Janina PEREZ
BERLIN
Elkarrizketa
ANDREW HAIGH
DIRECTOR DE «45 AñOS»

«Tomar decisiones es la cosa más aterradora que pueda existir»

Al parecer ni el tiempo lo sana todo, ni cuatro décadas son suficientes para conocer profundamente a la persona con quien se comparte la vida. Todo esto –y más– se plantea en el brillante tercer largometraje de este director inglés a quien le temblaron la piernas cuando se acercó a Charlotte Rampling para proponerle lo que sería (sin saberlo) el rol de su vida.

Basada en el relato “In Another Country”, del poeta David Constantine, publicado por primera vez en 2001 en la revista literaria “The Reader“, “45 años” genera elogios a su paso, tanto para su director como para Charlotte Rampling (“La Piscina”, “Hacia el sur”) y Tom Courtenay (“Doctor Zhivago”, “El Cuarteto”), quienes se alzaron como ganadores del Oso de Plata a Mejor Interpretación en la Berlinale de 2015, donde este filme tuvo su estreno mundial.

“45 años” cuenta la historia de los Mercer, Kate (Rampling) y Geoff (Courtenay), quienes en sus 70 están por celebrar a lo grande cuatro décadas y un lustro de casados, pero pocos días antes del festín llega una carta anunciando el hallazgo del cuerpo de Katya (la primera novia de Geoff) desaparecida hace 50 años en los Alpes suizos. Esos restos tan perfectamente conservados en el hielo vienen no solamente a “refrescar” la memoria de Geoff, sino también a que Kate se replantee la vida junto a esa persona que ahora duda conocer en profundidad.

El virtuosismo con el que Andrew Haigh narra esta historia no despierta ni un ápice de sospecha sobre el largo camino que tuvo que recorrer desde su concluido estudio en Historia, pasando como chico-que-hace-de-todo en la televisión, hasta asistente de edición en rimbombantes megaproducciones como “Gladiator” (Ridley Scott, 2000).

En uno de esos hoteles tan modernos como los que se pueden encontrar en Berlín, Haigh relata sobre sus motivaciones, el tiempo, las relaciones personales, el terror que le dio acercarse a la leyenda Charlotte Rampling y de cómo dio el salto definitivo para dejar atrás una vida que no quería con la finalidad de convertirse definitivamente en cineasta.

¿Qué le motivó llevar esta historia al cine?

Leí el relato (de Constantine) hace mucho tiempo, incluso antes de hacer mis películas anteriores. Se trata de una historia bastante breve, de escasas dos páginas pero bellamente escrita, y había algo muy sencillo en esa narración que me atrajo. Me atrapó la metáfora que representa ese cuerpo congelado a través de los años, y de cómo te puede afectar después de tanto tiempo, porque se trata de alguien que aunque ya no exista, está aún allí. Eso me fascinó.

Kate (Charlotte Rampling), si se puede decir, en el ocaso de su vida, pone en la balanza sus decisiones en el pasado y las que tomará en el futuro…

Cuando eres joven probablemente tomas más decisiones con el fin de encontrar tu sitio; tus decisiones te hacen seguir un camino determinado, y hay ocasiones en las que te detienes. Mi intención era que esta historia se sintiera contemporánea y universal independientemente de la edad, o a pesar de que se trata de una pareja madura. En este punto de su vida, Kate empieza a darse cuenta de que aún puede decidir. No hay que olvidar que tomar decisiones es la cosa más aterradora que pueda existir, y aunque todos tenemos esa libertad, no lo hacemos porque es una cosa estresante, dura, y que afecta muchísimo.

¿Pero no que el tiempo «puede curarlo todo»?

Tal vez, pero no puedes escapar del dolor que causan algunos recuerdos, y si los ignoras, lo que va a pasar es que después de 40 años te afecten más. Obviamente todo resulta “más fácil” con el tiempo, pero el dolor siempre estará allí.

¿Qué le llevó a contar esta historia desde el punto de vista femenino?

El relato original era desde el punto de vista del personaje masculino, pero siempre tuve la intención de hacerlo desde la óptica de la mujer. En el cine siempre ha habido películas que narran las crisis existenciales de los hombres, como la de los 40 o 50; son historias que me encantan, pero no hay tantas que se centren en las crisis por las que atraviesan las mujeres, y esto las hace como inexistentes.

Hasta ahora había trabajado con actores de poca trayectoria, ¿cómo fue el rodar con dos protagonistas tan experimentados como Tom Courtenay y Charlotte Rampling?

Al comienzo estaba asustadísimo (risas). Ese terror, sobre todo hacia Charlotte, lo sentí desde el momento en el que decidí tantearlos a ver si les interesaba el proyecto. No soy de los que cambia la forma de trabajo por el hecho de que se trate de actores famosos o no. Cuando ficho a algún actor para un proyecto, lo que quiero es a alguien en el que pueda confiarle el darle vida a un personaje determinado. Aunque la idea de trabajar con actores famosos me aterrorizó, lo logré, y fue muy placentero trabajar con ellos. Tanto Tom como Charlotte son muy accesibles, realmente adorables. Trabajamos en una atmósfera muy íntima, pequeña, cercana y de intercambio constante.

¿Qué esperaba de este trabajo con actores tan icónicos?

Es interesante verlos tratándose de dos actores con tanta experiencia, enfrentándose a una historia de dos personas que echan una vista hacia el pasado, hacia sus respectivas vidas y convivencia juntos. De manera que parecía inevitable pensar cuáles de sus roles anteriores podrían aplicarse, por decirlo de alguna forma, a estos personajes. Los papeles que más recuerdo de Tom son aquellos en los que parece que va a cambiar el mundo. En cambio en “45 años” se trata de una persona lenta, ensimismada. En el caso de Charlotte este personaje tal vez sea un poco diferente a lo que había hecho hasta ahora; ella posee una presencia tan increíble que me preocupaba el hecho de que se trata de una mujer normal de Norwich (en Norfolk). Sin embargo, le da mucha credibilidad a su personaje.

Teniendo a Charlotte Rampling como protagonista, ¿eleva las posibilidades de visibilidad y venta de esta película?

No creo que tener estrellas en tu película haga una diferencia. La cosa es contar con los actores correctos para asumir un rol, y en este caso Charlotte era perfecta para ese papel. En Hollywood, por ejemplo, te envían un guion para que lo leas, y de paso ya te dan algunos nombres, pero ¿qué pasa si a mí como director no me gustan esos actores o actrices? Claro que es fantástico tener a famosos en tu elenco porque le da muchas posibilidades a la película, pero elegiría más bien a la persona perfecta, no a la famosa.

Tanto en sus anteriores películas –«Greek Pete» (2009) y «Weekend» (2011)– como en su trabajo en televisión –«Looking» (2014-2015)–, ha abordado la temática gay. ¿Se podría decir que «45 años» es una muestra de sus capacidades como director y guionista?

Tal vez fue una decisión consciente. Cuando haces una película con un tema determinado, se tiende a que te definan por ese trabajo, y hasta cierto punto tu trabajo también te define. Sin embargo, es un poco frustrante que te quieran encasillar; lo puedo entender porque “Weekend” se trataba de un film muy gay, eso no lo puedo negar. Pero la gente espera que sigas en esa misma línea. Cuando le comenté a algunas personas que estaba rodando “45 años”, no faltó quien me dijera, ‘ah, en secreto él es gay, ¿no?’ o ‘el cadáver que encuentran es un hombre’, a todos les respondía con un rotundo ¡No! (risas) Muchos insistieron: ‘¿es que no hay nada gay en esa película?9 Y cuando yo les respondía que no lo había, lanzaban un ‘oh’ de decepción (risas). Cuando empecé a hacer películas tampoco me propuse hacerlo sobre la temática homosexual. Y sí, esta vez quería explorar otros terrenos porque es muy frustrante que siempre se espere de mí otro filme gay.

¿Qué conecta «Weekend» con «45 años»?

Hay algunas similitudes a pesar de las diferencias, sobre todo el hecho de que en ambas los personajes tratan de entender sus relaciones. Siempre me ha interesado explorar las relaciones humanas, de cómo las personas se relacionan entre sí, de lo que conservan, de lo que hablan… Es fundamental cómo las relaciones definen nuestras propias vidas, más que otros aspectos como el trabajo, por ejemplo. En ambas películas se explora esa importancia, por muy diferentes que sean. La otra similitud tiene que ver con la escala del tiempo, me gusta concentrar las historias en pocos días, “Weekend” se desarrolla en dos días, mientras que “45 años” en cuatro.

¿Cuánto de beneficioso tiene escribir sus propias historias para después dirigirlas?

Todo el proceso es muy doloroso. Hacer una película no es una cosa fácil; es muy duro, estás constantemente luchando en contra de tus deseos y contra las circunstancias, porque nunca consigues lo que realmente te habías imaginado. Empecé a escribir porque nadie me dejaba dirigir, así que me dije: voy a escribir mis propias historias para dirigirlas yo mismo. Pero lo que me encanta de todo ese proceso es cuando se te ocurre una idea, y te dices ‘¡esa es fantástica!’; pero cuando comienzas a escribir, te ves diciendo: ‘¡oh, dios mío, en lo que me he metido!’ (risas), y te das cuenta que bajas la velocidad en la escritura, pero te empeñas en seguir y en hacerlo mejor. No soy precisamente de los que adora escribir, porque es una tortura; lo que escribes hoy te parece una maravilla, pero lo relees mañana y ya lo ves como una basura. Pero no me entiendas mal, a pesar de que sea muy duro realizar una película, el cine es mi gran pasión, y es un privilegio dedicarme a esto.

¿Cuánto influye en su creación su trabajo anterior en grandes producciones?

Se dice que todo lo que haces está construido en base en tus experiencias, sin embargo tengo que decir que ese trabajo previo me inspira de una manera diferente. Cada vez que me enfrento a un nuevo proyecto es como un volver a empezar, así sea con cada capítulo “Looking” que dirijo para la televisión, lo siento como que nunca antes había realizado ese tipo de trabajo. Y eso es algo positivo porque hace que pruebes cosas diferentes que antes no habías hech≠≠o, es muy refrescante.

¿Recuerda el momento en el que decidió hacer sus propias películas?

Sí. Estaba trabajando como asistente de edición. Odiaba ese trabajo, me sentía miserable, no lo disfrutaba… Así que decidí no dedicarme más a eso. Me dije que quería hacer mis propias películas; claro, ese deseo lo había tenido desde siempre, lo que necesitaba era el dinero, pero también como persona tienes que pagar tus cuentas y el alquiler del piso, lo cual hace que trabajes en muchas otras cosas diferentes. Sin embargo sabía que debía saltar al vacío y hacer lo que en realidad quería. Es muy duro dar ese paso, y conozco a mucha gente talentosa que nunca se ha atrevido a darlo.

¿Qué le dio las fuerzas para «saltar»?

El aburrimiento y la depresión (risas). De verdad que no podía seguir viviendo así.