José Luis Úriz Iglesias
Afiliado al PSC viviendo en Navarra

1 de Diciembre: la lucha contra el SIDA continúa

En memoria de Javi, siempre estarás en mi recuerdo.

 

1 de Diciembre, Día Internacional de la lucha contra el sida. Un día para reivindicar mayores esfuerzos contra esta cruel enfermedad, para reflexionar sobre lo que no hacemos bien, denunciar a los gobiernos que no se implican lo suficiente, o simplemente para recordar a nuestros muertos.

Precisamente en referencia a los recuerdos vuelvo la vista atrás al no tan lejano 1992, año en el que la pérdida de mi hermano arrebatado por este monstruo, me hizo implicar de lleno con quienes llevaban años de una desigual lucha, en concreto con la Comisión Ciudadana Anti Sida. Recuerdo los esfuerzos por convencer al Parlamento de Navarra para que aprobaran medidas que intentaran frenar la expansión de la pandemia, o la terquedad de un Gobierno de Navarra empeñado en no entender que el uso del preservativo era una de las medidas más eficaces en esa lucha. Incluso, no sin una cierta vergüenza ajena, aquel episodio que nos hizo ser noticia nacional, cuando descubrimos que el entonces consejero de Salud había dado orden de quitar el preservativo, de un kit anti sida cuya distribución habíamos conseguido aprobar en dicho Parlamento después de una ardua lucha política con la derecha navarra.

También vienen a mi memoria el comienzo de aquella cruel pesadilla, cuando una mañana gris de 1988 en el Hospital Carlos III de Madrid se nos comunicó que había sido infectado. Mi hermano pequeño, el roquero rompedor que vivía la vida al límite se había encontrado de bruces con el SIDA.

Justo cuando casi nadie sabía nada sobre esa nueva pandemia que alcanzaba de lleno a los cuatro jinetes del Apocalipsis, quienes como él en noches de sexo drogas y rock and roll se intercambiaban jeringuillas al inyectarse heroína, otra dramática compañera de viaje, a los homosexuales o a quienes recibían transfusiones infectadas. El cuarto jinete, el más duradero y peligroso, a quienes practicaban relaciones heterosexuales sin protección.

Era como una maldición bíblica que se nos llevaba a la parte más activa, creativa, vivencial de aquella generación. Entre ellos a Javi. Después de cuatro años de lucha desigual, porque en aquel tiempo el SIDA mataba a un 90 % de sus afectados, porque no se había transformado todavía en una enfermedad crónica.

No ha pasado demasiado tiempo de aquello y aunque todavía hoy siguen existiendo reductos conservadores en nuestra sociedad, que defienden la abstinencia sexual como forma de evitar su contagio, algo hemos avanzado. Aunque no conviene bajar la guardia, y síntomas de ello se detectan especialmente entre los jóvenes, por eso este 1 de Diciembre debe servir también para alertar a las autoridades de ese peligro. Ni un paso atrás en esta difícil lucha.

Hay que continuar igualmente con el apoyo a las víctimas, en un momento que tanto se habla de otras. Apoyo que debe ir dirigido no sólo a su atención sanitaria, también a la social, e incluso a la cultural o económica. Se ha avanzado bastante en este terreno desde 1992, pero aún nos queda mucho camino que recorrer y parece que en estos últimos años también en este terreno nos hemos quedado paralizados. Pero no podemos, no debemos, quedarnos sólo en la atención de los más próximos, tenemos que alzar nuestra mirada y dirigirla a la tremenda e injusta situación en el tercer mundo, y en especial en ese continente masacrado por las guerras, el hambre y el SIDA: África. Sin olvidar el sudeste asiático, parte del Caribe y los países del este europeo.

Allí cada día más de 8.000 personas mueren de esta cruel pandemia. Cada hora, cerca de 600 personas se infectan, y lo que resulta aún más dramático, cada minuto un niño muere a causa del virus. En África la irresponsable actuación de las industrias farmacéuticas impide que los medicamentos genéricos que existen, se puedan repartir abaratando su precio. Una forma de crimen colectivo, de genocidio encubierto que debemos denunciar contundentemente. Eso con la colaboración de sectores de la Iglesia Católica empeñados en hacer campañas irresponsables contra el uso del preservativo.

Mucho se habla en la época actual de la defensa de los Derechos Humanos. ¿No es el principal el derecho a la vida? ¿Cómo consentimos entonces esta vulneración en masa? ¿Seguiremos mirando hacia otro lado, siendo cómplices de esta situación, cuando nos enseñan esas terribles imágenes?

Defiendo la relativa eficacia de los denominados «días internacionales de…», porque cumplen la función de recordar, de volver a denunciar. Por eso escribo estas líneas en la proximidad de este nuevo 1 de Diciembre. A los que nos ha tocado de cerca esta terrible enfermedad no nos hacen falta, porque cada día pasan por nuestra memoria imágenes del ser querido que nos arrebató demasiado joven aún y la maldecimos mil veces, pero para el resto de nuestra sociedad sí son necesarios, aunque sólo sea para que no se olviden de que existe.

Por eso desde aquí manifiesto mi solidaridad con quienes la sufren, mi apoyo a las organizaciones que colaboran a «pie de obra» para hacerles una vida más fácil y evitar que nuevas personas acaben sufriéndola. Al mismo tiempo que alzo mi voz y maldigo con contundencia a todos aquéllos, sean gobiernos, industrias, o instituciones religiosas, que impiden que se pongan medios eficaces para evitar su progresión, ya sea abaratando las medicinas o con medidas preventivas eficaces.

Este 1 de Diciembre de 2015 será otro día de lucha contra el sida, y nuevamente el lazo rojo lucirá en nuestro ropaje, aunque no debemos quedarnos sólo en eso y nuevamente Javi estará más que nunca en mi memoria, en mi corazón.

Bilatu