GARA BAGDAD
ASALTO YIHADISTA AL PATRIMONIO IRAQUÍ

El EI arrasa los restos asirios de la milenaria Nimrud

El Estado Islámico dio ayer otro golpe contra el patrimonio histórico iraquí: la destrucción con buldozers de los restos asirios una joya arqueológica, la milenaria ciudad de Nimrud. La Unesco lo calificó como «crimen de guerra».

Después de haber reducido a polvo los tesoros arqueológicos del museo de Mosul la pasada semana y prendido fuego a su biblioteca, yihadistas del Estado Islámico con bulldozers arrasaron Nimrud, una joya arqueológica en el norte de Irak, según el ministerio iraquí del Turismo. «Todavía ignoramos el alcance de la destrucción» afirmó un responsable del Ministerio.

La Unesco calificó como «un crimen de guerra» la acción en esta ciudad milenaria situada a orillas del Tigris, al sudoeste de Mosul. Su directora general, Irina Bokova, apeló al Consejo de Seguridad de la ONU y al Tribunal Penal Internacional.

«Pido a todos los líderes políticos y religiosos de la región que se levanten y recuerden a todos que no hay absolutamente ninguna justificación política y religiosa para la destrucción del patrimonio cultural de la Humanidad», añadió.

El EI justifica estas destrucciones afirmando que las estatuas promueven la idolatría. Pero, según algunos analistas, los «ídolos» no molestan tanto a los yihadistas cuando son de pequeño tamaño y pueden venderlos en el mercado negro.

El ayatolá Ali al-Sistani, la más alta autoridad chií de Irak, estima que es la prueba «de la locura, la barbarie y la hostilidad hacia los iraquíes». «Su proyecto es destruir el patrimonio iraquí, lugar por lugar. Ahora esperamos el vídeo», explica Abdelamir Hamadani, un arqueólogo iraquí de la Universidad Stony Brook de Nueva York. «Ahora le llega el turno a Hatra», añadió, refiriéndose a una ciudad de 2.000 años de antigüedad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y situada a cien kilómetros al sur de Mosul.

La semana pasada, los yihadistas publicaron un vídeo en el que mostraron la devastación del museo en Mosul, la segunda ciudad de Irak que tomó en junio de 2014.

En Bagdad, en la calle Mutanabi epicentro de la intelectualidad, las condenas estaban en boca de todos «Después de haber matado el espíritu, comienzan a matar la civilización», denunciaba el escritor Ibrahim Daoud, es. «Una civilización considerada como el orgullo de Irak y del mundo ha desaparecido en unos minutos», lamentaba Adel Abdullah, empleado del Ministerio de Sanidad.

Un hito arquelógico histórico

Fundada en el siglo XIII antes de la era cristiana, es uno de los lugares arquelógicos iraquíes más conocidos. «Nimrud era la capital de Asiria bajo el imperio neoasirio», recuerda Hamdani. Se llamaba en aquella época Kahlu. «Muchas de las más grandes obras de arte asirio provienen de este lugar», explica. Su primera descripción contemporánea data de 1820, y fue saqueada por exploradores y dirigentes occidentales en las décadas posteriores. También fue dañada y desvalijada durante la invasión estadounidense en 2003.

En 1988 fueron desenterradas más de de 600 joyas, decoraciones y piedras preciosas, con 2.800 años de antigüedad, lo que es considerado uno de los descubrimientos arquelógicos más importantes del siglo XX.

El «tesoro de Nimrud» fue exhibido brevemente en el Museo Nacional de Bagdad antes de desaparecer de la escena pública y, posteriormente, reencontrado en 2003 en un edificio del Banco Central dañado por las bombas, poco después del derrocamiento de Saddam Hussein.

La mayoría de los valiosos objetos procedentes de Nimrud están expuestos en Mosul, Bagdad, París o Londres, pero en el lugar aún se conservaban bajorrelieves y los colosos «lamassu», toros alados con rostro humano.

«Creo que lo que han destruido a sido la reconstruccion que se hizo en los años 60 de los muros del palacio», señaló Eleanor Robson, profesora del University College.

Pese a las condenas, la comunidad internacional se ve limitada al papel de observadora. Stuart Gibson, experto de la Unesco, expica que «en el pasado hemos presionado a las poblaciones locales para que reconozcan el inestimable valor de su patrimonio y la necesidad de protegerlo. Desgraciadamente, actualmente, las poblaciones están exhaustas y aterrorizadas. Y el resto no tenemos otra opción que mirar, desesperados».