Joxemari Olarra Agiriano
Militante de la izquierda abertzale

El valor de la herencia política (II)

Pese a las dificultades evidentes, existe hoy una puerta abierta a poder desarrollar, consolidar y hacer efectivo, hegemónico, un proyecto de país para Euskal Herria con identidad abierta, sin xenofobias ni exclusiones, con un modelo social creador de vida digna, de derechos sociales, de empoderamiento de nuevos sujetos sociales.

Debemos decirlo alto y claro. Es una puerta abierta gracias a la determinación de quienes apostaron por reconstruir nuestro pueblo y aspiraron a la libertad con mayúsculas, gracias a la aportación decisiva del trabajo diario en los movimientos populares, en las luchas obreras, en el movimiento juvenil y feminista, siempre en defensa de nuestros derechos como pueblo y como personas. Afrontando la represión y la violencia de los estados, hemos configurado espacios de desarrollo político y social en ámbitos diversos. Hemos tenido un poder relativo para enfrentar y condicionar la dinámica de las patronales. Hemos construido tejido social y poder desde abajo.

Apostamos todo por conseguir un marco democrático para nuestro pueblo y hemos hecho el camino basados en la aportación desinteresada, en la vinculación sin condiciones, en la constancia militante. Hacer de cada proyecto una apuesta vital, no un trabajo u oficio pasajero. Darlo todo, sin calcular factores de beneficio propio, ni resultados a corto plazo. Sembrar sin cosechadora garantizada. Y sabiendo que tal vez otros capitalicen las nueces.

En la travesía hemos vivido momentos de espejismos. Varios. Sin olvidar los propios, los de ver cercana y posible una solución integral negociada con el Estado español. Hoy estamos atravesando otro. Vuelven a invitarnos a confíar en que se puede solucionar lo de aquí desde allá. Una vez más, nos hablan, y hablamos, de cambio.

Y claro que sí. Tenemos que cambiar. Tenemos que reinventarnos. Inmersos en un cambio de ciclo histórico, hemos puesto en marcha un cambio de estrategia, para impulsar la configuración de nuevas mayorías sociales. Una estrategia basada en impulsar un salto a un nuevo escenario de eclosión social, popular, que nos exige un salto cualitativo en las formas de planificar, de decidir, de actuar, de construir futuro y país. Hace falta ambición, pensar y repensar el país que queremos, las dinámicas que nos urgen para enfrentar la asimilación y desestructuración camuflada de moderna globalización y supeditación a lo que hay.

Pero nada de simulaciones estéticas ni de imitaciones de moda. Necesitamos recuperar nuestras señas de identidad, el trabajo a largo plazo, las raíces que nos han hecho y nos hacen fuertes. Nos tenemos que reconstruir desde abajo, desde la praxis, desde compromisos concretos y creadores. Reagruparnos. No es el momento de dejar paso a otros como sinónimo de irse a casa. Nada de eso. Hay mucho valor a compartir con los nuevas generaciones, con quienes van a asumir, ya lo están haciendo, dirigir, diseñar, impulsar esta nueva fase.

Estamos en un momento clave para que este pueblo, especialmente sus jóvenes y mujeres, puedan enfrentar la ofensiva capitalista neoliberal que pretende convertir trabajadores en esclavos, cultura en simple marca de rebajas y la multiculturalidad en reclamo folclórico. Y va a hacer falta la misma determinación para enfrentar la violencia estructural que, con cara de globalización y moda, pretende una condena definitiva de Euskal Herria a ser reserva turística desestructurada y supeditada al decadente reino de España.

Hay que reconfigurar el tejido social y popular que, desde la insurgencia, nos ha hecho pueblo resistente, para proyectarlo en pueblo reconocido, autoestructurado, resurgente. Nada de reinventar discursos para mejorar imagen. Reinventarnos desde nuestras señas más profundas de identidad como movimiento de liberación nacional y social, como aporte político para abrir nuevas oportunidades y construir poder constituyente desde el día a día y enfrentar de cara la imposición estructural, por mucha forma de supuesta democracia que traiga como maquillaje.

Retomamos con más ambición que nunca lo de que todos debemos poner algo para que algunos no tengan que poner todo. Retomamos la herencia de quienes abrieron senda de esperanza. Y la convertimos en energía cargada de futuro para enfrentar nuevos desafíos, renovando los diseños y formas para no convertir nuestra herencia en simple nostalgia de tiempos heroicos.

Sabemos que en este nuevo escenario, con una estrategia renovada, con una opción clara por reformular el conflicto político sacando de la ecuación el paramétro de la lucha armada, los estados y los poderes fácticos o autonómicos no renuncian al uso de su violencia estructural y policial-militar-judicial-carcelaria, para conseguir réditos políticos.

Sabemos, por tanto, que tocará arriesgar. Empeñamos nuestra herencia en la apuesta de convertir la estrategia desarmada en la mejor arma de combate para conquistar derechos; derecho a decidir, a una vida digna para todas, a configurar un estado propio si la mayoría de este país apuesta por ello. Porque ya no podemos seguir supeditados a los dictámenes de Paris y Madrid. El futuro de este país no se lo puede permitir.

Sonreímos porque vamos a ganar, sabiendo que nuestras únicas ganacias son un futuro en libertad. Con una sonrisa que sabe enseñar y apretar los dientes cuando hace falta.
 
No buscamos que nadie nos reconozca, no estamos a esa. Nuestras alianzas, nuestros compromisos con otros, nuestra implicación, tienen como referencia el futuro a construir, la independencia que este país necesita para articular una vida libre, digna y soberana en una Republica Vasca construida desde abajo y desde la izquierda, desde el empoderamiento de sus clases populares. Ahí buscamos y configuramos nuestros marcos de colaboración estratégica con otros pasados, con otras lecturas de nuestro pasado.

En la configuración y construcción del proyecto de país, de su independencia, de una República Vasca digna vamos a compartir ideas, proyectos, dirección política y responsabilidades institucionales, evidentemente nuestra apuesta pasa por configurar EH Bildu como referente plural abierto constantemente a nuevas alianzas.

Nos toca poner nuestro color sin tapujos, sin medias tintas. Y nos toca seguir alimentando la capacidad de empeño, de lucha, de compromiso, de imaginar nuevos espacios de liberación, de enfrentar la represión y la mordaza. Nos toca aportar capacidad y determinación en los movimientos de base, populares, juveniles, feministas, obreros y campesinos que hagan país desde abajo y para la gente que (mal)vive de su trabajo, creando espacios de interrelación y colaboración entre toda las luchas y los territorios, afianzando una dinámica de creación de esa futura Republica Vasca que garantice sus contenidos de liberación integral, de autodeterminación real de todas y todos los que vivimos en Euskal Heria.

Esa es la herencia política que vale. Abian le llamamos al inicio de este proceso de reconfiguración que pretendemos impulsar. Y estamos en marcha. Sortu se encamina hacia su congreso que defina las primeras concreciones. Nuevas dinámicas han marcado un repunte en la expresión de nuestro compromiso y solidaridad con las y los presos y exiliados políticos vascos. Nuevas y diversas formas de impulsar luchas concretas nos muestran que hay posibilidades mucho más allá de ese «es lo que hay» tan presente. Dinámicas locales, culturales, sociales están reclamando nuestro impulso y atención. Vamos a ello. Es nuestra herencia, nuestro ADN básico. El que nos ha traído hasta aquí. El que debemos aportar y revitalizar cara al futuro.

Bilatu