Grizzel Mayea Rosa

Aciaga noche de noviembre

Porque nunca tuviste en cuenta mi procedencia ni el color de mi piel, porque pusiste a mi alcance la riqueza del saber, porque me diste la dignidad que merece todo ser... Gracias, mi Comandante, gracias.

Sesenta años atrás
en tu larga travesía,
desde México, arribaste
a nuestras costas para
llenarnos de gloria.
Mas hoy, en esta aciaga
noche de Noviembre, nos dejas.
Se apagó tu luz, y allá,
en el firmamento, dejaron de
brillar las estrellas.
La Luna, ocultó su
palidez argentina.
Ensordecedor es el silencio,
las calles están vacías.
Tras los visillos
riadas de lágrimas
recorren las mejillas de
un pueblo aguerrido al
que tanto amaste, al que
dedicaste tu vida,
que hoy te venera,
que ya añora tu presencia.
Y cómo no añorarte,
mi COMANDANTE, si
fuiste el adalid de los
desprotegidos, el David
que enfrentaste con arrojo
al Goliath coetáneo,
despiadado y cruento.
Fuiste luchador incansable
por la integración
y la igualdad de los
pueblos oprimidos.
Fuiste grande entre
los grandes, Fidel,
marcaste con tu quehacer
un hito en la historia.
Contigo aprendí a andar,
a amar y a defender al prójimo.
Siempre, siempre te
tendré en el recuerdo,
honraré tu memoria
siguiendo tu ejemplo,
mi querido maestro.
¡¡¡MI COMANDANTE ETERNO!!!

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