Mikel CHAMIZO
donostia
Elkarrizketa
JUAN DE LA RUBIA
ORGANISTA

«Los órganos vascos son una parte fundamental del patrimonio»

A sus 35 años, el castellonense Juan de la Rubia es una de la voces más prestigiosas del panorama organístico estatal. Profesor de la Escuela Superior de Música de Catalunya y organista titular de la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, su maestría le ha llevado también a actuar en salas como la Konzerthaus de Berlín, la Gewandhaus de Leipzig, la catedral de Colonia o el Teatro Mariinsky de San Petersburgo.

El órgano neoclásico del monasterio de Leire, recientemente restaurado, resonará esta tarde con varias de las especialidades de Juan de la Rubia: Bach, música del Romanticismo, transcripciones e improvisaciones, además de diversas arias junto a la soprano Marta Mathéu.

El programa que ofrece esta tarde junto a Marta Mathéu comienza con música de Bach, un autor que ha marcado su carrera. ¿Cómo se creó esta vinculación con Bach?

Mi vínculo con Bach existe desde pequeño y casi diría que mi amor por el órgano proviene de él. Escuchaba en casa los discos de Bach que tenían mis padres y enseguida me fasciné por la música y el personaje. Creo que, inconscientemente, soy organista gracias a Bach, y con los años no ha dejado de aumentar mi admiración por esa combinación entre perfección técnica y trascendencia espiritual que se da en su música, aparentemente matemática, pero con una carga emocional y simbólica muy fuerte.

Ha tocado en los órganos que empleó en vida Bach y también le ha dedicado a él su último disco.

En realidad el penúltimo, porque a finales de julio hemos presentado un nuevo CD dedicado a Antonio de Cabezón. Pero sí, con el disco de Bach hice realidad una de las grandes ilusiones de mi vida. El siguiente paso, si fuera posible, sería grabar la integral de su música para órgano.

Todos los organistas deben tocar a Bach, pero no todos lo hacen igual de bien. ¿Qué claves hay que dominar para interpretar su música?

Para mí lo más importante es la comprensión del lenguaje. Puedes trabajar la música de Bach desde un punto de vista simbólico, matemático, interpretativo, técnico..., pero la clave es la comprensión armónica, porque la obra de Bach supone el establecimiento y a la vez la culminación de la tonalidad como sistema. Es tan tremendamente complejo y elaborado que cuesta comprenderlo, pero en última instancia todos los recursos interpretativos que empleamos deben ser coherentes y referirse a ese lenguaje armónico.

 

En el programa también habrá obras de Vierne, Franck e incluso la transcripción de un lied de Wagner. ¿Se trata de un arreglo realizado por usted?

Es una de las canciones de los “Wesendonck Lieder”, originales para piano y voz y que Wagner trasladó también a la orquesta. Yo he realizado una transcripción de la partitura orquestal tratando de reproducir todos sus colores en el órgano. También habrá más transcripciones de la “Cantata nº 82” y la “Pasión según San Mateo” de Bach.

 

¿De dónde proviene esta pasión por las transcripciones? Ha llegado a adaptar para el órgano la «Sinfonía nº 1» de Brahms.

Es un tema que me apasiona y que es muy pedagógico, porque al transcribir una obra la destripas por completo y aprendes todo sobre ella. Muchos organistas tenemos un pequeño director de orquesta dentro y vemos en el órgano todas las posibilidades de una orquesta, así que es un reto coger la partitura orquestal y adaptarla al instrumento sin que se pierda la esencia de la obra.

 

También lleva en programa una improvisación. Los organistas son de los pocos instrumentistas que siguen siendo expertos improvisadores. ¿Por qué se ha perdido este arte en el resto de instrumentos?

Probablemente sea debido a la especialización del músico. Ahora muchos músicos se definen como intérpretes especializados en la música del Ottocento italiano, en el Romanticismo alemán, etcétera. Pero a mí siempre me ha gustado sentirme simplemente músico, sin subtítulos, y ser capaz de enfrentarme a diferentes retos con la mayor solvencia posible.

Bach, por ejemplo, era organista, tocaba la flauta, componía, dirigía... no establecía diferencias entre sus facetas de intérprete, improvisador y compositor. El improvisador es, en el fondo, un compositor de música al instante, y los organistas estamos obligados a serlo porque, en las celebraciones religiosas, la música está sometida a los tiempos y la teatralidad de la liturgia. Es decir, el organista comienza a tocar en un momento dado, pero no sabe con certeza durante cuanto tiempo lo tendrá que hacer, porque el acto de preparar el altar o comulgar se puede prolongar más o menos. El organista debe favorecer que el ritmo de la liturgia sea el adecuado, y yo creo que esa es la razón de que hayamos mantenido la tradición de improvisar bastante viva. Esas aptitudes, por supuesto, las aplicamos también a nuestros conciertos fuera de los oficios.

 

Tuvo como profesor al donostiarra Óscar Candendo. ¿Conoce el circuito organístico vasco?

A un organista español que desconozca los órganos del País Vasco le falta por conocer una parte muy importante del patrimonio. Yo me introduje en los órganos vascos asistiendo al Curso de Órgano Romántico que organiza la Quincena Musical, desde hace muchos años. Ahí pude tocar los órganos de San Vicente, Bergara, Azpeitia, Loyola... que son impresionantes. De hecho, el primer disco que publiqué en 2003 lo grabé en Azkoitia, en el Cavaillé-Coll de Santa María la Real. Mi pasión por la música romántica, que interpreto muy a menudo, proviene de los órganos vascos.

 

¿Qué opina del órgano del Monasterio de Leire?

Es un órgano que disfruta de una segunda vida, mucho mejor que la primera. Fue construido por Organería Española, una empresa de la posguerra que introdujo métodos industriales en la construcción de órganos, algo que no es lo mejor frente a un proceso artesanal y adaptado a cada lugar. El de Leire, en concreto, llegó hasta nuestros días en un estado de conservación deficiente, pero hace tres años la empresa Blancafort inició una restauración que ha dado como resultado un órgano prácticamente nuevo, aprovechando registros que ya estaban. Para mí, como para otros organistas que conozco, es uno de los trabajos más impresionantes de Blancafort: ahora es un órgano con potencia, poesía, dulzura... un órgano de referencia no solo en Navarra sino en todo el Estado.

 

Compartirá escenario con Marta Mathéu. ¿Es difícil equilibrar la voz de una soprano con el sonido del órgano?

Para mí tocar junto a Marta es añadirle el registro más bonito al órgano, el de la voz humana. Marta tiene un timbre de voz precioso y además tocó el órgano en sus inicios, así que nos adaptamos a la perfección en los recitales. En este caso hemos preparado un programa que liga mucho con la espiritualidad del Monasterio de Leire, dividido en tres temáticas: la esperanza, la contemplación y un tercer bloque dedicado al sol y las estrellas, que son protagonistas de las horas vespertinas en Leire. 

 

Es usted el organista titular de la Sagrada Familia de Barcelona. Visualmente es un órgano espectacular, pero, ¿cómo encaja con la acústica del edificio?

El de los órganos de la Sagrada Familia es un proyecto que está a medio hacer, pero que al mismo tiempo es fundamental para la terminación del templo en su integridad. Gaudí concebía su creación como un himno de alabanza a Dios y en ese himno la música jugaba un papel principal. Dejó indicaciones concretas sobre la ubicación de los órganos, para lograr un sorprendente efecto estereofónico. El órgano que hay ahora es solo una pequeña parte del proyecto. Fue construido hace seis años para la visita del papa Benedicto XVI y es un órgano relativamente pequeño, de coro, que cumple con su función, pero en las grandes catedrales y basílicas europeas hay siempre un segundo órgano que es el que suena realmente fuerte. Además la acústica de la Sagrada Familia es muy especial, con mucha reverberación debido a sus dimensiones. Esto no es algo malo en sí mismo, porque permite unas sonoridades únicas que solo se pueden conseguir allí, pero todavía queda mucho por avanzar para que la Sagrada Familia se vea perfeccionada en lo musical.