Patxi Zabaleta
Abogado

Barrabás y la paz de Colombia

Dentro de dieciséis años y medio se cumplirán dos mil años de que una asamblea convocada para elegir al preso sentenciado a muerte que había de ser liberado con ocasión de la pascua se inclinó por Barrabás frente a Jesús de Nazaret. Este hecho mencionado en los cuatro evangelios constituye un misterio a pesar de la infinidad de connotaciones y explicaciones que se le han encontrado a lo largo de la historia. Las interpretaciones y explicaciones van desde la figuración de Barrabás como líder del levantamiento militar contra el ocupante Romano hasta la imputación del origen del antisemitismo a la elección de aquella asamblea.

En cualquier caso, la explicación de que la mayoría optase por Barrabás en vez de por Jesús de Nazaret siempre ha constituido en estos dos milenios el misterio de una decisión incomprensible.
El resultado del referéndum de Colombia del dos de octubre nos resulta también muy difícil de comprender a la inmensa mayoría de la ciudadanía del mundo. ¿Cómo es posible que no se eligiese la paz? ¿Cómo es posible que se dijese que no a un proceso de dialogo que pretendía acabar con más de medio siglo de guerra civil y con cientos de miles de víctimas?

La primera sorpresa incomprensible es que solamente acudiese a votar poco más del 37% del censo electoral. Pero la sorpresa mayúscula ha consistido en la victoria del «no». Entre los promotores del «no», los Uribe, Pastrana o Mayor Oreja de turno han dejado ver de inmediato sus injustificables pretensiones tales como la anulación de cualquier procedimiento a los paramilitares y a la guerra sucia del Estado, originadora a todas luces de más muertes y daños que la propia guerrilla. Pero este objetivo no explica el voto negativo, igual que no lo explica el argumento de que quienes votaron «no» estarían en contra de la paz o se aprovecharía de la situación de guerra, ya que estos razonamientos corresponden a minorías.

Tampoco se puede explicar el fracaso del referéndum de Colombia solamente con referencia a las miserias y contradicciones políticas de quienes defienden el dialogo en un sitio y lo combaten en otro como ocurre con muchos politicastros celtibéricos.

Tampoco son explicación suficiente para el fracaso del referéndum de Colombia los odios y la sed de venganza alimentada y hecha crecer durante tantos decenios de guerra civil despiadada, pues a la violencia directamente ejercida se suma la práctica de las acciones de secuestro con la secuela más injustificable de todas, que es la de la violencia sobre los indefensos.

Las explicaciones del fracaso del referéndum de Colombia con eco y repercusión mundial tienen que ser necesariamente mucho más complejas y profundas que las dimanantes de las actitudes personales, humanas, sectoriales y hasta económico-sociales. Tienen que contener además necesariamente contenidos éticos y políticos y hay que indagar en esos parámetros las causas de una reacción como la catástrofe que estamos analizando.

Desde la humilde perspectiva de la paz en Vasconia yo me atrevo a exponer un par de reflexiones, pues no en vano la organización ETA y sus teorizaciones fueron una referencia de los movimientos insurgentes de carácter guerrillero de todo el mundo y así podría serlo también la forma y sobre todo la base teórica de la pacificación en nuestro pueblo.

El proceso de la paz vasca se sustenta en la base ideológica de distinguir y separar pacificación de proceso político y el consiguiente concepto de unilateralidad. Es cierto que durante décadas se ha reclamado el dialogo político como cauce de pacificación, pero el desarrollo de los hechos demuestra de forma irrefutable que no solo es posible sino deseable la paz social, aun sin obtener o antes de obtener o incluso a pesar de no obtener la paz política. La irresponsabilidad de los Uribes y Pastranas celtibéricos, vestidos con las túnicas del PP y del PSOE ha originado que la paz se haya levantado en Vasconia sin su contribución.

Nuestra humilde experiencia nos enseña que la guerra en Colombia ha de hacer pública su decisión de abandono definitivo de la violencia. Han de distinguirse y separarse paz y política. No debe haber precio político por la paz. Aunque los GAL del Colombia queden como los de España en la impunidad, la paz social se impondrá a la paz política. Las virtualidades de la unilateralidad están, además de en la exclusión de precio político por la paz en la dignidad, que es al fin lo que más vale. También el desarme se debería hacer unilateralmente y para ello bastaría una proclama, igual que bastó para el cese definitivo en el uso de la violencia; para el desarme unilateral basta con tres zulos cuyas coordenadas se comuniquen por internet y punto.

Hace dos mil años fueron los sumos sacerdotes los que convencieron a la asamblea de que eligiesen a Barrabás. Pilatos como representante del poder que ahora seria USA, se limitó a quedar bien.

Bilatu