Raimundo Fitero
DE REOJO

Flagelos

Una vez dicho lo que es necesario, hay espacio para decir lo importante. En las curvas sin peralte es más fácil salirse por la tangente. Insistiendo en este tema que ayer sobrevolamos, tras una doble sesión sabatina con los dos programas que hacen ver que son de contenido político, pero que forman parte de un raro espectáculo audiovisual en donde es difícil sacar conclusiones o que alguien pueda acomodar su intención de voto más allá de lo emotivo, lo visceral, llega una rara situación como es la emisión de una entrevista grabada a Joaquín Sabina a cargo de Iñaki López, que estoy todavía intentando descifrar.

La lucha es segundo a segundo entre Telecinco y La Sexta. Y entrega a entrega se van decantando las posiciones de manera más clara y abrumadora. En Telecinco se ha entregado de manera consciente a la intoxicación, por eso mantuvieron durante horas una entrevista con la mujer de un detenido, parece que de carácter político, en la Venezuela de Maduro. No les interesa una mierda lo que le pasa a ese individuo de la oposición, sino que utilizan a su esposa para atacar con mentiras y estupideces a Podemos, la obsesión del momento, a los que les están haciendo al publicidad electoral gratis.

En La Sexta, en teoría, hay más juego, mal repartido, y ya digo, si hemos reconocido que nos ha sorprendido gratamente la evolución de López en sus funciones de conductor pegado a un pinganillo, la entrevista con Sabina vino a devolvernos las dudas. ¿Cómo es posible repetir una pregunta del guión cuando la acaba de contestar el invitado? ¿Cómo se puede demostrar tanta impericia, tanta falta de preparación, tanta superficialidad? Y eso que se veía a las claras que estando en la casa del cantante llevaba pinganillo, que se mostró el señor Sabina amable, dicharachero, sin cortarse, hablando de todo y sin bridas. Pues entre unas cosas y otras resultó una entrevista en ocasiones ridícula. Y la colocaron donde les pareció oportuno en medio del griterío del plató, casi siempre a destiempo. Uno ve estos programas para recibir flagelos. Y para poder entrar en procesos contradictorios con sabor a salsa de pimiento morrón con achicoria que desemboquen en misereres.