Santi Ruiz Díaz y Áfrika Jiménez Varela
Responsables de salud laboral de ESK y Steilas

Empleo precario = Salud precaria

A medida que la crisis ha ido avanzando los valores primordiales de los derechos laborales han ido perdiéndose y poniéndose a merced de los intereses capitalistas y empresariales. A esto debemos añadir la práctica regresiva de los derechos en salud laboral y del derecho a la sanidad integral y universal.

Este año se cumplen 20 años desde que vio la luz la LPRL (Ley de Prevención de Riesgos Laborales). Desde entonces se ha producido un continuo retroceso en todo lo relacionado con la salud.

Se eligieron los y las delegadas de prevención Se formaron los Comité de Seguridad y Salud y se dio un gran avance en materia de regulación. Se tomó con ilusión la pelea en defensa de la salud laboral. Esta situación fue creciendo hasta el año 2008, pero con la escusa de la crisis comenzó a estancarse y a decrecer paulatinamente hasta el momento actual. Podemos afirmar que no se han dado los avances esperados, de manera que hoy nos encontramos ante un cambio en la actitud empresarial que no ha hecho sino convertir la salud laboral en un archivo de papel, sin ningún compromiso firme de realizar una apuesta para cumplir los objetivos. Los gobiernos central y autonómicos cada vez más permisivos, a la vez que bajan el nivel de exigencia a los empresarios, elevan el peso de la iniciativa privada como las Mutuas empresariales. Estamos ante un evidente estancamiento y ante un peligroso cambio de la tendencia del propio concepto de vigilancia y cuidado de la salud en el mundo laboral.

Accidentes de trabajo y enfermedades profesionales

Con la bajada de la actividad industrial han disminuido tanto las muertes por accidente de trabajo (AT), como los AT leves y graves; a todas luces sería una buena noticia de no ser porque es imposible conocer la multitud de casos donde debido al miedo a la pérdida del empleo los accidentes no se declaran y se quedan en el mejor de los casos como enfermedad común. Lo mismo ocurre en sectores con alto riesgo de agresiones. Los sectores más precarios, los que soportan mayor flexibilidad y paradójicamente menor defensa sindical tienen, son los que más AT aportan a las estadísticas. Tanto administraciones públicas como empresas se encargan de esconder sistemáticamente dichos datos.

La pelea por sacar a la luz las enfermedades profesionales (EP) se ha visto frenada por el mismo motivo y las declaradas oscilan en función de los intereses empresariales. Estudios respecto de las EP aseguran que por cada AT se producen hasta casi 10 EP; sin embargo, las cifras emitidas por empresas y servicios de salud se encuentras muy alejadas de ellos. Por otro lado, a pesar de obligarlo la ley, las evaluaciones de riesgos psicosociales son casi residuales, incluso inexistentes, siquiera en ámbitos con un alto grado de riesgo como sanidad, educación y cuidados a personas con dependencia.

La durísima y regresiva reforma laboral, los nuevos sistemas organizativos en las empresas donde se exige más y más responsabilidad individual, el aumento de la denominada flexibilidad horaria con horas por encima de la jornada incluso sin cobrar, los contratos por unos pocos días o por horas con salarios paupérrimos, la presión cada día mayor a causa de la carga de trabajo mental, la cada vez mayor deslocalización… están suponiendo nuevas causas de deterioro de nuestra salud que no se estudian o si se hace se queda en círculos muy cerrados y que raramente se contrastan con las personas trabajadoras . Especialmente vulnerables las mujeres, a menudo excluidas del mercado laboral o condenadas al trabajo parcial, lo que supone condenarlas a seguir siendo las responsables de las labores domésticas y del cuidado de las personas dependientes, y los y las jóvenes abocadas de por vida a la precariedad.

Ataque de las mutuas de accidente de trabajo

Si la situación en los centros de trabajo contiene estos elementos, debemos denunciar la actitud de los diferentes gobiernos del PP, que otorgan cada vez más capacidad de control a las Mutuas de Accidentes de Trabajo control que llega hasta el hostigamiento a los trabajadores y trabajadoras cuando enferman por motivos no laborales. Al control del personal sanitario de atención primaria se pretende imponer el inquisidor control de las Mutuas por encima de los sistemas públicos de Osakidetza u Osasunbidea y que de no evitarlo puede llegar a dejar sin efecto la labor de la medicina pública pasando cada vez más a defender intereses privados empresariales.

Exijamos otra forma de tratar la salud y la vida

Ante este panorama es imprescindible seguir denunciando y luchando en cada centro de trabajo, exigiendo un cumplimiento exhaustivo de las normas, una vigilancia periódica de la salud de los trabajadores y las trabajadoras, inversión en maquinaria y en seguridad de manera que evitemos esfuerzos físicos innecesarios y mejoremos la ergonomía, un adecuado ambiente de trabajo que minimice los riesgos psicosociales y unas prestaciones económicas suficientes garantizadas.

De la misma manera debemos dar un salto cualitativo y exigir un sistema público único de salud que haga frente de forma global tanto a los problemas dentro de los centros de trabajo como a la ciudadanía en su vida diaria. Se debe potenciar los servicios públicos de la administración en materia de salud laboral y acrecentar el número y calidad de las inspecciones de trabajo, otorgando a ambas un carácter más ejecutivo y con poderes sancionadores.

Para ello, habrá que retirar el poder a las Mutuas tanto en el ámbito sanitario de la salud como en el de gestor de las enfermedades comunes por su papel controlador y agresivo para la salud de las personas.

Pero también es necesario pelear por un empleo que no nos haga enfermar, donde el derecho al descanso y a la baja sea una realidad, posibilitar el reparto de las jornadas de trabajo entre más personas, decisivo para disminuir los efectos de los riesgos y mejorar las condiciones de vida, eliminación de turnos de noche y de todas aquellas condiciones de riesgo laboral que no se aceptarían de no vivir con miedo a la pérdida de empleo.

Los trabajos son diversos y unos son remunerados y otros no. Unos son una forma de ganarse la vida y los otros una forma de mantenerla. Tenemos que trabajar para vivir, pero de ninguna manera vivir para trabajar.

Creemos y proponemos otro modelo de sociedad, en el que la producción y el rendimiento no sean más importantes que las personas, y el mercado y la banca más importantes que los servicios públicos. Debemos defender la diversidad de roles, la corresponsabilidad en las tareas para todas las personas y la existencia de recursos públicos universales. En definitiva, cuidar la vida, las personas y los recursos naturales, invertir en mejorar los servicios públicos fundamentales: educación, sanidad, atención a las personas mayores, lucha contra la exclusión social.

Este 28 de Abril, Día internacional de la salud laboral, volveremos a salir a la calle en defensa del empleo de calidad, de una sociedad que valore la necesidad de velar por la seguridad y salud en el trabajo, y a exigir que los distintos estamentos oficiales y empresas garanticen y hagan respetar este derecho.

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