un arco presupuestario bastante grande. Antonio Banderas fue quien puso sobre la mesa la cifra más baja, tal vez para justificar el acabado técnico y artístico poco competitivo de la producción. El actor malagueño entró en el proyecto para impulsarlo y conseguir financiación en Hollywood, pero a la hora de la verdad ha sido víctima de una especie de esquizofrenia entre la realidad limitada de la película y su pretenciosidad fuera de lugar.

Se supone que «Autómata» es ciencia-ficción con mensaje, pero visualmente tiene un aspecto de serie B que traiciona la hipotética importancia de su contenido. La falta de coherencia en sus objetivos se traduce en un claro desajuste genérico: comienza con un ambiente distópico de suburbios urbanos al estilo de las películas del sudafricano Neill Bloomkamp, para pasar a la revisión de las leyes de la robótica de Isaac Asimov con unos diálogos trascendentes entre humanos y androides que quieren imitar en vano a los de «Blade Runner», acabando en unas localizaciones desérticas en las que se introduce una acción muy torpe de gazpacho-western.

La comparativa entre la evolución de la especie humana y la de las máquinas es desplegada, discursos testimoniales aparte, sin apenas contrastes que la enriquezcan imaginativamente. Que los personajes humanos sean demasiado básicos puede estar justificado por su estancamiento evolutivo, pero frente a ellos los elementos representativos del desarrollismo de la Inteligencia Artificial carecen de un diseño brillante que los distinga. Cuesta creerse que hayan alcanzado definitivamente una autonomía y sean capaces de autoregenerarse, de la misma forma que Melanie Griffith no convence a nadie en su papel de científica recluida en un laboratorio.