Igor Meltxor
Escritor y analista político

Independentismo. Cuestión de Estado

La miseria moral demostrada por el portavoz del PP en rueda de prensa, hizo que quedara solapada y poco difundida otra declaración, amenaza, o simplemente un avance de lo que vendrá en las próximas semanas: «Yo tipificaría la ilegalización de los partidos políticos que reclaman la independencia».

«De los males patrios que demandan urgente y severo remedio, destacan el sentimiento, propaganda y actuación separatistas que vienen haciéndose por odiosas minorías, que no por serlo quitan gravedad al daño, y que precisamente por serlo ofenden el sentimiento de la mayoría de los españoles, especialmente el de los que viven en las regiones donde tan grave mal se ha manifestado».

(Primo de Rivera, 17 de septiembre de 1923, a menos de una semana de su golpe de Estado).

Esta semana algunos políticos españoles destapaban el tarro de las esencias de un Estado fascista y corrupto, y dejaban al descubierto el verdadero objetivo de la operación que el Estado ha puesto en marcha contra el independentismo catalán. Lo decía alto y claro desde la tribuna del Congreso español, el vocero de la ultraderecha española, de nombre Albert y de apellido imprescindible para poder contextualizar sus palabras: «Estamos aquí para combatir una ideología, la independentista». Más claro, falange. Mientras, los medios de la maquinaria del fango se afanaban en distraer el foco, elogiando la intervención del jeltzale Aitor Esteban, que aprovechaba el minuto de gloria televisivo para tratar de maquillar el sonrojo que ha supuesto para miles de vascas la actitud del PNV y el lehendakari durante estas semanas para con Catalunya. Algo que recordaba a la actitud mantenida por sus antecesores de la Comunión Nacionalista en 1923 en una situación de gravedad extrema y que recuerda mucho al momento actual.

El nacimiento de la denominada Triple Alianza, partió de las fuerzas independentistas catalanas, y más concretamente, de la formación Acció Catalana, un acuerdo que el PNV (Aberri) vio con buenos ojos. Las discrepancias doctrinales entre el PNV y Comunión, o entre Acció Catalana y Estat Catalá, en torno al derecho de las naciones vascas, catalanas y gallegas a su plena independencia política propició el Acuerdo suscrito en Barcelona el 11 de septiembre de 1923, una fecha que a su vez, conmemoraba el 209 aniversario del asalto a la ciudad por los ejércitos de las dos coronas de Francia y España. La esencia del mismo se fundamentaba en la denuncia del régimen impuesto por el Estado español a las tres naciones, y al derecho de estas a vivir en un régimen de plena soberanía política. El Acuerdo se denominó de «amistad y alianza entre patriotas vascos, gallegos y catalanes», y la Comunión Nacionalista de Kizkitza no accedió a estampar su firma, debido quizás al carácter independentista del texto y a lo que ello suponía para un partido cada vez más acomodado en la estructura del Estado español.

El director de "Aberri", Manu de Egileor, se mostraría exultante tras la firma: «Nosotros nos hemos levantado contra España y su dominación. Hemos venido aquí, con espíritu de rebeldía, a sellar la Triple Alianza de vascos, gallegos y catalanes».

La ilusión creada en torno al acuerdo duraría muy poco ya que tan solo dos días más tarde, se producía el golpe militar de Primo de Rivera, un durísimo golpe para los aberrianos liderados por Eli Gallastegi. Precisamente serían las juventudes de "Aberri" quienes más duramente sufrieron la represión de la dictadura, no así los inofensivos militantes de Comunión Nacionalista que gozaron de una dulce permisividad. El régimen militar llegó a promulgar un "Decreto contra el separatismo" (18 septiembre 1923) que castigaba con dureza los delitos contra la «seguridad y unidad de la Patria». Un decreto que sirvió para aplacar los anhelos independentistas de los jóvenes del nuevo PNV, quienes vieron como su principal medio de expresión, el semanario "Aberri", era clausurado, llegando a encarcelar a su director, Manu Egileor.

Mientras tanto, la Comunión Nacionalista obtenía la complacencia de la dictadura para continuar editando el periódico "Euzkadi", llegando a la ruín claudicación de comprometerse a no publicar ningún artículo en euskara.

La persecución contra los jóvenes independentistas del PNV fue implacable, clausurando sus medios de comunicación, cerrando sus centros de reunión, encarcelando a muchos de sus dirigentes, y obligando a partir al exilio a la figura más emblemática y representativa del partido, Eli Gallastegi. Este trató por todos los medios de mantener viva la llama de la lucha del pueblo vasco a favor de sus derechos, llegando a crear el Comité Pro-Independencia Vasca en Donibane Lohitzune, para posteriormente crear en México la revista "Patria Vasca", donde escribiría numerosísimos artículos a favor de la independencia del pueblo vasco y en defensa de los derechos históricos y políticos de la nación vasca. Gallastegi huyó a Iparralde para evitar así la cárcel tras ser procesado por la dictadura.

Esta semana, Pablo Casado (PP) ese señor al que la gente de izquierdas le parecen unos carcas porque andan todo el día buscando la fosa de sus abuelos, advertía al señor Puigdemont recordándole como acabó Lluis Companys. La miseria moral demostrada por el portavoz del PP en rueda de prensa, hizo que quedara solapada y poco difundida otra declaración, amenaza, o simplemente un avance de lo que vendrá en las próximas semanas: «Yo tipificaría la ilegalización de los partidos políticos que reclaman la independencia». La ley de Partidos de 2002 que sirvió para ilegalizar a la izquierda abertzale, sigue más viva que nunca.

Los jóvenes del PNV de Aberri dieron la cara en todo momento, mientras los comunionistas guardaban la ropa, algo que por otro lado, han venido haciendo a lo largo de su ya larga historia. El Gipuzkoa Buru Batzar (GBB) liderado por la Comunión, llegó al punto de emitir una nota pública en la que rechazaba ser separatista en 1924: «Quiera Dios hacer fecundo nuestro sacrificio para que en la medida más colmada posible se den las aspiraciones de España hacia su legítimo engrandecimiento, coincidente con el apogeo de las sanas libertades del pueblo vasco!». De esta manera, los dirigentes de la Comunión cumplían escrupulosamente con el decreto contra el separatismo promulgado por la dictadura de Primo de Rivera.

En 1928, Eli Gallastegi, criticaba la pasividad de la Comunión Nacionalista, unas palabras que bien podrían trasladarse al momento actual que vive Catalunya y a la actitud que está mostrando tanto el lehendakari Urkullu como el PNV: «No es justo que mientras todas las naciones libres orientan su esfuerzo pidiendo libertad, permanezcamos aletargados, insensibles, los que carecemos de ella, sin la menor muestra de rebeldía, servilmente sometidos, cuando somos los que mayores razones tenemos para demandarla» (Eli Gallastegi, 1928).

No es momento de tibiezas ni de contemporizar. Es momento de estar junto al pueblo catalán. El Estado ya ha perdido, y lo saben, por eso muestran su peor cara represiva y antidemocrática, porque no saben ni ganar ni perder, ellos solo saben vencer.

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