Pilar Marín Palacios y Nerea Egüés Olazabal
Técnicas del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra

Hacia una generación libre de tabaco. Resistir la presión al consumo

«Cómo decir no al tabaco y no morir en el intento». Bien podría ser éste el título de una nueva película apta para todos los públicos. Sin embargo, el «no» a caer en la trampa del tabaco no vende. Lo que vende son aquellos personajes atractivos, buenos y malos, que brindan a chicos y chicas una potente información falseada sobre las «ventajas de fumar». Lo que vende es relacionar el tabaco con nuevas vivencias y experiencias.

Se vincula «el fumar» con personas atractivas, sofisticadas, rebeldes o amantes de la diversión. Se ahonda en una cierta disposición que adolescentes y jóvenes pueden tener a correr riesgos, incluida la propia salud, pareciendo que nada puede hacer daño y ocultando los problemas de salud. Otras veces aparece «el fumar» como si fuese la norma, como si la existencia de algunos amigos, amigas o hermanas mayores que fumen significase que es lo habitual; como si «el fumar» fuese un comportamiento que hace más fácil la aceptación en el grupo.

En este contexto no es de extrañar que la OMS quiera «bajar los humos» a Hollywood, poniendo en el punto de mira el tabaco en el cine y su perverso efecto en la juventud. Se calcula que la exposición al tabaquismo en la gran pantalla explicaría un 37% de los nuevos fumadores en edad adolescente y que eliminar el tabaquismo de las películas aptas para adolescentes permitiría reducir un 18% la tasa de tabaquismo juvenil en EEUU.

En Navarra uno de cada tres jóvenes fuma, diaria u ocasionalmente. Entre las principales presiones a las que está sometida la juventud se encuentra la industria tabaquera. Cada vez fuman menos personas adultas debido en parte a que muchas han dejado de hacerlo y en parte a que mueren por enfermedades causadas por el tabaquismo. Las compañías tabacaleras por tanto buscan jóvenes que les reemplacen. En España, se estima que para mantener su negocio y asegurar sus actuales beneficios, el mercado del tabaco necesita captar cada día 480 nuevos niños, niñas y adolescentes. Al año supone reclutar más de 175.000 nuevos clientes.

Además, todavía muchas normas sociales ejercen influencia en la población joven para probar el tabaco. La tolerancia social a fumar o la publicidad indirecta en los medios de comunicación, cine, internet, redes sociales, videojuegos y revistas, a pesar de que existan normas regulatorias que lo prohiban, son algunos de los ejemplos de factores que determinan el consumo.

Casi siempre se obvia que los y las jóvenes son más sensibles a la nicotina (sustancia muy adictiva), que cuanto más joven se comienza a fumar, mayores son las probabilidades de hacerse dependiente de ella y con un nivel mayor de adicción.

Aunque todas estas influencias son compartidas por chicos y chicas, se observan aspectos diferenciales entre ellos. En las chicas, el estrés, la preocupación por el peso y la autoimagen son los factores que más podrían estar influyendo en el tabaquismo. Mientras que en los chicos sería la búsqueda de nuevas sensaciones marcados por los roles de género.

La buena noticia es que existen medidas que pondrían más fácil a la juventud el decir «NO», favoreciendo una generación libre de tabaco: fomentar una imagen del mundo donde fumar es la excepción y no la norma; limitar más la publicidad del tabaco; limitar la exposición de la gente joven a ver fumar en las películas y otros medios de comunicación; tomar medidas para hacer más difícil el acceso al tabaco: aumentar el precio del tabaco, respetar las leyes que prohíben su venta a menores y favorecer espacios libres de humo; apoyar el desarrollo personal y social de adolescentes y jóvenes promoviendo su autonomía y una toma de decisiones más libres y responsables al margen de las presiones; y apostar por la adolescencia y la juventud como generadoras de cambios personales y sociales que favorezcan una sociedad más sana.

Si no se empieza a consumir tabaco antes de los 26 años de edad, es más probable que nunca se haga. Si se ha empezado a fumar, la juventud es, también, un buen momento para dejarlo. Si se deja de fumar antes de los 30 años se puede reparar la mayoría de los daños causados a la salud por el tabaco.

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