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Las FARC-EP se comprometen a no reclutar a menores de 17 años

El jefe de la delegación de las FARC-EP en La Habana, Iván Márquez, anunció ayer que en adelante no incorporarán a sus filas a menores de 17 años y denunció la «utilización sistemática» de menores de 15 años por parte del Estado y de las Fuerzas Armadas para infiltrarlos en la guerrilla con el objetivo de acabar con la vida de sus mandos. Recordó que en mayo entregaron al CICR a tres menores y que la pasada semana hicieron lo propio con otra menor.

En un gesto ciertamente esperado, la delegación de las FARC-EP anunció ayer la decisión de no permitir el ingreso en la guerrilla a menores de 17 años.

«Queremos dar nuevos pasos y tomar medidas eficaces que coadyuden a que cada vez sean menos las generaciones y jóvenes involucrados en una confrontación militar. Por ello y estimando, además, la necesidad de brindar de manera ostensible medidas de desescalamiento del conflicto que aceleren la marcha hacia la paz, anunciamos al país y al mundo que, tomando en cuenta el Protocolo Facultativo de 2000, anexo a la Convención de los Derechos del Niño, hemos decidido no incorporar, en adelante, a menores de 17 años a las filas guerrilleras», afirmó el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez.

Remarcó que el ingreso en las FARC-EP es «personal, voluntario y consciente entre los 15 y 30 años». Citó lo que, al respecto, se decidió en la Séptima Conferencia Nacional (1982): «Los Frentes crearán las comisiones de reclutamiento, las cuales deben ser preparadas para ello con estricto tacto para reclutar hombres y mujeres, los cuales en forma pareja deben ser desde los 15 hasta los 30 años de edad. El reclutado debe estar físicamente apto y mentalmente maduro, es decir, claro del por qué ingresa».

Denunció que tanto el Estado como las Fuerzas Armadas han utilizado a los menores de «forma sistemática». «Los llamados `programas cívico militares' han tenido como objetivo el uso abusivo de niños y adolescentes para la propaganda de guerra y el reclutamiento. El 20 de julio, en Bogotá, las fuerzas militares de un país inmerso en un conflicto armado de larga data, exhibieron niños uniformados a los que hicieron marchar junto a unidades militares de combate», censuró Márquez.

Rechazó de manera enfática el reclutamiento de menores de 15 años para «previo entrenamiento en unidades militares y de policía, infiltrarlos en la guerrilla para realizar tareas de inteligencia y atentar contra la vida de los guerrilleros, en especial de los mandos».

Aseguró que «contrariamente a lo que se divulga, bajo ninguna circunstancia hemos procedido a reclutar forzosamente ni a menores ni a ningún combatiente. Nuestros frentes constantemente tienen que disuadir a una importante cantidad de menores de que se enrolen en las FARC-EP, promoviendo la idea de que desistan hasta tanto cumplan la edad suficiente que les permita tener conciencia del por qué y el para qué quieren vincularse a la lucha insurgente». Reconoció que «en numerosas ocasiones se han visto en la necesidad de llevar con nosotros a familias, viudas o a huérfanos sobrevivientes, cuyos padres habían sido asesinados por grupos paramilitares o directamente por fuerzas estatales que atacaron sus comunidades».

El Gobierno saluda el gesto, pero pide ir más allá

Poco después de conocerse el anuncio de las FARC-EP, el jefe negociador del Gobierno colombiano, Humberto de la Calle, compareció ante los medios en La Habana para agradecer el gesto de la guerrilla, aunque le instó a prescindir de los menores que actualmente integran la guerrilla. Consideró que es un «paso en la dirección correcta» aunque «insuficiente», ya que los criterios y normas internacionales fijan en 18 años la mayoría de edad. «Insistimos en la necesidad de extender esta decisión a los menores que hoy hacen parte de las filas de las FARC», indicó De la Calle, y aseveró que si bien este «es un gesto importante, no debemos olvidar que el propósito central es la terminación del conflicto».

Respecto al trabajo de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas que el martes presentó sus informes, remarcó «el clima de respeto en el desarrollo de una reunión en la que oímos todas y tan diversas opiniones». «No se trató de que reescribiéramos la historia de Colombia. Tampoco que se negocie la verdad o que una parte imponga la suya a su contraparte. Se trató de lograr una mejor comprensión de la historia a partir de diferentes lecturas de la realidad», manifestó. Lamentó que mientras en Cuba viven un «ambiente de tolerancia», en Colombia «no seamos capaces de tramitar nuestras diferencias de manera civilizada». GARA