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Tsipras marca las prioridades para devolver la dignidad a los griegos

La negociación con los socios de la UE sobre una base de decisiones soberanas y acabar con la austeridad sin incurrir en el derroche, así como la paralización de algunas privatizaciones en marcha, la lucha contra la corrupción y contra el desempleo, son las prioridades que en su primera reunión se marcó el nuevo Gobierno griego, liderado por Alexis Tsipras, para devolver la dignidad a su pueblo. El objetivo es «pasar página» a la política marcada por la Troika.

El nuevo Gobierno de Grecia empezó a enseñar sus cartas ayer, prometiendo negociar con Bruselas una solución «viable» y «justa» al problema de su deuda y luchar contra la corrupción y el desempleo, y paralizando de forma inmediata varios proyectos de privatización de eléctricas, puertos y aeropuertos, anuncios ante los que la Bolsa de Atenas reaccionó con una fuerte caída.

El Ejecutivo, formado por Syriza y Griegos Independientes (ANEL), exige a sus acreedores internacionales una renegociación de su deuda (175% del PIB) y de las medidas de austeridad aplicadas desde 2010 a cambio de dos rescates.

El objetivo, proclamó el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, es «pasar la página de la política de la austeridad», dictada por la Troika (UE, BCE y FMI).

A la espera de que se abra la negociación con Bruselas, el primer ministro, Alexis Tsipras, anunció en su primer Consejo de Ministros que «entre nuestras prioridades figura una nueva renegociación para encontrar una solución justa, viable y mutuamente beneficiosa». El dirigente, de 40 años, definió su Gabinete de coalición como «un Gobierno de salvación nacional», dispuesto a dejarse «hasta la sangre para recuperar la dignidad de los griegos».

Renegociar la deuda, detener algunas privatizaciones, ayudar a las pymes y luchar contra el desempleo, fueron los principales anuncios, que requerirán de sus respectivas leyes y no se llevarán a cabo mediante decretos, como hizo el anterior Gobierno.

Para acabar con el clientelismo político, la corrupción y la evasión fiscal, una de las grandes lacras y en buena parte origen de la crisis que padece Grecia desde hace seis años, se aplicarán las «reformas que no se han podido hacer durante 40 años», dijo Tsipras. El Ejecutivo pretende financiar parte de sus proyectos mediante un «sistema fiscal justo» y recuperar parte del mucho dinero que sigue evadiéndose al fisco.

El principal mensaje a los socios europeos fue que el Gobierno renegociará la deuda pero con soluciones que «sirvan a toda Europa». «No habrá duelos, no habrá amenazas y no habrá preguntas de quién será el primero en caer», afirmó Varufakis, quien se congratuló del «espíritu de negociación» que ha visto en Europa.

Se dijo defensor de la «vida austera» pero opositor a una «austeridad piramidal», que reduce los ingresos de los que menos tienen y aumenta las deudas que no pueden pagarse.

Las medidas más inmediatas en materia laboral será el restablecimiento del salario mínimo en 751 euros y la restitución de la paga de Navidad para los jubilados con pensiones muy bajas.

Además, el nuevo ministro de Interior y Reconstrucción Administrativa, Nikos Vutsis, anunció que los empleados públicos que perdieron su trabajo «por decisiones anticonstitucionales» lo recuperarán. Con ello aludió a los despidos de las limpiadoras ministe- riales y de los guardias escolares.

La Unión Europea confía en que Grecia no rompa la unanimidad frente al Kremlim

La constitución del nuevo Gobierno griego provocó sudores fríos a sus socios europeos por sus críticas a las negociaciones en curso para adoptar nuevas sanciones económicas contra Rusia, por su papel en la crisis de Ucrania, al temer que rompa la requerida unanimidad, pero en que no se opondrá de inmediato ya que está pendiente la renegociación de su deuda.

El ministro griego de Exteriores, Nikos Kotzias, participará hoy en el Consejo de Ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) que analizará el deterioro de la seguridad en el este de Ucrania y estudiará posibles nuevas sanciones contra Rusia.

Atenas expresó el martes su protesta porque la declaración de la UE pidiendo a este consejo extraordinario que trate las posibles sanciones a Rusia no había contado con su visto bueno para incluir a Grecia entre los firmantes del documento. Eso disparó los temores sobre la posibilidad de que Atenas, con su veto, rompa la frágil unidad de los Veintiocho con respecto a Rusia.

Ante lo que describió como «duras negociaciones en torno a la tercera ola de sanciones contra Rusia», Kotzias señaló el martes que «algunos socios (...) intentaron ponernos ante un hechos consumado (...). Los que piensan que Grecia va a renunciar a su soberanía y a la participación activa en la política europea en nombre de la deuda se equivocan», declaró en Atenas. Ese mismo día, el primer ministro, Alexis Tsipras, señaló que ese texto «ha sido difundido eludiendo el procedimiento normal para garantizar el consenso de los estados miembros, y sin el consentimiento de Grecia».

«Parece que el nuevo Gobierno en Atenas prefiere hacer amigos en Moscú que en Bruselas», se lamentó ayer en Twitter Carl Bild, exministro sueco de Exteriores, apostando por mantener una línea dura frente a Rusia.

Integrado por muchos excomunistas, incluido Kotzias, Syriza es sospechoso de simpatías prorrusas. El embajador de Rusia tiene Atenas fue el primero, el lunes, en reunirse con Tsipras y en la primavera de 2014, al comienzo de la crisis ucrania, este fue a Moscú, donde fue recibido por miembros del Gobierno.

Pero mientras que el nuevo Gobierno griego quiera renegociar su deuda, fuentes europeas consideran que no puede darse el lujo de cabalgar solo con Rusia y «abrir demasiados frentes al mismo tiempo», aunque no descartan que adopte una posición moderada, que no un veto, respecto a las sanciones. GARA