Raúl Zibechi
Periodista

China desafía al imperio en el «patio trasero»

La tercera gira del presidente Xi Jinping en cuatro años, tuvo características distintas a las anteriores y fue tan importante que está llamada a marcar un corte, no sólo en la relación entre China y América Latina, sino también en el escenario global.

La primera cuestión a tener en cuenta es el momento en que se produce la gira. Dos semanas después de las elecciones que dieron la victoria Donald Trump y que, al parecer, puede repercutir en la retirada de su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Los tres países visitados, Perú, Chile y Ecuador, pertenecen a la cuenca del Pacífico y mantienen un voluminoso comercio con China. Los dos primeros son miembros, además, de la Alianza del Pacífico, la pata latinoamericana del TPP que también integran México y Colombia, entre otros.

La política proteccionista defendida por Trump puede dejarlos colgados en el aire y entonces China se ofrece como mercado seguro y como alternativa al repliegue estadounidense. En suma, Xi realiza su gira en una coyuntura global muy especial, cuando todo indica que habrá un viraje que alienta incertidumbres que el dragón pretende acotar, ganando así socios que buscan seguridades para sortear los difíciles momentos que atraviesa la economía global.

Por eso, el canciller Wang Yi, hizo hincapié en la importancia de «China como un actor responsable y su papel clave a la hora de dar tranquilidad a la gente, reforzar la confianza y construir consensos» (Xinghua, 25 de noviembre de 2016).

El segundo aspecto a tener en cuenta es que China propone a la región establecer relaciones que vayan más allá del comercio. Esa relación es, fuera de dudas, el punto de partida. Al finalizar la gira de su presidente, el Gobierno chino difundió un nuevo documento sobre las relaciones con América Latina. El contraste con el documento anterior, de 2008, es mayúsculo. Hace casi nueve años el entonces presidente Hu Jintao realizó una gira por la región, centrada en los aspectos comerciales.

 Tres países han suscrito tratados de libre comercio con China: Chile en 2005, Perú en 2009 y Costa Rica en 2010. En 2015 el volumen comercial alcanzó 236.000 millones de dólares, cifra que se multiplicó por 20 en sólo una década. En ese lapso se crearon varios foros de cooperación, siendo el más importante el Foro China-CELAC que celebró su primera reunión en enero de 2015 en Beijing. El nuevo organismo estableció un plan hasta 2019 que prevé 500 mil millones de dólares de comercio y 250 mil millones de dólares de stock de inversión extranjera directa. La crisis actual ha enfriado aquel entusiasmo pero China sigue siendo un importante socio comercial de la región y sus inversiones crecieron notablemente.

El nuevo documento enfatiza en la potenciar la multipolaridad, a la que considera una tendencia irreversible. Pero da un paso más, en una región que fue el patio trasero de Washington, afirmando que el objetivo de Beijing consiste en «introducir su experiencia en América Latina y el Caribe para contribuir a mejorar su gobernabilidad» (Global Times, 28 de noviembre de 2016). Sostiene que las relaciones bilaterales deben ser pragmáticas y soltar los «grilletes ideológicos» de cada parte.

El dragón está explorando, en América Latina, lo que denomina «asociación estratégica integral» que va mucho más allá del comercio. Un buen ejemplo es que, en la visita de Xi a Santiago, el gobierno asiático organizó la “Cumbre de líderes de medios de comunicación de China y América Latina y el Caribe”, para intensificar las relaciones entre medios de ambos continentes, ofreciendo viajes y formación a periodistas que hasta ahora estuvieron referenciados en los monopolios mediáticos estadounidenses y europeos.

El británico Financial Times, el periódico portavoz de la City londinense, fue el que mejor captó las diferentes estrategias de los dos países que compiten por la supremacía en el mundo, al titular: “Trump construye muros, Xi construye puentes en América Latina”.

La región empieza a tener la percepción de que Trump puede empeorar la herencia del Consenso de Washington, que trajo el neoliberalismo privatizador y produjo un ciclo de fuertes tensiones políticas y sociales que provocaron inestabilidad y la caída de una decena de gobiernos en las décadas de 1990 y 2000. Por eso diario comunista chino Global Times, atento a esta situación, apunta: «La cooperación económica entre China y América Latina ha dado a los países latinoamericanos una alternativa en el campo diplomático y más poder para negociar con los Estados Unidos» (Global Times, 17 de noviembre de 2016).

  La tercera cuestión implica un desafío mayor para ambas partes, pero en especial para América Latina. En su visita a la CEPAL en Chile, la secretaria ejecutiva de la institución Alicia Bárcenas, presentó un documento titulado “Desafíos y oportunidades” en el que revisa la relación entre China y la región.

En su discurso, Bárcenas destacó que el gran desafío consiste en la diversificación de las exportaciones a China, focalizadas en un puñado de commodities como soja, minerales e hidrocarburos. Una relación comercial de ese tipo impide el desarrollo y la industrialización de la región y genera fuertes conflictos socio-ambientales.

«En 2015 los productos primarios representaron el 70 por ciento de las exportaciones de la región a China, frente a un 34 por ciento de sus envíos al mundo», dijo Bárcenas. Agregó que el 90 por ciento de las inversiones chinas se focalizan en los recursos naturales, sobre todo petróleo y minerales. Día a día crece la percepción de los problemas que generan las empresas chinas en la región, cuya actividad no presenta la menor diferencia con las multinacionales norteamericanas y europeas.

En los últimos años China no se limitó al comercio y a las inversiones en recursos naturales, sino que está financiando obras de infraestructura y algunas de sus empresas abrieron plantas industriales en la región, sobre todo automotrices. Esto indica que el dragón puede diversificar sus relaciones con América Latina. El tema que pone en discusión el documento del Gobierno chino, es qué papel quiere jugar la región en el mundo y en sus relaciones con China. Y es en este punto donde no hay claridad.

Latinoamérica está basculando hacia la derecha, pero no duda en mantener relaciones comerciales con Asia. Ahora Beijing dice que eso está muy bien, pero que no alcanza para profundizar los vínculos. Los pasos que está dando Brasil, sumido en una profunda crisis interna, tienen que preocupar al gobierno chino. El canciller José Serra declaró que Brasil hará acuerdos bilaterales porque el «multilateralismo de la última década fracasó». El Gobierno de Michel Temer le está dando prioridad a sus aliados tradicionales, como Europa, Estados Unidos y Japón, colocando en un tercer lugar a China, a la que define como «el gran fenómeno económico del siglo XXI».

Con actitudes como la brasileña, la región nunca dejará de ser productora de materias primas, repitiendo la triste subordinación creada a raíz de la dominación colonial. China tiende una mano, pero todo indica que América Latina aún deberá transitar un largo camino para estar a la altura de los desafíos de un mundo caótico que exige claridad, estrategia y altura miras para salir adelante.

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