Zuria Arzua
SOS Racismo Bizkaia

Cuando el racismo sea inaceptable

De verdad confío en que, cuando dentro de 20 años se valore el grado de tolerancia y aceptación de la xenofobia de esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, gran parte de la ciudadanía se lleve las manos a la cabeza.

¿Cómo es posible que un alcalde suelte salvajadas xenófobas y denigrantes hacia un grupo de personas que se trasladan a vivir al municipio por él administrado, y no haya consecuencias? ¿Cómo es posible que en el ejercicio de su cargo (no en el bar, no en la intimidad, sino en el ayuntamiento y en una reunión con pequeñas empresas), se sienta legitimado como para difundir odio hacia un grupo de personas, erigiéndose en dueño y señor de quién puede o no vivir en su coto privado? Esto es posible porque Josu Begara es impune.

Josu Bergara es alcalde de Sestao por el PNV. Convocó dos reuniones con inmobiliarias para transmitirles, como alcalde, a qué tipo de clientes debían evitar alquilar pisos, con frases como «si yo no digo que no venga la gente extranjera, seguramente hay mucha gente buena que quiere venir y quiere vivir y quiere pagar su hipotequita y hacer sus cositas, seguramente; vamos a hacer una selección mínima y para eso tenemos que coordinarnos» o «gitanos buenos hay muy pocos».

Desde el ayuntamiento y siguiendo órdenes directas del alcalde, les pusieron todo tipo de obstáculos administrativos para que no pudieran registrarse como vecinos del pueblo. Obstáculos ilegales. Obstáculos que suponen una discriminación directa, porque se plantean intencionadamente, contra ciertas personas. Por ser extranjeras. Por ser gitanas. Por ser «la mierda que no quiero que venga a Sestao». Obstáculos que suponen, por ejemplo, que sus criaturas no puedan ir a la escuela. Por ser extranjeras. Por ser gitanas.

Todo esto queda impune, a nadie sorprende, y vuelve a ganar las elecciones. La xenofobia, el racismo, el odio al diferente, están tan profundamente instaurados, que no sorprenden, sino que se comprenden y se amparan. El andamiaje de la impunidad pasa por proteger a quien se siente libre para dar órdenes xenófobas (porque se comprenderán y cumplirán), por avalar a quien le mantiene en el cargo (porque gana las elecciones) y finalmente se asienta en quien, en el ejercicio de la labor de administrar justicia, le deja ir sin consecuencias.

Confío en que la historia juzgue, y que lleguemos más pronto que tarde a ese momento en el que, sea inaceptable que un responsable político difunda odio xenófobo y racista. Seguiremos intentándolo.

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