Joseba Eceolaza

Como mínimo 10 años de memoria

0 años de AFFNA 36, 10 años que se culminan con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, que abre camino, encierra silencios y airea butacas.

Esta de la memoria histórica ha sido una lucha larga, nosotros solo somos los hijos de aquellos que hace años la comenzaron, sin ellos y ellas no hubiera sido igual, sin los de ahora no se hubiera culminado con nota aquel trabajo, así que entre el ayer y el hoy hay una línea que nos une, un camino común que han podido ver quienes han mirado a los republicanos y a su bagaje y han tirado para adelante.

Entonces, esto y aquello se recordará como un hito de la Navarra social que cambia las cosas a golpe de hormiga y cincel, como si fueran escultores de valores y puzles. No estuvimos solos, pero tampoco estuvimos tan acompañados como esperábamos. Con nuestra bandera en la mano y una copa, claro, brindaremos el próximo jueves por esta victoria ¡¡carajo!! porque nos merecemos, entre tanta mierda, celebrar algo. Que no se asusten los de la moqueta pero seremos 100, que en silencio armaremos el mayor jaleo que ese Parlamento haya podido escuchar… el jaleo de la gente que supo guardar, esperar, y mirar lejos de forma paciente.

Nombrando, llamamos, por eso recordar es un acto obligado, cuando se nombra en realidad se llama, se llama al que desapareció, al que se olvidó. A veces, las muertes por eso son vidas.

Vale, entonces hasta aquí hemos llegado. Diez años dan para mucho y para muchos. Críticas, de gente que se supone cerca, que han dado risa y que empequeñecen a quién las usa, porque es diminuto quién no se enfrenta de verdad, de cara y con el bagaje del trabajo bien hecho y anda por ahí muertito de celos, como los peores políticos, como los peores sí, porque los activistas de verdad miran hacia delante no hacia los lados. Tonterías de los que ni se enteraron que en el noviembre de aquel 2003 empezamos este camino, buena vista la de esta vanguardia que ni olieron los lances y las victorias que se avecinaban.

En este movimiento social de libro, son muchos los que atendieron, escucharon, y no andaban en batallas sordas, y dieron el paso. Todos los esfuerzos han sido bienvenidos claro, todos los apoyos son agradecidos, y todas las aportaciones han levantado un poquito más el edificio de la memoria, pero sobre todo aquellas personas que han bajado al terreno (lejos de los gritos altos que mucho entretienen pero poco solucionan) han sido las imprescindibles.

El panel de votaciones será por eso un reflejo de la Navarra de ahora y de la de entonces, la derecha anclada con sus pies de barro, silbando, con las manos en los bolsillos como si aquí nunca hubiera pasado nada. Con la calculadora en la mano, sacando cuentas sí, pero cuentas de mirada chata, porque en otros sitios la derecha ya hizo los deberes y se enfrentó con su pasado. En realidad sacar Paracuellos a pasear no es más que el síntoma de su impotencia, porque aquí no hubo más víctimas que las arrancadas de sus domicilios en la madrugada, a culatazos, con chulería, con espuelas y sotana, que no, que a ver cuando se les mete en la cabeza, que aquí, repetimos, no hubo dos bandos, sólo víctimas de un lado y ni por esas. Anclados, triste realidad.

Una ley, última estación de un cambio social, da forma a todos los desvelos. Tal vez a Barcina, Yolanda, y a otros, habría que contarles que el dolor agota y que pasar 77 años buscando a tu padre o a tu abuelo por las cunetas es algo que nadie se merece. Ya sacamos cuentas ya, y vimos quien está en esto de verdad, desde la empatía, desde la sensibilidad ante el dolor, porque es mezquino quién no es capaz siquiera de facilitar las cosas, aunque sea parcialmente.

Pena de tren que se vuelve a escapar cuando pensábamos que tal vez, un poco, se entendía lo que se planteaba, pero otra vez la eterna Navarra, la de la derecha intacta, vuelve de golpe como una maldita pesadilla. Pena, también, que las voces más abiertas, más humanas, más cercanas sean pocas, las agradecemos de verdad, de corazón, y con sinceridad, pero al final en esta derecha navarra se impone, como siempre, lo más aguerrido, lo más intransigente, lo más lejano…

Que si que si… que dirán que si protagonismo, que si pedimos muchas cosas, que si la crisis, que si la ponencia era suficiente, bien vale y qué, qué hacemos con el papel, porque eso en la tierra caliente de las fosas perdidas no vale para nada.

Bien, así que en este camino algunos hemos pensado que, como en la historia de una ausencia física, el camino y el paso es la convicción de un familiar, su razón de ser, su vida. Y así ha sido en todos los gigantes de verdad que no han tenido que agitar más bandera que su digna rabia, ni colores, ni estandartes, ni pancartas, ni discursos de manual, ni pose de sofá, sólo su digna rabia, desde Ribaforada hasta Pamplona, desde Sartaguda hasta Ezkaba.

De ahí que algunos hayamos pensado siempre, siempre, que los familiares debían ser el centro de la memoria, porque son ellas y ellos quienes mejor han clamado por la justicia, por la memoria. Así lo han dejado claro constantemente.

Miren, cuanto más cerca está uno de los familiares menos especula políticamente con su memoria, cuanto más lejos más demagogia, más gritos, más tonterías.

Un texto, este mismo, una secuencia de palabras, 18 artículos nada más, resume la vida de cientos de familiares que han estado llenos de moratones, golpes, humillaciones, exilio, cárcel, robos, muerte, desapariciones y olvido, por eso ahora ya nuestra democracia, la de esta Navarra, tratará de arropar, gracias por eso de verdad a los grupos que habéis trabajado.

Pd: una última cosa, los republicanos de esta tierra nunca olvidaremos lo que vuestra gente, los asesinados del 36, hicieron por el bien común de esta tierra, nunca, jamás dejaremos eso guardado en un cajón.

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